Un paradójico autoritarismo de mercado
Los financistas bendicen a Milei; el electorado, con reservas; arman con la nueva “AFIP” un fenomenal aparato de poder; ataques a la prensa; ¿condonan una deuda billonaria a distribuidoras eléctricas?; los cambios en Energía
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Es previsible y razonable que haya una situación permanente de ambivalencia en la Argentina, de incertidumbre respecto de las variables económicas y de cómo la política asimila y procesa esas variables. Estamos en una situación inusual, compuesta por dos realidades bastante extrañas: una tiene que ver con una economía que exige reformas y medidas difíciles de tomar, extraordinariamente antipáticas; una agenda de problemas muy desafiantes, algunos de larga duración y otros relacionados con desbarajustes del gobierno anterior. En contraste con esta agenda exigente y esos desafíos endiablados, hay un gobierno sorprendente en el sentido literal de la palabra, que llega de manera sorpresiva y carece de capital institucional. Es un gobierno sin fuerza parlamentaria ni arraigo territorial en las provincias o en los grandes municipios, que va construyendo una relación con el mundo sindical y mantiene una relación conflictiva con los movimientos sociales, casi exclusivamente con un activo principal que es el carisma del Presidente, su extraordinaria capacidad de comunicación y una gran expectativa del electorado. La combinación de estos desafíos objetivos y la decisión de la historia de colocar al frente de estos problemas a un gobierno tan atípico genera perplejidad. Y todavía existe perplejidad, que se proyecta sobre algunos contrastes.
Uno es el contraste entre un mercado y agentes económicos, sobre todo los financieros, muy entusiasmados con la política económica y con la marcha del Gobierno, y una opinión pública que empieza a tener algunos reflejos de negatividad y pesimismo. Esto se debe a que la situación social y la forma en que se asimilan los ajustes sigue siendo muy dolorosa. En este contraste navega el Gobierno, que muestra algunos reflejos políticos que empiezan a ser inquietantes, especialmente en términos de acumulación y concentración de poder. Hay un contraste también entre la concepción ideológica de un gobierno que se presenta como liberal en lo económico, apegado a las reglas del mercado y con vocación de cumplirlas, y que en lo institucional muestra reflejos “mandones” y agresivos, de acumulación de poder, no necesariamente liberales.
Baja el riesgo país. ¿Qué significa? Que la tasa de interés lentamente se reduce para la Argentina, lo cual afecta el costo del dinero, crucial porque es el combustible que mueve la economía porque determina las inversiones. Desde el punto de vista financiero, esto significa que quienes tienen bonos mejoran el precio de esos activos.
La brecha cambiaria, que es un gran problema por la enorme distorsión que introduce en el manejo general de la economía, especialmente en los estímulos que afectan a exportadores e importadores, se va reduciendo. Hoy, entre el dólar oficial más el impuesto PAÍS y el dólar del contado con liquidación, hay una brecha del 15%. Hemos tenido brechas superiores al 50% en los últimos años. Si uno mira el mercado de futuros del dólar, parece que le creen al Gobierno en el sentido de que, al menos hasta las elecciones del año que viene, resistirá con su política cambiaria, que implica una devaluación del 2% mensual sin una gran devaluación del peso frente al dólar. Están ingresando dólares a los bancos por un blanqueo exitoso, y los bancos, que no quieren estar tan expuestos al Estado, sobre todo al Tesoro, empiezan a prestar. Y hay actividades que se dinamizan: hay más venta de autos, motos y bienes durables. Fuera de todo esto los electrónicos, que están protegidos en el régimen de Tierra del Fuego.
Hay empresas que están revisando los precios que ofrecen en los supermercados, porque se pasaron de vuelta en enero o febrero. Hay bajas objetivas de precios nominales en muchos productos de los supermercados. Hay un proceso lento, tímido, de apertura de la economía. Se facilitan las importaciones. Esto puede generar un problema en las reservas del Banco Central. Pero hay una política de liberalización comercial. El problema sigue siendo el cepo cambiario. Un precio estratégico de la economía, que es el precio del dólar, está intervenido por el Estado. Y el Gobierno, cuando se le preguntaba a dónde iba, no decía ni qué ni cuándo. Ahora, aparentemente, empieza a dar algunas señales.
