Traspié evangélico
Seguramente decidido con criterio evangelizador y como expresión de celo pastoral, ese no fue el resultado logrado o, al menos, no fue registrado en esa sintonía.
La escena de un sacerdote ofreciendo públicamente su servicio espiritual al ex presidente Néstor Kirchner no pareció precisamente evangelizadora; ni siquiera, apropiada para ensayar una catequesis sobre el sentido de un sacramento de la Iglesia Católica, el denominado unción de los enfermos.
Si se procuró deslindar la autonomía de lo temporal, diferenciar lo político de lo religioso, diríase que algo falló porque lo que finalmente se compuso fue una sobreactuación.
Sin necesidad de agudizar la sensibilidad religiosa, la escena tal como fue recogida y transmitida en la tarde de anteayer por los medios de comunicación transgredió el celoso límite de la intimidad de una familia.
No hay razones -no las tiene quien esto escribe- para dudar de la autenticidad pastoral del servicio ofrecido por el arzobispo de Buenos Aires.
Todo lo contrario, precisamente porque el cardenal Jorge Bergoglio cultiva un estilo pastoral respetuoso, dispuesto al diálogo con una sociedad abierta y plural es que llamó la atención la situación creada y algunos de los comentarios recogidos por el alterado enjambre periodístico congregado en el Sanatorio de los Arcos, donde fue intervenido quirúrgicamente el ex presidente de la Nación, por una obstrucción en la arteria carótida.
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