Patricia Bullrich aprieta el acelerador y quiere un trámite exprés en el Senado para la reforma laboral
La jefa de la bancada oficialista quiere, de ser posible, emitir dictamen este viernes; busca llevar el proyecto al recinto la semana próxima; observa la oportunidad política para avanzar
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Como si la vida le fuera en ello, Patricia Bullrich busca con fruición conseguir que el Senado apruebe el proyecto de ley de reforma laboral, que el Gobierno prometió enviar esta semana, antes de fin de mes y alzarse, así, con su primer logro como jefa de bloque del oficialismo en la Cámara alta.
“Mi idea es que este miércoles los bloques propongan sus senadores para integrar la comisión laboral y empezar a tratarlo (al proyecto de ley) de inmediato”, aseguró Bullrich en diálogo con LA NACION. Lo que pase en Diputados ya es harina de otro costal.
Hablar de reforma laboral en el Senado no es fácil. Cada vez que se menciona una norma de estas características sale a la luz el recuerdo de la ley 25.250, sancionada en 2000 por impulso de la administración del presidente Fernando De la Rúa y sospechada de haber sido aprobada por el pago de coimas a legisladores, algo que nunca se pudo probar en la Justicia.

Como quiere ahora la gestión de Javier Milei, aquella norma también fue sancionada en un mes de diciembre, cuando Bullrich era ministra de Trabajo del gobierno de la Alianza.
Sin embargo, para la nueva jefa del bloque de senadores de La Libertad Avanza ese antecedente no afecta su intención de darle al proyecto que enviará la Casa Rosada un trámite exprés con dos reuniones de la Comisión de Trabajo, que va a presidir la propia Bullrich, el jueves y viernes de esta semana.
En ese sentido, no descarta la posibilidad de dictaminar esta misma semana para que en la próxima el despacho pueda ser tratado en el recinto del Senado.
El cronograma parece demasiado optimista, sobre todo por tratarse de un tema siempre árido y polémico, como los es una reforma laboral. Pero Bullrich no se siente amilanada, sino que, por el contrario, considera que están dadas las condiciones para avanzar rápido.
“Esta no es una reforma difícil, es un proyecto fácil que además se discutió en el Consejo de Mayo, es equilibrado; no es una ley de flexibilidad laboral clásica”, afirma la todavía senadora electa, ya que recién asumirá su escaño este miércoles.

Apurada por aprobar el proyecto, Bullrich también descarta la idea de un extenso debate en comisión con la convocatoria a actores sociales y especialistas. “Ya participaron en el Consejo de Mayo, ya dieron sus puntos de vista ahí”, afirmó ante la consulta de este diario ante el eventual pedido de los legisladores de convocar a gremialistas y empresarios.
Bullrich está molesta con las lecturas que hicieron algunos medios de comunicación del borrador de la reforma que la Casa Rosada filtró la semana pasada. “No es verdad que cambia la indemnización, la ley siempre habló de un mes por año de trabajo, eso se mantiene”, afirma en defensa de la iniciativa.
La exministra de Seguridad confía en que conseguirá los votos para aprobar la iniciativa. De hecho, se encuentra muy cerca de lograrlo, según sus cuentas. A los 20 miembros que tendrá la bancada oficialista le suma los 10 senadores de la UCR y los 4 de Pro. Así, contaría con 34 votos y estaría a tan sólo tres de la mayoría absoluta del cuerpo y del quórum para habilitar la sesión.
Esos votos que le asegurarían la aprobación podrían surgir de las negociaciones que lleva adelante el ministro del Interior, Diego Santilli, con diferentes gobernadores que manejan una media docena de votos que serán clave para el Gobierno. En esa lista entran los dos misioneros del Frente Renovador de Carlos Rovira, las senadoras que responden a los mandatarios de Neuquén y Salta, Rolando Figueroa y Gustavo Sáenz, y los tres legisladores de Provincias Unidas.
Los santacruceños Natalia Gadano y José María Carambia son un caso diferente: con ellos, cada proyecto implicará una negociación diferente ya que no responden de manera automática al gobernador Claudio Vidal.

Bullrich respalda su optimismo en el apoyo de la UCR y Pro en el hecho de que ambas fuerzas “son reformistas” en materia de legislación laboral y recuerda los antecedentes de la denominada y fallida Ley Mussi, proyecto de la administración de Raúl Alfonsín que fracasó en el Senado, la reforma de De la Rúa y el intento, fallido, durante el gobierno de Mauricio Macri de introducir cambios en el régimen legal laboral.
Además, sostiene que ambas bancadas ya están en autos de lo que será la reforma del gobierno de Javier Milei. “La UCR y el Pro ya tienen una copia del proyecto, que no va a cambiar mucho con relación al texto que enviará el Poder Ejecutivo”, se entusiasma Bullrich, que imagina un trámite veloz a la reforma laboral.
Por lo pronto, en el radicalismo impera el silencio de radio. Tras la reunión que mantuvieron con la senadora libertaria hace diez días, el jefe de la bancada, Eduardo Vischi (Corrientes), prefirió no emitir opinión “hasta no tener el proyecto del Ejecutivo”. Desde entonces, el bloque radical sólo se volvió a reunir para discutir la postura a adoptar con el título de senadora electa de la rionegrina Lorena Villaverde.
El Pro, por su parte, está en proceso de desintegración. Tras la salida de la tucumana Beatriz Avila para constituir un monobloque a las órdenes del gobernador peronista Osvaldo Jaldo, el bloque conduce Martín Goerling (Misiones) quedó con sólo cuatro integrantes, uno de los cuales, Luis Juez (Córdoba), es extrapartidario.
Otro motivo de incertidumbre para el oficialismo es el armado de las comisiones. Esa es una misión que Bullrich deberá llevar a cabo junto con el secretario Parlamentario, Agustín Giustinian, y la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien últimamente viene mostrando un excesivo celo por respetar el reglamento al momento de responder a los deseos legislativos del oficialismo y de la Casa Rosada en particular.
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