Se celebraron unas jornadas monetarias en el Banco Central. Hubo información que dio el Presidente y no pasó muy advertida. Se puede encontrar en informes económicos de esta semana. Por ejemplo, en uno muy interesante publicado por Econviews, la consultora de Miguel Kiguel. Otro economista que está muy pendiente del mismo tema es Nicolás Dujovne. Se destaca que Milei mencionó algo muy importante en su exposición en las jornadas monetarias: “Vamos a un régimen de flotación cambiaria. Para ir en esa dirección y llegar a ese objetivo, no necesito tener tantos dólares, porque voy a un sistema cambiario donde el precio del dólar lo fijará la oferta y la demanda del mercado”. Esto es lo que dijo Milei en esa reunión y se alinea con lo que firmó la Argentina en el primer documento acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en marzo, donde se dice también que vamos hacia un régimen de libre flotación del tipo de cambio. Se menciona, además, que el sistema se asemejaría al de Uruguay o Perú. Si esto fuera así, sería una revolución. La pregunta es: ¿cuándo? Hasta ahora, por lo menos, dijeron qué. Pero lo hicieron a medias, ya que luego el Presidente estuvo en el coloquio de IDEA y sostuvo: “No me olvidé de la dolarización endógena”. Desconcertante. Sigue habiendo un mensaje que, daría la impresión, pretende la confusión de los que están esperando la resolución de la incógnita cambiaria para salir del estancamiento económico. Sin esa incógnita resuelta, es muy difícil que haya una corriente importante de inversión.
En el informe mencionado de Kiguel, se formula una advertencia. Cuidado, dice, porque hay errores en el discurso del Gobierno de carácter teórico-conceptual. El Gobierno dice que liberará el cepo cuando la inflación se parezca a la tasa mensual de devaluación del 2.5%. Kiguel les recuerda que el cepo no se impone para controlar la inflación. En todo caso, es un efecto indirecto. El cepo se establece para controlar la disparada del dólar, y si todavía hay demasiados pesos y bonos en pesos que se van al dólar, habrá una disparada del dólar, aunque la inflación sea baja. Esa disparada podría producir un fogonazo inflacionario. Es a lo que más teme el Gobierno.
Toda la estrategia política-económica de Milei, el corazón de este Gobierno, es encarar lo que Ortega y Gasset llamaría “el tema de nuestro tiempo”. El tema de nuestro tiempo en la Argentina es la inflación. Basta recordar lo que sucedió con el Indec en 2008. Ya en ese año, la inflación era un problema grave que llevó al gobierno de Cristina Kirchner, con Alberto Fernández como jefe de Gabinete, a romper el termómetro e intervenirlo. Este es el panorama económico: un optimismo, sobre todo muy acentuado en los mercados financieros, que empiezan a comprar el relato del Gobierno y a creerle, y una incógnita que sigue siendo muy dura y que no se termina de despejar, que es la cambiaria. Esto le impide al Gobierno conseguir un acuerdo en un programa con el Fondo. Es muy difícil hacerlo con ese enigma del régimen cambiario y monetario.
Esta experiencia muy ligada a la economía de mercado, que pone en el centro de la vida material la iniciativa privada y la libertad de los individuos, tiene un carácter hemipléjico, asimétrico en relación con lo institucional. Cuando uno mira la política institucional de este Gobierno, no se parece tanto a un proyecto liberal. Uno puede hasta sospechar que hay indicios de ciertos reflejos autoritarios, como si hubiera una especie de autoritarismo de mercado.
