Del equilibrio que exige a la armonía que fluye: una nueva mirada sobre el bienestar laboral
En la Bienestar Fest, Myriam Álvarez Iturre, directora de Personas de Movistar, propuso cómo hacer para que la dimensión del trabajo no quede afuera de nuestro bienestar integral
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“Myriam Álvarez Iturre, directora de Personas de Movistar, es alguien que se saca el cassette”, presentó la periodista de La Nación Carla Quiroga a la ejecutiva que desde hace años viene reflexionando sobre talento y transformación organizacional, aunque también acerca de desarrollo personal en clave de bienestar.

La conversación tuvo lugar en el Espacio Inspiración de la Bienestar Fest, el evento que el último fin de semana reunió en el Hipódromo de Palermo a más de ocho mil personas interesadas en explorar el “arte de estar bien” desde múltiples perspectivas. Una de ellas – y sin dudas esencial– es el bienestar laboral. No solamente porque pasamos buena parte de nuestras vidas trabajando, sino porque el trabajo tiene un impacto profundo en la salud física y mental. Pero además no se trata solo de sustento: lo laboral involucra también identidad y propósito, autoestima y pertenencia.
“Más que hablar de equilibrio entre vida personal y laboral, a mí me gusta pensar en armonía”, expresó Álvarez Iturre. “Equilibrio es una expresión que venimos usando hace mucho, y tiene un matiz de que requiere mucho esfuerzo. Porque para lograrlo tenés que estar todo el tiempo midiendo, incluso se asocia a la imagen de un equilibrista”.
“El de armonía, en cambio, es un concepto que conecta más con un fluir, un estado al que uno le puede sumar su propia perspectiva –continuó–. En tiempos de hibridez, la dicotomía entre la vida personal por un lado y la laboral por otro perdió vigencia. El trabajo también puede ser un espacio donde mostrarnos auténticos y vivir en armonía, con nosotros mismos y con nuestro entorno”.

“Todos podemos tener días difíciles”
Entre cómodos pufs frente al escenario y algunas sillas dispuestas en derredor, el público seguía con atención una conversación que abordó temas súper presentes en la vida cotidiana.
“Todos podemos tener días difíciles y trabajar junto a personas difíciles. Y sin llegar a la simplificación de ‘todo depende de cómo te lo tomes’, la verdad es que sí, hay un espacio para elegir cómo cultivar esos vínculos en pos de nuestra propia armonía. Es una decisión íntima y en principio individual, aunque también repercute en lo colectivo, porque la energía se comparte y contagia”, explicó Álvarez Iturre.

“Hay cuestiones laborales que hasta nos generan síntomas físicos. A veces te da ansiedad solamente ver el nombre de alguien en un correo que no abriste y no querés abrir, y ni hablar cuando tengas que contestarlo y esperar una respuesta. Tal vez no puedas o no te quieras ir de ese trabajo, pero sí podés elegir cómo quedarte. Y cuando empiezan a aparecer las red flags, hay cosas que sí podemos hacer: una pausa consciente, llamar a alguien, tener una conversación que nos haga bien, retirarse unos minutos, meditar, o incluso salir a caminar”.
Por eso el mandato del equilibrio tiende a ser demasiado exigente: no te da la vida para hacer todo lo que ‘tenés que’ hacer. Hay momentos en los que, más que equilibrar, se trata de elegir cómo cuidarse”, concluyó.
La conversación dejó en claro que el bienestar laboral ya no se reduce a beneficios o pausas activas: implica un cambio cultural más profundo. De ahí que pensar el trabajo como parte del bienestar (y no su enemigo) puede ser el desafío de una época que busca reconectar productividad con humanidad.
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