Buscan el equilibrio ambiental, tienen tratamiento y reciclado de residuos urbanos y reutilizan las aguas de los lavatorios, duchas e inodoros; algunos obligan a construir en seco
A nivel global son cada vez más los inversores de una nueva generación, más involucrada en los temas de sustentabilidad, con el futuro del planeta y de sus hijos. Son perfiles que llevan en su ADN la intención de buscar sistemas sostenibles y económicos. Trabajan en proyectos que minimicen la producción de desperdicios, ahorren energía y recursos.
Utilizan sistemas que mermen el uso de agua y reducen el consumo energético y de los costos. “Al optar por este tipo de sistema constructivo se evita el derroche de recursos y de materiales como sucede –por lo general– con los métodos tradiconales. Además, los procedimiento amigables suelen generar una mayor conciencia ambiental, que mejora tanto la calidad constructiva como la de vida”, explica Omar Eidelstein, vicepresidente de Sipanel, que realiza productos cuyo primer componente es la madera, que se obtiene de bosques de forestación controlada certificados por el Consejo de Administración Forestal (FSC, por sus siglas en inglés), garantizando el manejo responsable de los recursos naturales.
Y agrega el ejecutivo: “El componente aislante de los productos es espuma de poliuretano, que puede ser reutilizada en forma indefinida, considerándolo así un material altamente reciclable”.
La tendencia hacia propuestas sustentables de la mano del crecimiento de generaciones más comprometidas con el medio ambiente generó que surgieran proyectos “verdes”. Por caso, Atardeceres es el primer barrio sostenible de gestión comunitaria. Está compuesto por 44 hectáreas ubicadas sobre la ruta 39, a cinco minutos de Capilla del Señor,
El emprendimiento desarrollado por Asuma, un grupo interdisciplinario compuesto por arquitectos, ambientólogos, diseñadores industriales y gráficos, está emplazado sobre tres hectáreas de monte. Actualmente, se encuentra en obra la parquización de la ribera, el área deportiva y el centro cultural y recreativo.
“Con el objetivo de garantizar el equilibrio ambiental, el barrio contempla: tratamiento y reciclado de residuos urbanos para reducir las cantidades de desechos que van a los rellenos sanitarios. Además buscamos aprovechar el valor material y energético de la basura y contaminar lo menos posible la tierra. Instamos a la utilización de las energías alternativas como el uso de los paneles solares, salamandras de doble combustión, la reutilización de aguas y prevención de la contaminación de las napas, la aplicación de biodigestores que asegura el completo tratamiento de los efluentes domiciliarios y la utilización de “aguas grises” provenientes de lavatorios y duchas e inodoros. A su vez, se tiene en cuenta la forestación urbana, donde los espacios verdes cumplen en todo momento una función ecológica y ambiental”, detalla Cinthya Graciarena, su presidenta.
Otro caso es Faro Belén. Con vista al mar y acantilados de unos 60 metros, está ubicado en la segunda lobería más importante del Golfo San Matías localizado en la costa del océano Atlántico, en el límite entre la provincia de Río Negro, y Chubut. Una zona en donde a menudo se observan ballenas; con cercanía a Bahía Creek, un pintoresco pueblo con playas accesibles de aguas cálidas, práctica de pesca y deportes náuticos. Allí, el reglamento obliga a la construcción en seco en los sectores más frágiles. Este tipo constructivo permite evitar el derroche de recursos, aumentar significativamente la aislación y el ahorro de energía consecuente y prácticamente no deteriora el ambiente en comparación con la obra húmeda o tradicional. “Además, una vivienda sustentable debe al menos proveerse de energía mediante paneles solares, reutilizar agua de lluvia y aguas grises, tratar de manera primaria los efluentes y tener buenas orientaciones y aleros para controlar el ingreso de radiación solar. Esto implica a mediano y largo plazo un importante ahorro de recursos tanto de energía como agua, lo que se traduce en un ahorro económico importante. Regulando el ingreso de luz solar, favoreciendo la ventilación cruzada y aumentando la aislación, se pueden evitar grandes gastos de calefacción y refrigeración en los ambientes. Hay muchos factores combinables para lograr una vivienda sustentable y existen diferentes grados de sustentabilidad”, destaca Lucas Pedrazzi , vocero del proyecto. Daniel Osk, presidente de la desarrolladora Desur, agrega que el desarrollo total tiene 280 lotes y en esta primera etapa están desarrollando 70. “Al no haber cercos ni plantas exóticas, el paisaje que se genera es de aldea con casas sueltas sobre el entorno”, relata. El campo tiene 1500 hectáreas y 10 kilómetros de acantilados frente al mar, donde los terrenos y las áreas comunes incluyendo calles ocupan menos del 15 por ciento de la superficie y las viviendas menos del 1 por ciento del área total. El resto, se destina a un área de reserva”.
El precio del metro cuadrado es muy variable dependiendo del sistema que se elija, las terminaciones y la logística a la hora de pensar y armar una casa. “Como media tomamos US$ 1000/m2, pudiendo bajarlo sensiblemente si se estandariza la forma de construcción, se minimiza el desperdicio de material y se planifica al detalle la obra. Hemos observado técnicas constructivas muy eficientes donde la casa fuera armada y despachada desde Buenos Aires, para luego ser ensamblada en una semana en el lugar”, finaliza Osk. ß
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