Este lunes tuvimos una noticia que es una gran reforma en el ente de recaudación. El Gobierno liquidó a la AFIP y creó otra institución llamada ARCA (Agencia de Recaudación y Control Aduanero). Anunció algo que está en la raíz de la relación de Milei con su electorado: “Motosierra” para el organismo de recaudación, despidos, desvinculación de empleados y una reducción dramática de los sueldos de los directivos, que en el caso de la AFIP eran exorbitantes, más de 30 millones de pesos.
Esto es aplaudido por una opinión pública y observadores económicos que entienden que la Argentina tiene un desborde de gasto. Un nivel de gasto y una dimensión del Estado imposibles de financiar, que determinan todas las distorsiones de financiamiento que tiene ese Estado y que están en el fondo del problema de la inflación. El Gobierno, como siempre, insulta todo lo anterior injustamente. Es verdad que en la AFIP ha habido disparates, opacidades y negociados increíbles que pasaron por la Justicia. Se identifica todo eso con el nombre de Ricardo Echegaray. Pero decir que en la noche todos los gatos son pardos es una enorme injusticia frente a funcionarios que han sido muy eficientes al frente de esa agencia, como por ejemplo dos del gobierno de Macri: Alberto Abad y Leandro Cuccioli. Abad ya había tenido una experiencia al frente de este organismo de recaudación en el gobierno de Néstor Kirchner. Ambos pasaron con mucha corrección e idoneidad por ese organismo.
Ahora se anuncia la reestructuración y la designación de otros funcionarios que son traídos del pasado. El más polémico se llama Andrés Vázquez, quien estará al frente de la DGI (Dirección General Impositiva). Y José Velis, que también pasó mucho tiempo por la vieja AFIP, tendrá a su cargo la Aduana. Hubo un despido raro, el de Eduardo Mallea, abogado experto en derecho aduanero y que estuvo a cargo de la oficina gubernamental hasta hace poco. Se enteró de su desvinculación en Bruselas, durante un viaje oficial. No sabemos si el hotel que está ocupando lo paga él o el Estado a esta altura de la historia.
Vázquez tiene una mochila pesada de antecedentes. Una nota de Hugo Alconada Mon en LA NACION, quien se ha dedicado durante años a poner la lupa sobre lo que pasa en la AFIP, se titula “Hallan dinero en negro en el exterior de un jefe de la AFIP”. Se trata de Andrés Vázquez. Hubo una causa judicial, que seguramente después se cerró, por cuentas que no fueron declaradas. En ese entonces era el jefe de la Regional Sur del Conurbano. Muchos dicen que este lugar es interesante porque alberga a las grandes tabacaleras, observadas por el organismo tributario, y que fueron motivo de un escándalo a comienzos de este año por la intención de legislar en contra de algunas de ellas en el Congreso de la Nación. Muchos creen además que Vázquez hizo su carrera en relación con esas tabacaleras. Es muy difícil de demostrar. Habrá que ver ahora qué destino tienen las investigaciones sobre estas empresas en la nueva agencia en los próximos meses.
Vázquez también fue jefe del servicio de inteligencia tributaria de la AFIP. Muchos dicen que por eso es vinculado siempre con Antonio “Jaime” Stiuso. Dicen que es un hombre de su confianza que llega al Gobierno de la mano del secretario privado de Stiuso, Lucas Nejamkis, quien ha trabado una relación estrechísima con Santiago Caputo, el mago del Kremlin y el principal asesor del gobierno de Milei, que está detrás de esta reorganización política. Vázquez, entre sus antecedentes, tiene uno muy curioso: haber realizado un mega allanamiento al grupo Clarín en la época en que ese grupo de medios estaba bajo el fuego del kirchnerismo. Dicen que en esa época, Vázquez tenía la entrada liberada en Olivos. Curiosas estas fuerzas del cielo que vienen a asistir a Milei.
