No hay duda de que los desarrolladores somos gente creativa. Existen posgrados universitarios y diversas cámaras y asociaciones, como la nuestra, que enfatizan a través de cursos y seminarios en las cuestiones de coyuntura para darles agilidad de reacción ante las cambiantes circunstancias. Entonces, por qué los desarrolladores no buscan terrenos adecuados y diseñan proyectos con última tecnología para que puedan construirse con suficiente calidad y menores costos, además de ofrecerlos con financiación accesible para atender las necesidades de la gran cantidad de personas y familias de ingresos medios. Muchos esperan ansiosos la posibilidad de independizarse, casarse, adecuarse a sus actuales necesidades y, a la vez, dejar de gastar todos los meses en un alquiler que nada les deja.
¿Por qué insisten en cambio en atender sólo las necesidades de inversión de aquellos pocos que tienen resueltos sus problemas y buscan resguardar excedentes? Desde la AEV trabajamos hace años para la generación de análisis, ideas y propuestas en pos del acceso a la vivienda para la clase media. Creemos en la generación de clase media a partir de dar acceso a la vivienda propia a quienes así pasarían a integrar ese universo de los que creen en el estudio, el esfuerzo y la perseverancia para lograr el desarrollo personal, y luego transmiten a sus hijos esa concepción de vida. Para el desarrollo de la vivienda realmente necesaria –así como para tantas metas y propuestas declamadas que luego fueron tergiversadas por los resultados ulteriores– falta todo lo básico y esencial, que sólo puede provenir del Estado. De haber existido, ¿qué duda cabe que la creatividad de los desarrolladores, empresarios ambiciosos y entrenados como debe ser, no estaría empeñosamente trabajando en su favor? Ellos tienen muy en claro que si esas cuestiones básicas faltan, es ocioso y muy riesgoso cualquier intento.
Lo poco que se hace está tomado con alfileres. Falta una moneda estable de referencia; sin ella, las tasas de interés deben ser altas y riesgosas para ambas partes, y por tanto, el crédito a largo plazo no aparece. Faltan los elevados salarios que sólo una economía eficiente y competitiva puede producir, en especial bajos aquí si se los compara con otras épocas en términos del costo de construir. Faltan incentivos para el que está cerca, pero no llega: él es quien mueve la rueda del mercado, de la producción y la generación de empleo. Falta descubrir aún que sólo la actividad privada con reglas claras y sin voracidad fiscal es capaz de construir el proyecto necesario al precio posible.
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