Malvinas: la historia de un chico sensible e introvertido convertido en guerrero
Sergio Giuseppetti, soldado conscripto de la Armada
Cuando el italiano Juan Giuseppetti luchó en la Segunda Guerra Mundial aprendió una dura lección: "Si alguien no vuelve del frente, no hay que esperarlo: significa que cayó". Entonces nunca imaginó que casi cuarenta años más tarde debería apelar a esa máxima espantosa para orientarse en la vida. Pero cuando su hijo Sergio no volvió de las Malvinas y el Estado no le dio datos precisos sobre su destino, supo que el ejercicio implacable de la espera sólo serviría para alimentar una esperanza infundada. Y no esperó la vuelta de Sergio.
Su mujer Ernestina, en cambio, se resistió a adoptar el pragmatismo duro de Juan y sí se sometió a la espera. Al menos los primeros años. "Hasta que sus esperanzas se fueron extinguiendo", contó Paola, hermana de Sergio, que en 1982 tenía ocho años.
Sergio Giuseppetti es uno de los soldados que fueron identificados en el cementerio argentino de Darwin , donde hay 121 tumbas que desde 1982 permanecían sin sus nombres, señaladas con la leyenda "Soldado argentino solo conocido por Dios". Este caído ya tiene una placa que lo identifica.
Nacido en Villa Martelli en 1961, luego de terminar el colegio secundario fue convocado para cumplir con el servicio militar. Mientras, preparaba el ingreso a la Facultad de Ciencias Exactas para estudiar Biología. Desinteresado del fútbol y los deportes en general, demostraba una buena disposición para el estudio, y se pasaba horas repasando sus apuntes.
Muy sensible, inocente e introvertido, su naturaleza en nada coincidía con la de un guerrero. Pero cuando empezó el conflicto armado debió marchar a las Malvinas como infante de marina de la Armada.
Sus primeras cartas desde allí eran reposadas y descriptivas: retrataba el paisaje, el clima. Pero con el paso de los días la situación en las islas se fue crispando y las cartas de Sergio también: escritas a las apuradas, pedía chocolate y otros víveres. Extraño en su temperamento pacífico y ajeno a cualquier tipo de militancia, ahora cerraba las cartas con la combativa consigna "Las Malvinas son argentinas".
Mientras tanto, Juan buscaba noticias en Radio Colonia. Cuando terminó la guerra, ante la ausencia de precisiones sobre el paradero de Sergio, su padre iba todos los días al Edificio Libertador, donde debía lidiar con el caos informativo.
Finalmente Juan obtuvo algunos datos incompletos: Sergio había caído en la Batalla de Monte Longdon, donde peleó en una trinchera con ametralladora. Aunque se desconocían las circunstancias precisas del episodio y su cuerpo no había sido localizado.
En 1991 Juan y Ernestina viajaron a las islas.
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