El Gobierno dice que empieza de nuevo en materia tributaria, que todo el pasado ha estado contaminado, pero trae a un lugar importante a alguien muy ligado a Ricardo Echegaray. Es importante el papel de Santiago Caputo acá, porque también controla la SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado). Una pregunta que uno tiene que hacerse al ver estos movimientos y estas identidades es qué se está armando. La agresividad verbal de este gobierno, y principalmente la agresividad verbal de Milei, que despidió con insultos a Ginés González García, ya fallecido, y que dijo que quiere clavar el último clavo al cajón donde quiere tener adentro a Cristina Kirchner, ¿se va a sistematizar y se va a volver operativa a través de un gran aparato de poder que controla la agencia recaudatoria y maneja la inteligencia financiera en combinación con la SIDE? ¿Milei, a través de Caputo, pasará de las palabras a los hechos? Es una pregunta importante para lograr caracterizar a un gobierno que todavía no terminamos de conocer, con un presidente que tiene probablemente poco conocimiento del sistema político, de los códigos partidarios y del manejo institucional, pero un extraordinario olfato y una extraordinaria sensibilidad para el manejo del poder, eso de Milei ya lo sabemos.
Entonces, ¿Milei está delegando en Santiago Caputo el armado de un gran aparato de poder que puede ser eventualmente, si se enojan, persecutorio? Habría que mirar las cuentas que se le atribuyen a Caputo en X, que él nunca desmiente. Por ejemplo, una que decía “esta cuenta usa armas”. La pregunta que hay que hacerse es la siguiente: ¿hay en la idea y en el concepto que el Gobierno tiene de la política la convicción de que al populismo hay que combatirlo con el mismo autoritarismo que el populismo encarna? Es decir, ¿tiene que haber una especie de kirchnerismo de mercado, con los mismos métodos del kirchnerismo?
Lo de Macri, por poner un ejemplo de un gobierno mucho más liberal, mucho más respetuoso de la institucionalidad, con muchos más escrúpulos, ¿fue un error?, ¿le faltó manejo del poder?, ¿le faltó autoritarismo? Esta es la pregunta que uno se va formulando y que irá contestando con el paso del tiempo cuando ve estos movimientos. Sabemos que hay un ataque sistemático a la prensa que, hasta ahora, fue verbal. Pero este lunes dejó de serlo. Ese ataque a la prensa es significativo porque, como todos sabemos, el diseño de la República constitucional en los últimos 300 años consiste en darle garantías al ciudadano frente al poder del Estado a través de dos dispositivos: la prensa independiente y la justicia independiente. El primer reflejo de todo gobierno con algún rasgo autoritario es atacar una de estas dos instituciones o ambas.
Hay organizaciones con sensibilidad institucional frente a estos problemas que encienden luces de alarma. Una es el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, que preside el doctor Alberto Garay, un abogado constitucionalista experto en el estudio de la Corte Suprema de Justicia, que carece de inhibiciones para plantear sus posiciones públicas. Dicho de otra manera, Garay tiene un enorme coraje cívico, y la gente que lo rodea en el Colegio de Abogados también. Han producido esta novedad: el Colegio de Abogados porteño se retira del Foro de Convergencia Empresarial, que es un foro formado por 60 organizaciones empresariales, donde están la UIA, todas las entidades del campo y entidades académicas, IDEA, creado para señalar las miserias institucionales del kirchnerismo.
El Colegio de Abogados dice que se va porque no pudo conseguir, dicho de manera más elíptica, un pronunciamiento del Foro de Convergencia Empresarial frente a los ataques a la prensa, y más específicamente al diario LA NACION. Entonces, lo que están diciendo acá los directivos del Colegio de Abogados es que parece haber un doble estándar; es decir, que se criticaba la política institucional del kirchnerismo, porque es el kirchnerismo, pero si otro gobierno hiciera lo mismo y no tuviera la misma orientación ideológica o económica, no lo haríamos. Es una enorme discusión la que se abre con esta declaración, que pasó casi inadvertida, que es más que una declaración: es abandonar un foro del que forman parte.
