El desarrollador Gonzalo Monarca festeja los diez años de su empresa. Asegura que hay que trabajar en proyectos y ser creativo en los negocios pensando en la gente
La luminosa primavera brilla por las calles de San Isidro, el lugar de pertenencia de Gonzalo Monarca, donde ha transcurrido su vida. Un empresario joven, que comparte la idea de sus colegas en el mundo del Real Estate de que es necesario atender la coyuntura y a la vez apartarse para no dejarse amilanar por las noticias desalentadoras, y seguir con los objetivos de la empresa que dirige hace precisamente una década, el Grupo Monarca.
Tan sereno como firme en sus ideas, comparte una charla amable, sin premura, en sus oficinas modernas y espaciosas, pero a la vez despojadas, con amplios ventanales que miran a entornos verdes, típicos de esa encantadora zona, en el eje norte del Gran Buenos Aires. Tal vez los más memoriosos, que frecuentaban los famosos veranos marplatenses, recuerden ese apellido y lo asocien con otro muy famoso: Héctor Amadeo Monarca, abuelo de Gonzalo, que construyó con su carisma y olfato para el negocio una empresa exitosa.
Gonzalo Monarca tiene vagos recuerdos de su abuelo, porque apenas tenía 5 años cuando lo perdió. Pero tiene presente ese vínculo afectuoso muy estrecho que se transmite en sus palabras. "Mi abuela siempre decía que yo heredé su estilo, su natural creatividad para los negocios." Y se ríe mientras aclara: "Me encantaría que fuera así. Me gusta lo que hago, me encanta trabajar e innovar junto a buenos equipos, con los mejores profesionales, que es la mejor manera de alcanzar resultados exitosos. Y vamos detrás de ese objetivo".
Parece difícil encontrar en estos días alguien que se muestre dispuesto a festejar la primera década de su empresa dadas las circunstancias del mercado, pero pese a todo y sin negar la realidad es optimista. Dice que lo es por naturaleza. Pero además tiene razones para compartir ese festejo.
"Estos diez años han sido clave para la empresa. Hemos sumado más de 400.000 m2 en obras, muchos, condominios. En Nordelta edificamos más de 150.000 m2. Nuestro objetivo consiste en darle valor a las casas con buena construcción. Incluso hemos comprado tierra en zonas que otros no querían, construimos y generamos un cambio." Menciona entre sus proyectos Pasionaria, donde estaban los studs. La zona, por cierto, cambió, y mucho.
"Transformar tiene un gran impacto. En el sur, en Hudson, compramos un predio de 120 hectáreas; en Berazategui también vamos a construir. El sur tiene gran potencial. El año próximo se lanzará un proyecto en una zona que se va a transformar. Compramos tierra a un precio razonable y la propuesta será interesante para la demanda. Nosotros apostamos al volumen del negocio."
Un emprendimiento exitoso que decidió encarar es Pilar Lagoon, cuyo atractivo indiscutible es la laguna transparente, que bordea una extensa playa, allí rodeada de departamentos con muy buena vista. "Es como estar de vacaciones todo el año. Y esto le encanta a la gente." Claro que hay que pensar que estas obras llevan tiempo, alrededor de 6 o 7 años para su consolidación. Agrega: "Las Crystal Lagoons son un suceso en todo el mundo. Es una gran innovación como proyecto. Por eso tenemos cuatro y sumaremos dos que se lanzarán el año que viene o en 2016".
–¿Cuál fue la génesis de la empresa?
–Comenzamos a fines de los 90 con una empresa, Inel, de servicios de iluminación, de electricidad. También dimos algunos pasos en la gastronomía: construimos restaurantes listos para terceros. Después armamos otra unidad de negocios y se transformó en la constructora Desarrollos Inteligentes (DI). La empresa construye para nosotros, pero también para terceros. La idea fue construir a partir de San Isidro en el área suburbana. Pensando siempre en atender las necesidades de la gente, prestamos atención a sus reclamos y buscamos mejorar las propuestas, para que los nuevos propietarios vivan cómodos, que se sientan felices con su espacio.
Claro, que tantas obras, allá cambió la escala del negocio. Y se fue armando Grupo Monarca.
–¿Cuál es el perfil del que compra?
–Los compradores son los que ahorran en pesos o tienen dólares y los convierten, porque creen que es un buen momento para colocarlos en proyectos y así se capitalizan. Nosotros hemos pesificado todo lo que vendemos y la gente se anima porque sabe que la tierra o el ladrillo tienen valor. Y eso les da seguridad, además del placer de mudarse a un lugar que les gusta.
Admite que alguna vez pensó en experimentar en la ciudad. "Pero finalmente seguimos con lo nuestro, lo suburbano. Nos gusta construir un departamento que parezca una casa rodeada de verde y uno o dos amenities. No más." En estos negocios muchas veces me quedo con tierra o metros cuadrados. Y seguimos, porque el potencial es enorme. Vendemos una gran parte de nuestros proyectos con nuestra propia empresa, pero también venden otras empresas de muy buen nivel. "Creo que las inversiones están a la espera del momento de comenzar otra vez. No será fácil, pero es necesario que se apliquen otras reglas. También es necesario trabajar pensando en el largo plazo, buscando además soluciones concretas para disminuir el déficit habitacional. Un compromiso que no se puede eludir."
Un empresario que hizo historia
Para Héctor Amadeo Monarca la historia comenzó circunstancialmente en Mar del Pata, en los años 30. Salió a vender por la playa primero alfajores, pero enseguida entendió que había que ofrecer sándwiches para ofrecer a la gente en la playa. Y acertó: los sándwiches Monarca fueron furor en la costa de entonces y así nació una marca altamente competitiva. "Con su carisma, empuje y el olfato natural para el negocio creó casi desde la nada una industria exitosa", dice su nieto. Con el tiempo, Héctor Monarca abrió locales y la empresa familiar alcanzó un crecimiento sorprendente. Una marca que hizo historia.