Reparación a familiares de los fusilados en 1956
El Gobierno quiere resarcir económicamente a los descendientes de las 31 personas fusiladas tras la fallida revuelta peronista del 9 de junio de 1956. Ese día, un grupo de militares y civiles intentó levantarse contra el gobierno del general Pedro Eugenio Aramburu.
Hoy, a las 10.45, el presidente Carlos Menem firmará el proyecto de indemnización. La ceremonia se realizará en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno. En rigor, la iniciativa ya tiene varios meses y fue solicitada por los deudos de los fusilados.
La subsecretaria de Derechos Humanos, Inés Pérez Suárez, es la principal impulsora de la ley, que establece que los descendientes de quienes se rebelaron contra el gobierno de la Revolución Libertadora recibirán los beneficios de la ley 24.411.
Esa ley establece que el Estado deberá pagar 224.000 pesos a los familiares de "toda persona que hubiese fallecido como consecuencia del accionar de las Fuerzas Armadas, de seguridad o de cualquier grupo paramilitar".
Hasta ahora, la indemnización fue otorgada a las víctimas del Proceso de Reorganización Nacional.
"Esta reparación sólo la puede dar un gobierno peronista", se entusiasmó, ante La Nación , Susana Valle, hija del jefe de la asonada y uno de los fusilados, Juan José Valle.
Susana Valle, "peronista desde la cuna", según su propia definición, tenía 18 años cuando su padre fue pasado por las armas en la Penitenciaría Nacional, que entonces funcionaba en lo que es hoy la plaza Las Heras.
"Algún día a tus hijos cuéntales del abuelo que no vieron y que supo defender una noble causa. No muero como cualquiera, muero como un hombre de honor", escribió el general Juan José Valle, horas antes de ser fusilado, en una carta dirigida a Susana.
Los hechos
La causa a la que se refería Valle había comenzado el 9 de junio y tenía por objeto derrocar al gobierno de la Revolución Libertadora. El movimiento fracasó y el contralmirante Isaac Francisco Rojas, vicepresidente que estaba a cargo del Poder Ejecutivo, ya que Aramburu se encontraba de gira por la provincia de Santa Fe, decidió aplicar una drástica medida, que Aramburu convalidó con su firma al retornar a la Capital.
A la 0.32 del domingo 10 de junio, la voz de un locutor interrumpió la programación de la radio estatal. Leyó un escueto comunicado por el que se alertaba a la población sobre la intentona y sobre la respuesta del gobierno militar: la ley marcial.
Su consecuencia fueron los 31 fusilados, a los que el presidente Carlos Menem quiere ahora reivindicar.
En 1956, el decreto difundido por radio fue escuchado con suma atención por un grupo de hombres que aquella madrugada estaba reunido en una casa de la localidad bonaerense de Florida.
La excusa de la reunión era escuchar el relato de una velada de boxeo que se transmitía por radio, pero la atención de aquellos hombres no estaba en el Luna Park. Aguardaban la proclama revolucionaria que debía difundirse esa noche y que nunca se difundió. En su lugar, se escuchó el decreto que implantaba la ley marcial.
En carne propia
Los ocupantes de aquella casa lo vivieron en carne propia. Fuerzas leales al gobierno del general Aramburu irrumpieron en el lugar, los apresaron y luego los condujeron a unos basurales en una localidad cercana, José León Suárez. Algunos consiguieron escaparse, pero el resto, cinco, murieron fusilados.
Aquellos acontecimientos fueron relatados magistralmente en el libro "Operación Masacre", de Rodolfo Walsh.
"Esos fusilamientos fueron la semilla de la violencia de la década del setenta", aseguró a La Nación Miguel Brion, hijo de uno de los ejecutados, Mario Brion.
Cuando murió su padre, Miguel tenía cuatro años. Hoy es uno de los integrantes de la Comisión de Homenaje a los Mártires del 9 de junio de 1956.
Los integrantes de la comisión se fueron conociendo en diferentes homenajes que se sucedieron a lo largo de estos cuarenta y tres años.
En esas ocasiones, Miguel Brion coincidía con gente como Guillermo Cogorno, cuyo padre, el coronel Oscar Lorenzo Cogorno, encabezó la sublevación en La Plata, donde fue fusilado.
Guillermo Cogorno siguió los pasos de su padre e ingresó en el Ejército. Hoy está retirado y aseguró que lo que ellos buscan es "reivindicar sin resentimiento".
En los años cincuenta, los odios entre peronistas y antiperonistas fueron de magnitud extraordinaria.
Desde el Gobierno, el peronismo había silenciado y perseguido a la oposición y, por lo tanto, ésta celebró la caída de aquél, en septiembre de 1955.
La Revolución Libertadora triunfó en medio del abrazo del radicalismo, del socialismo, la democracia cristiana y la democracia progresista y de otras expresiones políticas, como el conservadorismo.
Prácticamente no hubo en su momento voces de condena provenientes del antiperonismo a raíz de los fusilamientos derivados de la contrarrevolución de junio de 1955.
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