El Gobierno anunció este lunes que le aplica el IVA a los diarios y a los portales de noticias, es decir, anula una exención que venían teniendo. Esto lo anunció el vocero Manuel Adorni y dijo que ahora los medios, los diarios y sus portales van a estar equiparados en la necesidad de estar registrados en el régimen del IVA a los demás sectores de la economía. ¿Es verdad? Porque hay sectores que no tienen esa obligación, que siguen exceptuados, como Tierra del Fuego. Todo lo que tiene que ver con la importación y el ensamblado de electrónicos no solamente tiene un régimen de excepción, sino que tiene por ley un régimen diferencial de impuestos internos que le da ventaja frente a los competidores externos y tiene aranceles privilegiados. Milei empezó criticando este sistema y, con el paso del tiempo, se fue adecuando a que esto está bien. Es decir, a los diarios hay que quitarles la exención, pero a ese sistema no. Y ese sistema ha generado fortunas inimaginables gracias a la exención que carga sobre la espalda todo el resto de la economía en un país con un 55% de pobreza y con un sistema educativo desfinanciado.
Hay un barco que se llama Carinthia VII que es la demostración de todo esto. Es un barco mítico en el mercado del yachting. Probablemente, alquilar este barco por una semana puede salir más de un millón de dólares. Dicen que lo compró Rubén Cherñajovsky, uno de los líderes de Tierra del Fuego, con Nicolás Caputo, pariente de Santiago Caputo, de Luis Caputo. Son rentas extraordinarias. Siguen habiendo grandes sectores de la economía estratégica que son beneficiados por esas exenciones. Y eso no significa que los productos que ofrecen en el mercado tengan menos precio; más bien, tienen precios mucho más caros que los mismos productos en otros países. Si uno los importara, haría un negocio.
Entonces, estamos viendo algunas incongruencias y, sobre todo, una asimetría entre la concepción que tiene el Gobierno de la sociedad cuando mira el mercado y la concepción que tiene de la sociedad cuando mira el poder político. Es como si el Gobierno confiara en que se puede llevar adelante un proyecto de economía de mercado sin prestarle atención a la calidad institucional. Es un viejo prejuicio, digamos, un viejo vicio de lo que se llama, si uno recorre la historia del país, el liberalismo argentino, que es un liberalismo hemipléjico.
El optimismo que tiene el mercado financiero frente a los resultados de la economía o frente a la orientación de la gestión económica compite y contrasta en tensión con cierto malhumor que se empieza a percibir en el electorado, y las encuestas siguen mostrando que el problema de la inflación empieza a ser un problema secundario para la gente y se convierte en un problema mucho más importante la corrupción y, sobre todo, el problema del empleo. No es necesariamente el problema de la ocupación, sino el miedo a quedar desocupado, a tener un empleo de peor calidad o que me suspendan en el empleo que tengo. Puedo tener miedo a no poder pagar el transporte para llegar a mi trabajo y tener que elegir un empleo peor, pero más cercano. Todos los problemas de empleo empiezan a subir en la cabeza de la gente. ¿Qué nivel de politización tendrá ese problema, hasta dónde afectará la política y la imagen del Gobierno?
Para muchos encuestadores, esto se viene hablando en la prensa desde hace más o menos un mes, ya empezó a afectar a Milei y a su gobierno. Pero tiene todavía una ventaja importante o, si uno quiere, dos: la mayoría de la población sigue entendiendo que las penurias económicas, el ajuste que hay que absorber, las noticias antipáticas que produce el Gobierno son culpa de la gestión anterior. Y además, no solamente hay un problema con el pasado, sino que hay un problema con el futuro. Cuando uno imagina un escenario hipotético y saca a Milei del gobierno, la verdad es que no hay ninguna fuerza política, ningún líder político hoy en la Argentina que tenga la capacidad y, sobre todo, la credibilidad de armar un relato alternativo. Es decir, un relato alternativo que nos diga de dónde venimos y hacia dónde vamos de una manera más convincente que la que tiene Milei para más o menos la mitad de la sociedad.
