
Es sabido que los desarrolladores estamos acostumbrados a manejarnos en la dificultad, pero la endeblez de las instituciones y las condiciones macroeconómicas han repercutido con fuerza en el mercado inmobiliario, y esto finalmente arrastra también a la construcción de viviendas. Las necesidades siguen existiendo. Lo grave es que sólo una delgada capa de nuestra sociedad las puede satisfacer, mientras que para el resto se postergan y se agravan.
Los desarrollos al costo, otrora menospreciados por las grandes inmobiliarias, hoy constituyen su solitario caballo de batalla. La decisión final recae en el inversor individual, sabio y precavido por naturaleza. La suya resulta ser la difícil prueba de fuego que deben superar aquellos pocos emprendimientos exitosos. Nada de los clásicos de siempre, donde además no quedan terrenos o resultan excesivamente caros; nada de intentar con segmentos menos favorecidos, porque ahí no encontraremos posibilidad de pago. Sólo mucha creatividad y conocimiento del negocio pueden atraer a los inversores minoristas, todos juntos y en cantidad suficiente para poder iniciar un proyecto que se banca en conjunto y por todos. Así son las obras al costo. Luego, si tienen éxito y superan la etapa inicial de convocatoria y asociación depararán inmejorables resultados porque serán los únicos, nuevos y competitivos cuando se dé vuelta la taba del mercado, lo que quizá podría vislumbrarse en 2015. Mientras, con los fondos de la Anses y del Tesoro no habrán de faltarle recursos al plan Procrear, aunque está en dificultad para encontrar a quienes califiquen para pagar las cuotas resultantes, y esto a pesar de que sus tasas de interés impliquen, a este paso inflacionario, cada vez una mayor descapitalización del sistema.
Desde la Asociación de Empresarios de la Vivienda difundimos ideas, que aplican países vecinos con excelentes resultados e incentivan a la actividad privada –sin costos para el erario público– en la producción de viviendas accesibles para la clase media. Desde distintos estamentos del Estado percibimos ecos de nuestras propuestas, en algunos casos con aplicaciones concretas como la del Banco Ciudad, y otras como proyectos de políticos de la oposición o como principio de conversaciones con las autoridades nacionales pertinentes.



