Cli-Fi. Libros que pueden ayudar a solucionar la crisis ambiental
Desde miradas apocalípticas o con el foco puesto en las posibles soluciones, hay toda una literatura que aborda los peligros del cambio climático
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El calentamiento global provocó que los polos se derritieran, inundando ciudades enteras. Los pocos humanos que sobreviven se desplazan en embarcaciones por las avenidas y los techos de los rascacielos son el único refugio desde donde contemplar un planeta Tierra bajo el agua. La inquietante trama pertenece a El mundo sumergido, la novela del inglés J.G. Ballard, escrita en 1962 y considerada una de las primeras obras de ficción climática.
La literatura nos viene advirtiendo sobre los efectos del cambio climático hace décadas. El problema es que los libros que hace apenas unos años se leían como lejanas distopías hoy son escenarios cada vez más concretos de lo que nos espera si no cambiamos el rumbo.
Si bien el cruce entre la crisis ambiental y la ficción ganó terreno en las las pantallas con películas como la flamante nominada al Oscar No mires arriba –protagonizada por Leonardo Di Caprio, este tanque de Netflix es una alegoría sobre nuestra incapacidad para reaccionar ante el cambio climático–, lo cierto es que en la literatura ya cuenta con una larga tradición. De hecho, tiene su propio sub-género: el Cli-Fi, por climate fiction, claramente inspirado en el Sci-Fi.
Su último gran exponente es El Ministerio del Futuro, un best seller que figura en la lista de favoritos del siempre influyente Barack Obama. Su autor, Kim Stanley Robinson se vale de una serie de testimonios ficticios para narrar cómo nos afectará a todos el cambio climático en un futuro. Lo escalofriante es que ese futuro que planeta arranca en 2025. A la vuelta de la esquina.
Pero, ¿puede la ficción despertar nuestras conciencias y ayudarnos a combatir la crisis ambiental global? Claro que puede. El cambio climático como fenómeno es tan abrumador, tan absoluto –léase, que el ser humano sea el responsable de alterar la temperatura del planeta hasta volverlo inhabitable– que muchas veces nos hacemos trampas mentales para no reaccionar ante la amenaza que supone.
Es por eso que algunos todavía niegan las evidencias científicas, mientras que otros simplemente se paralizan de solo pensar en el problema. Ante semejante aprieto, una literatura especulativa que anticipe estos escenarios sirve para entender cuáles podrían ser las consecuencias futuras de nuestras decisiones actuales.
Apocalípticos vs. optimistas
Muchas de estas obras son apocalípticas, como El año del diluvio, de la aclamada Margaret Atwood, que en el mismo tono de El Cuento de la Criada retrata el horror que deben atravesar los sobrevivientes de una sociedad que, con la excusa del progreso científico y tecnológico, destruyó la naturaleza por completo. O la corrosiva Clima, novela de la estadounidense Jenny Offill, que aborda con crudeza la inminencia del fin del mundo debido a las catástrofes ambientales pero sin perder el humor.
Existe también una literatura climática más optimista, que prefiere poner el foco en las soluciones necesarias para resolver la crisis ambiental. Y, en la línea de Isaac Asimov, el gran maestro de la ciencia ficción y de la divulgación, muchos de estos autores suman elementos científicos y técnicos a sus historias, lo cual hacen más realistas los escenarios que plantean.
Por ejemplo, El Ministerio del Futuro explora algunos de estos posibles caminos. ¿Pueden las nuevas tecnologías como el blockchain lograr que las grandes empresas bajen sus emisiones de dióxido de carbono? ¿Si los países cooperan es posible innovar para detener el deshielo del Polo Ártico? ¿Qué impacto ecológico tendría acabar con la desigualdad?
“Hay suficiente para todos. Así que no debería haber más gente viviendo en la pobreza. Y no debería haber más multimillonarios. Suficiente debería ser un derecho humano, un piso por debajo del cual nadie pueda caer pero también un techo por encima del cual nadie puede elevarse. Suficiente es tan bueno como un banquete, o mejor”, reflexiona desde un futuro cercano uno de los protagonistas del libro de Kim Stanley Robinson ante la crisis ambiental.
Está claro que no dejan de ser novelas. Pero cada vez hay más razones para creer que a la ficción climática hay que tomarla en serio.
El autor es periodista especializado en sustentabilidad y fundador de www.Aconcagua.lat
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