Entonces, el antecedente de un gobierno muy desastroso, como fue el de la última experiencia kirchnerista, acusada por los mismos kirchneristas de ser un desastre, y la perspectiva de que en el futuro no aparece alguien que pueda competir conceptualmente con la práctica y la credibilidad de Milei, le da al Gobierno un enorme margen de maniobra y un enorme margen de error. Esto hace que el electorado asimile lo que tal vez en otro momento no hubiese asimilado y hubiese generado una movilización en contra del Gobierno.
No es solo un problema conceptual; lo que vemos es que hay una descomposición opositora en lo que estaría fuera de La Libertad Avanza. Juntos por el Cambio, como es obvio, ya estalló; ya no existe más. Y si hubiera que encontrar una prueba, la prueba está en Martín Lousteau diciendo que Macri se entiende con Milei por negocios. Bueno, Martín Lousteau es el presidente del radicalismo, que se supone integra una coalición llamada Juntos por el Cambio, con el PRO de Macri y con la Coalición Cívica de Carrió. No son discusiones solamente entre partidos; como sabemos, hay discusiones intrapartidarias. La posición de Lousteau respecto del Gobierno y respecto de Macri no tiene nada que ver con la posición, por ejemplo, del gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, o del presidente del bloque del radicalismo en la Cámara de Diputados, Rodrigo de Loredo. Es decir, hay una discusión dentro de Juntos por el Cambio, en el PRO y en el radicalismo, respecto de qué distancia o lejanía, qué nivel de consenso o de agresividad hay que tener respecto de Milei.
¿De qué hablaba Lousteau cuando menciona negocios? Está insinuando que María Tettamanti, la nueva secretaria de Energía, fue puesta por Macri para amparar determinados negocios energéticos. ¿Por qué se sospecha esto? Los que quieren sospechar dicen que Tettamanti viene de Camuzzi, la distribuidora de gas de Alejandro Macfarlane, que está íntimamente ligado a Macri y probablemente sea el empresario más cercano a Luis Caputo, el ministro de Economía. ¿Todo esto es así? Es cargar sobre la espalda de María Tettamanti un prejuicio.
Hay muchos prejuicios dando vueltas sobre el sistema energético y sobre la política energética. Inclusive hay quienes creen —y no sabemos si es cierto, pero es un rumor que circula en estas hora entre gente muy bien informada— que en los próximos 30 días habrá una escandalosa condonación de deuda del Estado a las empresas distribuidoras de electricidad, que tienen una deuda de billones de pesos con Cammesa, la empresa que toma la electricidad de los productores y la vende a las distribuidoras.
Ahí estuvo Daniel Vila, socio de José Luis Manzano en Edenor, que dice: “Nosotros no le debemos a Cammesa; nos deben a nosotros. Porque si tomáramos el contrato original y la tarifa del contrato original, y calculamos todo el atraso tarifario que hubo a lo largo de los años, es el Estado el que nos debe a nosotros. Nosotros le vamos a condonar la deuda al Estado”. ¿Qué viene a hacer Tettamanti? Veremos si son prejuicios o prevenciones.
Macri podría decir: ¿de qué negocios habla Lousteau? Porque Lousteau es una figura importantísima, probablemente sin desmerecer a nadie, el mascarón de proa de un radicalismo porteño que no es muy presentable, liderado políticamente por el binguero Daniel Angelici, con dirigente muy gravitante en la conducta del jefe del partido radical, que es Emiliano Yacobitti, arraigado en los intereses de la UBA, que tiene una inserción extraordinaria en el PAMI.
