La propiedad es un ícono de Cannes por su diseño curvo que atraviesa toda la propiedad, desde las paredes hasta las camas y piletas
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La bahía de Cannes es una de las costas mas glamorosas de la Riviera Francesa. Anfitrión del icónico festival de cine, por sus calles desfilan una serie de boutiques coquetas, las cotizadas playas de arena (y no de piedras, algo típico en la Costa Azul) y hoteles palaciegos. Sin embargo, una de sus construcciones se lleva todas las miradas desde su construcción que se extendió entre 1975 y 1989. El Palacio de las Burbujas (Le Palais Bulles) es una mansión de diseño que extiende todo su esplendor en 1200 m² en una de las montañas de la cordillera Massif de l’Esterel.
Con un motivo esférico, absolutamente toda la arquitectura tiene formas curvas lo que la identifica como una casa escultórica. Sus planos fueron diseñados por el arquitecto húngaro Antti Lovag a pedido del industrial francés Pierre Bernard, aunque su dueño más célebre fue el diseñador de moda Pierre Cardin quien la compró como su casa de veraneo.
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De las 28 habitaciones que componen a la propiedad, 10 son dormitorios en suite. La decoración de cada uno estuvo en manos de un artista diferente, entre los que se encuentran Patrice Breteau, Jerome Tisserand, Daniel You, François Chauvin, Jêrome Tisserand y Gerard Cloarec. Aún así, todos coincidieron en aunar los estilos bajo formas curvas que se plasman en camas, muebles y sillones. Las chimeneas y los televisores no son la excepción y también consiguieron estos objetos que cumplen con el factor común del diseño.
Todo su exterior está pintado de un color rosa, cuyo hormigón de ladrillo se intercala con tragaluces ovalados que decoran el paisaje de la Costa Azul. Este color contrasta con el verde de la frondosa vegetación que rodea la propiedad y también combina en composé con el interior de alguno de sus ambientes, aunque a veces los diseñadores optaron por colores arena o fuertes contrastes en tonos de azul.
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Entre sus numerosos ambientes, se puede destacar un lujoso recibidor, un salón panorámico y un anfiteatro al aire libre al borde del acantilado con capacidad para 500 personas. Los amenities también hacen brillar a la propiedad, ya que cuenta con numerosas piletas redondas y cascadas con vistas al Mediterráneo que pintan un paisaje paradisíaco en los días de verano.
El valor de la mansión se multiplicó luego de su renovación en 2016 que concluyó cinco años después. Esto la posicionó en el mercado inmobiliario como una de las propiedades más caras de la bahía -y del mundo- y revalorizó la propiedad en €400 millones.
Grandes eventos se celebraron en el siglo XX, como la muestra de una colección de moda Christian Dior, el 40 aniversario de James Bond y numerosos after-party que procedieron del Festival de Cannes.
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