
Por Cristina L. de Bugatti Para LA NACION
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Este año los lotos del estanque del Jardín Botánico de la Facultad de Agronomía de la UBA han florecido mucho más tarde y aún están en flor. El lugar está enmarcado por altos bambúes, un espinillo, algunos papiros y una frondosa morera, a cuya sombra hay un cómodo banco: es decir, un espacio para la contemplación. Ya había escrito sobre este lugar, en enero de 2000, pero cada vez que lo visito me produce la misma honda impresión: el sol de la mañana tocando apenas el agua, y las libélulas de azules alas metálicas vigilando sus presas.
El ingeniero Juan José Valla, director de este Jardín Botánico, es quien los ha investigado y quien recuerda que la ingeniera agrónoma Ana María Miante trajo de Tsukuba, Japón, las semillas de estos lotos, que germinaron exitosamente. Actualmente, su reproducción agámica resulta segura, de manera que todos los inviernos, cuando la planta entra en reposo, se extraen algunos rizomas para ralearlos, ya que se vuelven invasores, y los rizomas extraídos se replantan y se obtienen nuevos ejemplares.
Estanques con profundidad mayor de 50 cm, un espeso fondo de tierra y sol crean condiciones adecuadas para su cultivo, pero también se ha tenido éxito en un tambor de 20 litros, ubicado en una terraza. Hay experiencias de su cultivo hasta en La Pampa.
Uno de los atractivos adicionales de la planta son las hojas: como tienen una cobertura impermeable, las gotas se deslizan como brillantes sobre la limpia superficie. Tal mecanismo "ultrahidrofóbico" de la planta, que produce una "autolimpieza" ha sido observado por investigadores de la Universidad de Bonn, Alemania, e inspiró similares investigaciones en el INTA y el Instituto Nacional de Energía Atómica. El objetivo es crear superficies autolimpiantes, que se podrían aplicar en biotecnología; en cristales para circuitos ópticos; en la industria textil, telas a prueba de agua; en el hogar, en vidrios, revestimientos o pinturas.
El ingeniero agrónomo Juan Alvelo y Araujo suele visitar este estanque. Como practicante de yoga encuentra allí profunda paz y tranquilidad. No es un aporte menor el que nos regalan estas flores.