En este gobierno, Yacobitti es el PAMI; el segundo del PAMI, el vicepresidente Carlos Zamparolo, antes de ser subdirector, era el director de la obra social de la UBA, que dirige como vicerrector Yacobitti. Es más, tal vez hubo gente del PAMI marchando a favor del salario de los docentes universitarios, y ahí hay un puente muy activo, no sabemos si personal, pero político entre Santiago Caputo y Yacobitti. Si queremos, también podemos agregar a Lucas Nejamkis, de quien ya hablamos cuando tocamos la nueva agencia tributaria de Andrés Vázquez, de Stiuso. Todo esto es un sistema; no se sabe si Milei lo conoce al detalle. Las continuidades que hay donde parece que solo hay rupturas. O sea, Macri podría hablar de los negocios de Yacobitti con el Gobierno con el mismo derecho con que Lousteau habla los negocios de Macri en la energía. Todo esto está en discusión porque se están discutiendo muchos negocios, muchos ligados a los medios de comunicación.
No solo el Gobierno levantó este lunes la exención del IVA, también decidió —y esto parece que no es una decisión de Santiago Caputo sino de Federico Sturszenegger, que es un agente liberalizador del Gobierno— licitar los 100 MHz que el Estado le había dado en la licitación del 5G a Arsat, una compañía que maneja Santiago Caputo y su consultora. Arsat va a estar desprovista ahora de ese activo, que es importantísimo. Eso se va a licitar, junto con 50 MHz que quedaron en manos del Enacom, y van a tener que competir el Grupo Clarín, Telecom, Claro y Telefónica por esos activos que son la clave para la modernización de las telecomunicaciones. Pérdida de poder para el Enacom y para Arsat.
Otra novedad que afecta también a los medios de comunicación es que se le quita la obligatoriedad a las empresas de cable de tener que subir las señales de noticias a su grilla. Esto también produce todo un cambio en el sistema de medios de comunicación y en el sistema de la comunicación política, porque daría la impresión de que, en la filosofía de este Gobierno, en la concepción última de la comunicación, está favorecer las redes y debilitar a los medios profesionales.
Hay una interna, entonces, que desbarata Juntos por el Cambio, y hay otra interna que fisura al peronismo. A Cristina le sale un desafiante: Kicillof. Contrariado, está buscando su lugar y el alcance de brazos en su disputa con Cristina. Kicillof decidió desnacionalizar su pelea, provincializándola. Pero no se pronunció a favor de la candidatura presidencial de Cristina para el PJ. Dijo que Cristina era una líder indiscutible, que era imposible pensar la política del PJ sin ella, que los años de Cristina fueron los mejores. Pero dijo también que hay que respetar la diversidad y produjo un texto con un párrafo importantísimo: “Lo que nos trajo hasta esta derrota es el autoritarismo interno, la imposibilidad de discutir, la consideración de que el disidente es un traidor”. ¿De quién está hablando? Bueno, no es difícil la respuesta: ¿cuál es el líder del peronismo, del kirchnerismo, más identificado con este tipo de concepción, si uno quiere, autoritaria?
Al lado de Kicillof, mejor dicho, al lado de Andrés “el Cuervo” Larroque circulaba este video de un discurso de Néstor Kirchner: “No queremos más las prácticas del culto al individualismo, la personalidad y la teoría del jefe. Esas teorías que tanto daño han hecho a la política argentina, la han quebrado en su calidad y hasta en su propia moralidad de ejecución y llevarla adelante”. ¿De quién estará hablando? Parece que habla de Cristina. Para Kicillof, hablaría de Cristina. El gobernador no se va a pronunciar sobre la expresidenta agresivamente; lo que está diciendo es: “Pido apoyo en la provincia de Buenos Aires”. Tiene una ventaja: el sistema electoral. Al establecer dos sistemas electorales distintos, uno para la Nación —la boleta única— y otro el sistema tradicional para la provincia, le da al gobernador y a los intendentes una autonomía que antes no tenían respecto de los liderazgos nacionales. ¿Por qué? Porque de facto se desdobló la elección, entonces Kicillof tiene más margen de maniobra como gobernador, ya que el dedo de Cristina es menos poderoso.
