Una pileta redonda integrada al paisaje en la selva misionera, como un ojo de agua en medio de la espesura, y una cuadrada en un lote corto semiurbano, para ganar mayor superficie de uso en el jardín.
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El diseño buscó integrar la pileta al paisaje, recreando un “ojo” de agua dentro de la selva misionera.
Es un punto focal muy impactante desde la casa, porque está elevada un metro y medio, y desde este desnivel se dirigen las visuales hacia ella.

Un semicírculo de buxus podados refuerza la forma y disimula el gabinete con las maquinarias de mantenimiento.
La pileta es de cemento con terminación de revoque fino sin pintar. Así, el tono gris oscuro multiplica el follaje del entorno.
Proyecto (pileta y paisajismo): Martita Pestaña de Otero, paisajista.
Cuadrada, integrada al entorno
La pileta fue diseñada en formato cuadrado para ganar mayor superficie de uso del jardín, porque el lote es corto.
Para lograr un punto focal contra el cerco posterior y así contrarrestar el tamaño del lote, diseñaron un murete con una caída de agua hacia la pileta, que además suma sonido y frescura.
Para el revestimiento interno se usó el mismo que recubre toda la casa, para mimetizarla y quitarle protagonismo.

El murete se usa como elemento lúdico, desde donde los niños se tiran al agua

Proyecto de paisaje y pileta: Estudio Barzi-Casares
Proyecto de arquitectura: Ricardo Pereyra Iraola













