Una "timba grossa" que también apuesta en las urnas
Si alguien tenía dudas de cómo votan los mercados, el viernes habrá podido observar una respuesta concreta. Aunque vale la aclaración de que los mercados no "votan", sino que lo hacen los ciudadanos. ¿A qué viene esa diferencia, si los operadores también lo son? Es que su objetivo, en tanto representantes de los capitales, es solo ganar plata, o en todo caso no perder mucha. Y está muy bien que así sea. Es decir, va más allá de sus preferencias personales o partidarias. Sí es cierto que se sienten más cómodos con el actual gobierno, sobre todo porque las propuestas de la oposición aún no se dejaron ver en esta difusa campaña de las PASO y el recuerdo de lo que hicieron cuando fueron gobierno no es precisamente grato.
Pero bien, ¿qué pasó el viernes? La veda electoral no impidió que circularan en los principales escritorios de aquí, de Brasil y de Wall Street dos encuestas (algunos mencionaron alguna más) en las que los resultados eran auspiciosos para el oficialismo. En eso creyeron "los mercados", gente de carne y hueso (aunque a veces no lo parezca) que, como todos, defiende sus intereses (o los de sus clientes, da igual).
Pero ¿bastan dos encuestas para mover las cotizaciones? Acción de manual financiero: como los activos argentinos (bonos y acciones) están muy baratos, hay que comprar antes del "no va más" y esperar que suban, y en todo caso vender cuando se encarecieron, si el panorama cambia.
¿Y si sale mal? No sería la primera vez que una encuesta le errara al resultado. ¿Se puede vender rápido el lunes? "No llegás a tiempo", respondió un veterano de estas lides a este cronista. ¿Entonces? ¿Es una pura apuesta o también expresión de deseos de que sea verdad? "Timba grossa", respondió el experto, en puro lunfardo. No sería la primera vez que una movida así saliera mal.
Más allá de que el resultado final de la elección se defina en octubre (o noviembre, según haya o no segunda vuelta), los operadores (bancos de inversión, agentes de bolsa, traders de distinto tipo y color) y el propio Gobierno evalúan distintos escenarios según los números que arrojen las máquinas de Smartmatic esta noche.
Si el resultado es ajustado entre los dos principales candidatos, probablemente nada cambie en lo inmediato. "Pero si algún candidato saca 43% el domingo, se leerá como muy cercano al 45% necesario para ganar en primera vuelta. Eso puede provocar un impulso adicional", explicaba la noche del viernes un analista financiero, sin aclarar, temeroso de la veda, si ese impulso sería al alza o al derrumbe, y dependiendo de quién lleve la delantera.
Si el resultado hace que se mantenga la tendencia al alza de los precios, quien haya apostado el viernes podrá esperar tranquilo mientras ve cómo se abulta su patrimonio, y en todo caso elegir el momento de salir. Si, en cambio, todo fue albur de un día y los precios caen, tendrá dos caminos: vender junto a la manada, "realizar la pérdida", como se dice en la jerga, y esperar otra oportunidad; o bien mantenerse a la espera de que el cuadro se revierta. Después de todo, quien juega en estas canchas no suele necesitar esos fondos para ir al supermercado al día siguiente.
En cualquier caso, y más allá de las martingalas electorales, no hay que perder de vista que faltarán aún poco más de dos meses para la definición real y concreta. ¿Sería realmente irremontable un resultado abultado en cualquiera de los dos sentidos? En el Gobierno esperan con fruición que empiecen a llegar las buenas noticias. Las que se conocieron la semana pasada no fueron precisamente así: las fuertes caídas en la actividad de la industria y la construcción (-1,8% y -4,2%, respectivamente, en la medición desestacionalizada de junio) que difundió el Indec el martes dejaron ver que la recesión aún se mantiene, más allá de los números auspiciosos de los meses anteriores.
Ahora bien, el próximo jueves el instituto oficial informará el índice de inflación de julio, cuando, según coinciden casi todas las consultoras privadas, el costo de vida habría aumentado en torno del 2/2,5%, un nivel aún altísimo (en Bolivia la inflación anualizada de julio fue 1,9%), pero que suena a música agradable frente al 2,7% de junio, y confirmaría la progresión descendente desde marzo.
En la misma línea puede leerse el último informe de expectativas económicas y laborales (IGEE) de la consultora Kantar relevado en julio. Por cuarto mes consecutivo, destaca el estudio, mejoró la percepción de la población sobre su futuro inmediato, "con lo que se puede hablar de una consolidación de la tendencia positiva". El indicador sobre situación económica actual y futura personal y del país arrojó mejoras de 8 y 5 puntos, respectivamente (a 71 y a 76 puntos en cada caso). En materia laboral, el indicador de mejora actual subió 6 puntos (de 74 a 80) entre junio y el mes pasado, y la expectativa a futuro aumentó 4 puntos (de 65 a 69).
Del mismo modo, el indicador que mide la predisposición a la compra de bienes durables creció 6 puntos. Aquí puede medirse el impacto de una de las medidas que tomó el Gobierno para incentivar el consumo en tiempos preelectorales: la reinstauración del programa Ahora 12, ayudado por bancos y cadenas de electrodomésticos con los planes en cuotas sin interés.
Los niveles que logran las expectativas en esta encuesta "alcanzan niveles similares a los de mayo de 2018, cuando se iniciaba la última crisis con la primera devaluación fuerte del año pasado", destaca Julieta Dejean, directora de la división Insights de Kantar. Y confirma, implícitamente, cuál era el objetivo del Gobierno con la política cambiaria: "La estabilidad del dólar del mes pasado podría explicar la recuperación del IGEE, que viene mejorando mes a mes después de haber tocado su punto más bajo en marzo de este año".
Según la investigadora, el indicador "no experimentaba un crecimiento durante 4 meses seguidos desde septiembre de 2017". Y completa: "Recién a partir de la última medición podemos decir que nos alejamos del piso de expectativas que fue marzo, con 65 puntos".
De allí que en Hacienda y en el Banco Central estén atentos a la oscilación que pueda tener esa variable tan sensible al bolsillo de los argentinos como es el dólar.
Su impacto en los precios puede ser decisivo en la inflación de agosto, si los temblores que provocó la guerra comercial entre Estados Unidos y China la semana pasada se reiteran en lo inmediato. El cierre del viernes, con solo una leve alza en un panorama global complicado (esta vez, el peso no sufrió lo mismo que otras monedas emergentes), hizo sonreír a los funcionarios.
En esta instancia, en la que el Twitter de un presidente puede hace temblar al mundo, todo indica que el apoyo para que se mantenga habrá que buscarlo adentro.
Más leídas de Política
Relevo en Defensa. El ministro Luis Petri le pidió la renuncia a su jefe de Gabinete, un militar retirado
Tiene orden de captura. Pepín Rodríguez Simón quiere volver al país y pidió declarar sin riesgo de quedar detenido
Candidato a la Corte. Dura impugnación a Lijo por parte de Carrió y el Club Político Argentino: apuntan a su patrimonio y su manejo de causas