Patricia López Corradi es restauradora y anticuaria. Pero su curiosidad la llevó a probar en distintas áreas: ambientaciones, organización de eventos, diseño de prendas con recuperación de textiles vintage. Además, es la creadora de su propio jardín selvático.
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El espacio verde es totalmente instintivo. Cuando Patricia López Corradi, Pato –como la llaman– llegó a esta casa en San Isidro, no existía un jardín.
Desde el momento que la vio, supo que quería generar una pequeña jungla, nada que fuera disciplinado. Entonces, con el paso de las estaciones y de los años, comenzó a tomar forma.

Así, el lugar creó para sí mismo un microclima donde las especies se despliegan en armonía: “Jungla suburbana angelada”, define su hacedora.
La idea general del paisajismo se basó en la libertad y la exuberancia: “Como una mujer sin maquillaje, con el cabello revuelto por el viento. Un poco salvaje, un poco misterioso, mucho de poético”
Dominan los plátanos, las strelitzias, los hibiscos, alguna orquídea salvaje, helechos, monsteras, agaves y suculentas.
Se involucró ciento por ciento en el diseño. Claro que existieron pruebas y errores, pero también pruebas y aciertos. La naturaleza siempre agradece los actos de “dejar ser”.

Las reglas del jardín
No al uso de pesticidas ni químicos, se poda lo estrictamente necesario. Lo que nunca puede faltar es el verde, siempre verde, y por supuesto el piar continuo de los pájaros.
Aquí siempre hay lugar para una planta más y toda la biodiversidad que conlleva.
“Disfruto mirar y escuchar mi jungla, darle de beber a las plantas, mirar colibríes que liban del hibiscus, las pequeñas ranas que cantan durante las noches de verano”.

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