El rey de los perfumes, fue al mismo colegio que el Papa Francisco, es amigo de Valentino y exigente como docente: “No permito ´sarasas´”
Bernardo Conti, químico y nariz eximia, asegura: “Un kilo de resina de oud vale igual que uno de oro”
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El creador de perfumes únicos para marcas locales e internacionales, licenciado en química, políglota, adorador de la historia y dueño de un abanico de anécdotas alucinantes es argentino y tiene 55 años. Dandy y perfumado las 24 horas haciendo honor a su nariz eximia, Bernardo Conti fue al mismo colegio de Villa Devoto que el Papa Francisco, vivió en Suiza, se hizo amigo de Valentino, el gran diseñador italiano y hoy, además de asesorar a medio mundo, sigue siendo profesor.
Su carrera comenzó cuando, ya recibido, dio con un puesto clave como ayudante en el laboratorio Firmenich, una de las principales compañías perfumistas del mundo, creadora de fragancias para Ralph Lauren, Dior, Dolce&Gabbana o Armani. Después vino la licenciatura, la experiencia en Ginebra (donde se entrenó en la técnica de evaluación olfativa) y toda una vida dedicada a los aromas, los grandes maestros, las celebridades y un universo vinculado a la estética y el arte.
Es simpatiquísimo, pero exigente. Puede alterarse y reflejarlo con un suspiro sutil. “Hay gente que no sabe con qué mano se lleva la cartera. Y muchos de mis alumnos no pueden describir qué es algo agrio, o astringente”, dice.
–Empecemos por la cartera...
–Mano izquierda, siempre. Porque la mujer y el hombre deben tener la derecha libre, para poder estrecharla.
–¿Y qué pasa con las palabras? Te obsesionan casi como los aromas.
–Me encanta la docencia y tengo mi escuela de perfumistas. Y corrijo mucho. No permito “sarasas”. Eso de no poder definir algo agrio, por ejemplo, pasa a menudo. Cuando pido que me lo describan me dicen “pasado”. Entonces les sugiero que recurran a la Real Academia Española, que busquen. Ahí verán que simplemente se trata de algo ácido. Algo que actuando sobre el gusto o el olfato produce sensación de acidez. También hay confusión con lo que significa astringente. Hay etiquetas de vinos que son espeluznantes, usan descriptores sin saber lo que son. Ponen “grosella negra”, que no existe. Es una mala traducción. En realidad están hablando de casis. Como profesor de botánica, me cae pésimo.
–¿El perfume es prehistórico?
–Sí. Los sumerios inventaron la escritura cuatro mil años antes de Cristo. Las primeras tres tablillas fueron encontradas en la Mesopotamia, escritas en sumerio. Una hablaba de un satélite que rodeaba la tierra cada tanto. Otra de la guerra pasada y la última de las virtudes del ciprés. O sea que el hombre prehistórico ya usaba perfume.
–¿Fue Catalina de Médici uno de los personajes históricos más apasionados con el tema de los perfumes?
–Ella cambiaba de perfume todos los días. Era una mujer muy arreglada. Fue la primera en vestir de color rojo porque se había descubierto el palo tinto de Brasil y lo tenía en exclusividad. Nadie sabía su secreto y ella amaba decir que tenía su propia sangre en la ropa. Tenía su perfumista que podía realizarle una fragancia por día. En ese entonces estaba de moda la manzana, la rosa, las hierbas aromáticas. Mucha lavanda, romero, salvia. Y se utilizaba el pomander (poma de olor), esa esfera de metal que iba como colgante. Adentro llevaba una pomada perfumada, o las hierbas. Era fundamental para protegerse de las pestes. El mal olor indicaba peligro de infección.
–Los muchachos de antes no usaban perfume. Pero sí gominas perfumadas, como la de Gardel...
–Los hombres, más o menos desde la época victoriana hasta 1950, no usaban perfume porque se consideraba femenino. El método de perfumación era la brillantina lavanda, una especie de gel o gomina. Andaban totalmente perfumados, pero no utilizaban el líquido en botellita. Antes de la década del 50 solo existieron dos personas famosísimas que se perfumaron: Napoleón y Manuel Belgrano.
–¿Qué perfumes cambiaron la historia?
–Primero, en 1792, la aparición del Eau de Cologne de Jean-Marie Farina, que se desarrolló en la ciudad alemana de Colonia. Es la que usaban Belgrano y Napoleón. Era y es (porque sigue existiendo), unisex. Y se considera el primer perfume comercial. Después, en 1882, Paul Parquet creó Fougère Royale, otro ícono. En 1917, Francoise Coty revoluciona la industria con Chypre. Y por supuesto, en 1921, aparece la gran Gabrielle, “Coco”, con el Chanel N°5, que fue el primer floral aldehídico. Esos fueron los cuatro íconos de la historia.
–Últimamente está de moda el olor secreto. Usar perfumes caros, difíciles de encontrar. ¿Es el nuevo lujo?
–Muchos hablan de perfumes de nicho, pero está mal. Se le dice perfumería indie, por independiente. O sea que no están ligados a las marcas, a los diseñadores de moda. Si bien esto existió siempre, se puede hablar de cierto furor que comenzó hace 20 años, con un modelo de artesanato y exclusividad. Uno de los pioneros fue el bisnieto de Nina Ricci, con Juliette has a gun. Hay un grupo de gente que disfruta con esto de la recomendación boca a boca, esa cosa de saber que pocos usan ese perfume, que no es tan fácil conseguirlo porque no está en cualquier esquina parisina. Las características de los perfumes de lujo siempre son precio alto y dificultad para encontrarlos.
–¿Cómo definís la perfumería argentina?
–Hay una muy buena perfumería argentina hecha con esencias importadas, con perfumistas que fuimos formados en el extranjero. Si bien los ingredientes entran con dificultad, se logra un buen nivel. Casi todas las marcas de ropa tienen sus perfumes y se logra un precio, digamos, razonable. Por supuesto que esto tiene que ver con que no hay campañas de publicidad millonarias ni frascos caros. Las cajas son más modestas. En donde se pone la magia y todo el trabajo está en lo que va adentro.
–¿Es cierto que Lady Gaga pidió que su perfume oliera a sexo?
–Sí, quería que oliera a piel, sexo, que fuera un poco animal. En ese momento necesitaba llamar la atención, romper cánones. Por eso el vestido de vidrio, o aquel famoso todo de carne. Hoy en día la ves y casi te diría que es una mujer normal. ¿Si tuvo éxito ese perfume? Sí, obviamente lo compró gente con dinero, aquel que puede tener muchos perfumes y jugar. Porque es una fragancia para oler a sexo; no tenés ganas de llevarlo a todas partes.
–Hoy todos hablan del oud. ¿Qué tiene esa madera, que es tan cara?
–Lo que se utiliza es la resina, que prácticamente es sagrada, de Oriente Medio. Es residual en la piel, muy sensual, atractiva, y no se parece a nada que uno conozca. Podés encontrarle aspectos de cuero, humo, piel humana perfumada. Y el kilo vale lo mismo que el de oro.
–Gabriella Chieffo, perfumista italiana, hizo un perfume llamado Ragú que huele a tomate, albahaca, especias. ¿Qué harías vos en la Argentina?
–Me iría para el lado del mate, o un dulce de leche, un alfajorcito de maicena.
–¿Qué no va con qué? Grieta de aromas...
–La rosa y el jazmín. Que cada una esté con su historia, juntas no van.
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