Kicillof tiene otra carta, la institucional. También, podría desdoblar el calendario electoral y adelantar las elecciones de la provincia de Buenos Aires. Esta es una vieja fantasía de todos los gobernadores bonaerenses. Es muy difícil que en la cabeza de Kicillof hoy anide esa fantasía porque sería muy agresivo para el kirchnerismo nacional y para la lista de diputados nacionales, que ahí sí quedaría desprovista del aparato que tiene el peronismo en la provincia de Buenos Aires y que le ha dado tanto poder.
Este debate sobre la figura de Cristina llega en un momento complicado. El 13 de noviembre, muy probablemente la Cámara de Casación confirme la sentencia del tribunal oral sobre Cristina: seis años de prisión y, por añadidura, automáticamente inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos. Cristina va a quedar a merced de la Corte y de cuándo ésta decida si esa inhabilitación y esa condena son correctas o si deben ser revisadas ante posibles violaciones de garantías.
Entonces, en este contexto de una Cristina Kirchner muy expuesta a la Corte, a la misma Corte a la que ella, a través de sus diputados, le promovió juicio político, empiezan a tener significado algunas fotos, como una en la que se ve a Horacio Rosatti, presidente de la Corte, siendo escuchado por Eduardo Valdés, del corazón de Cristina, miembro de la comisión de juicio político. Lo está escuchando en una conmemoración por el 30 aniversario de la Constitución del ‘94.
Pero en otra foto se ve a Carlos Rosenkrantz, expresidente de la Corte, ministro de la Corte, saludando a Juan Martín Mena, ministro de Justicia y de Derechos Humanos de Axel Kicillof, pero sobre todo, probablemente, el operador judicial más calificado de Cristina Kirchner. Esta foto es significativa para ellos; están diciendo que no tienen desconexión total con la Corte. ¿A qué se debe esta foto? A que Rosenkrantz fue invitado por una organización que se llama Los Espartanos, que organiza actividades para presos a través del rugby, a recorrer una cárcel en San Martín y lo recibe el encargado de cárceles, que es el ministro de Justicia.
Cristina condenada, retirada del juego electoral muestra una Argentina que empieza a parecerse un poco a Brasil, donde fue inhibido Jair Bolsonaro hasta el año 2030 y donde Lula estuvo 508 días preso, inhibido también de postularse como candidato por un juez, Sergio Moro, que después terminó siendo ministro de Justicia del que le ganó a Lula, de Bolsonaro. La corrupción, la judicialización de la política y la politización de la justicia terminan introduciendo enormes distorsiones en el juego democrático. Por eso, es tan importante el tema de la corrupción en el origen de esta secuencia.
Lula estuvo a punto de venir a la Argentina al acto de Kicillof del 17 de octubre para devolverle atenciones a Milei, que fue al acto de Bolsonaro. Si Lula no viene a los actos de Kicillof es porque ahora la tensión entre Kicillof y Cristina lo pondría en contra de ella. Pero la relación de Lula con Milei sigue siendo muy mala y se va a notar cuando viaje a Brasil para la reunión del G20; le van a hacer sentir esa agresividad. Lula se la va a hacer sentir, de alguna manera, a un gobierno que mira de otro modo a los chinos, que sigue peleado con el presidente brasileño, pero que tiene una sorprendente alianza con los Estados Unidos.
En otra foto vemos a la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, al ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, al ministro de Salud, Mario Lugones, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, con el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, que es el que gestionó esa reunión. Es rarísimo que haya cuatro ministros en una reunión. Además, dos personas muy importantes: el subsecretario de Estado para los temas de drogas de Estados Unidos y la encargada de los temas de narcotráfico de Naciones Unidas para el Cono Sur. Un tema central para Estados Unidos en su visión de América Latina es la seguridad y la instalación de mafias, del crimen organizado. De eso se trató esta reunión que ocurrió el 15 de octubre en el Palacio San Martín y que fue un éxito de Stanley, que encuentra una ratificación de que Milei puede ser más o menos pragmático, pero que esta línea la mantiene.
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