"Sólo vamos a decir que se puede lograr un buen acuerdo"
Lo expresó anoche el jefe de Gabinete como respuesta a Yang
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Casi con once horas de demora, el Gobierno reaccionó anoche a las expresiones del director general de la Oficina de Información del Consejo de Estado chino, Yang Yang, que calificó de "exageradas" las cifras de inversiones vertidas por la prensa en relación a un eventual acuerdo con China.
Sin entrar en detalles ni confrontar con el funcionario chino, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, pidió cautela ante el entendimiento económico que se firmaría con China, cuando el presidente de ese país, Hu Jintao, visite la semana próxima Buenos Aires.
"Hay que ser prudentes y sólo vamos a decir que se puede lograr un buen acuerdo con China", expresó Fernández. Pero no aclaró los montos y rubros que incluiría el convenio entre la Argentina y el gigante asiático.
En este sentido, el jefe de Gabinete sólo se limitó a decir: "Hay buenas posibilidades" de concretar el acuerdo. Y remarcó que "con la salida del default se abren condiciones espléndidas en la economía", dijo en declaraciones al programa de cable Desde el llano, que conduce Joaquín Morales Solá y que se emite por TN.
De todas maneras, cabe aclarar que la cifra de 20.000 millones de dólares que China invertiría en la Argentina y que ayer Yang se encargó de desmentir, surgió el fin de semana último de información proporcionada por fuentes altamente calificadas de la propia Casa Rosada. No fueron datos que emitió deliberadamente la prensa. Pero ayer, Fernández no dijo nada respecto de este tema.
Política de comunicación
Ciertamente, el hermetismo oficial, una vez más, pone sobre el tapete los métodos comunicacionales adoptados por el Gobierno para brindar la información concerniente a la gestión oficial. Ocurre que no es éste el primer cortocircuito informativo que se produce con otros países como consecuencia de las ambigüedades que presentan los mecanismos adoptados para dar a conocer los actos de gobierno.
Dos casos ejemplares funcionan a modo de antecedente. El más paradigmático quizás haya sido el registrado en noviembre del año último en Bolivia, en la última edición de la Cumbre Iberoamericana, cuando la prensa informó, tras consultar a fuentes oficiales, de un supuesto desencuentro entre Kirchner y el entonces presidente español José María Aznar.
Sólo una semana después de aquel episodio, y cuando el tema cobró notoriedad internacional, se informó oficialmente que ambos habían mantenido una reunión en la Cumbre y que el trato había sido cordial. Era lo contrario de lo que se había dicho.
Lo mismo ocurrió con una supuesta discusión en fuerte tono entre Kirchner y la canciller española, Ana Palacio, en la Casa Rosada, delante del rey Juan Carlos. Según el preciso y detallado relato que habían brindado funcionarios oficiales del más alto rango en aquella ocasión, el áspero intercambio había sido sobre el inmodificable trato que el Gobierno dispensaba a las empresas españolas concesionarias de los servicios públicos.
Pocos días después, mientras comenzaban a aparecer fuertes repercusiones sobre el episodio, el Gobierno afirmó que eso nunca había sucedido.
En las diferencias que ahora surgen con China se pueden reconocer similitudes con situaciones anteriores.
Aunque ayer en la Cancillería procuraban minimizar la situación, se supo que Rafael Bielsa (el único funcionario en hablar del tema aunque sin dar cifras) recibió un llamado de atención del propio Presidente.
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