Personas que llegan convencidas de que los bloqueos emocionales no repercuten en el cuerpo descubren, con sorpresa, que tenían mucho guardado
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La danza primal es un método de desarrollo personal basado en la recuperación de los movimientos naturales y espontáneos que la socialización, muchas veces sin querer, termina apagando. Y lo hace mediante una práctica grupal-corporal-energética que nos permite liberarnos de los bloqueos emocionales que guardamos en nuestros cuerpos, y que suelen ser el origen de numerosas disfunciones y patologías. No se trata de un baile, no requiere ninguna experiencia previa, ni involucra movimientos complicados o coreografías. La palabra danza es simplemente una metáfora que vuelve a reconectarnos con el fluir y la dinámica natural de la vida, es trascender la errónea creencia en que la vida es una lucha estresante que hay que librar cada día y recuperar la libertad, la espontaneidad, la creatividad y el juego.
Comencé mis investigaciones en el CONICET hace más de 40 años, en pleno despertar de la medicina psicosomática, cuando los profesionales de la salud empezábamos a comprender cada vez con más claridad la influencia de la mente en los procesos corporales. Sin embargo, mi hipótesis inicial iba por otro lado, yo estaba convencido de que el cuerpo también influye en la mente con gran intensidad. Muchas décadas después, el avance de la neurociencia ha demostrado que la forma en que respiramos, sentimos, nos movemos y, sobre todo, nos relacionamos tiene una influencia determinante en nuestros estados mentales.
Las ciencias de la salud han comprobado de manera inequívoca que la danza, incluso cuando es solo un baile, tiene enormes efectos positivos en la preservación de la salud e incluso como adyuvante en tratamientos de innumerables tipos de patología. Sin embargo, cuando al movimiento se le incorpora una respiración consciente, un contenido emocional, el encuentro con otras personas y un profundo sentido de transformación, la danza va mucho más allá y se convierte en un medio para el despertar de una conciencia corporal mucho más profunda y saludable.
Vivimos en una época en la que estamos saturados de estímulos mentales, pensamos, especulamos, nos preocupamos y nos estresamos de manera compulsiva, lo que somete a nuestros cerebros a un gran desgaste permanente, por eso, necesitamos salir de la mente y, como siempre afirmo, no hay forma más simple de detener la locura de la mente que entrar conscientemente en nuestro cuerpo.
Después de más de cuarenta años trabajando con personas y grupos, comprobé algo que al principio intuía y que recién con el tiempo pude nombrar: muchas de las dificultades que enfrentamos no se resuelven solo con pensamiento, reflexión o conversaciones. Yo mismo me formé en un modelo profundamente conversacional y cognitivo, pero veía que siempre quedaba un resto sin atender. Mucho lenguaje, mucha cabeza, poca emoción, poco cuerpo. Y poca conexión con esa dimensión espiritual entendida como sentido, como vivencia de conexión con la vida, no como doctrina.
Interacciones Primordiales
Danza Primal no constituye un simple método o un conjunto de técnicas aisladas. Forma parte de un modelo de comprensión de la naturaleza humana, sus potencialidades, desafíos y disfunciones al que he denominado Interacciones Primordiales. Este modelo afirma que todo lo bueno, verdadero y bello que podamos experimentar en la vida, depende de nuestra capacidad de crear y sostener relaciones interpersonales armónicas, saludables y productivas. Ya sea que hablemos de la familia, la pareja, la amistad, el trabajo, la profesión o la realización espiritual, todo está íntimamente relacionado con nuestra capacidad de cultivar lo que llamamos “el arte del encuentro”.
Esta dimensión fundamental de nuestra existencia requiere para su despliegue de un trabajo integral y sistemático, por eso, el modelo interacciones primordiales incorpora, además del trabajo corporal energético, un modelo conversacional y un sistema de meditación basado en experiencia científica y sin ningún tipo de dogmas religiosos.
Despertar nuestra conciencia corporal, liberar nuestros movimientos naturales, poder desplegar diálogos y encuentros interpersonales saludables, encontrar un espacio para el silencio y la quietud en nuestra mente, son capacidades que se integran mediante un modelo sistemático y coherente. Desde esta mirada abordamos los procesos de desarrollo personal y transformación en todas las dimensiones que nos constituyen como seres humanos.
El resultado es un profundo encuentro con nuestra propia naturaleza, nuestra identidad original, abrazando nuestras emociones, nuestras potencialidades y abriéndonos al encuentro humano desde el propio centro en el que todo lo que somos hecha raíces y florece.

La primera experiencia en danza primal suele ser sorprendente. Personas que llegan convencidas de que “no les sale nada corporal” descubren que tenían mucho guardado y disfrutan del alivio de la liberación emocional y energética. Otras, acostumbradas a explicarse, descubren qué pasa cuando no hay que hablar, sino registrar. No nos basamos en interpretaciones automáticas del tipo “si te duele acá significa tal cosa”. El cuerpo es más complejo que cualquier manual, pero sí es cierto que cada zona del cuerpo expresa algo distinto: carencia, deseo, sostén, sensibilidad, confianza, expresión, trascendencia.
Para eso desarrollamos un repertorio de más de setecientos ejercicios que permiten trabajar cada una de nuestras capacidades básicas, articuladas con funciones emocionales y con el sistema nervioso. No es moverse al azar pero sí con confianza, libertad y espontaneidad. Es moverse con sentido, emoción y profundidad.
En los espacios de danza primal no hay corrección estética. De hecho, lo digo siempre: los bailarines suelen ser los más desafiados, porque quieren hacerlo “lindo”. Y acá lo lindo no interesa. Lo que importa es lo honesto. La práctica combina movimiento, lenguaje y meditación. A veces hablamos; otras, no. A veces aparece una emoción; otras veces, una liberación física. Todo es válido si es auténtico.
Trabajamos también con lo que llamamos “lingüística primordial”: una manera de comunicarnos que evita la manipulación, las interpretaciones forzadas y los disfraces que muchas veces usamos para no decir lo que sentimos. Y con prácticas de presencia basadas en neurociencia, no en religión. No porque tenga nada contra lo religioso, sino porque la espiritualidad que me interesa es la experiencia interna, no la creencia.
Con los años entendí que casi todo lo que vivimos podría describirse como una interacción primordial: con un vínculo interpersonal, con una decisión, con una emoción, con una misión. Y esas interacciones muestran con enorme claridad cómo estamos por dentro. El cuerpo no miente. Lo que evitamos afuera suele ser lo que evitamos adentro. Y lo que se tensa afuera suele venir tensándose adentro desde hace tiempo.
Por eso, más que un método para “sanar”, prefiero pensar la danza primal como un espacio para registrar lo que ya está presente. A veces eso trae alivio; otras veces, claridad; otras, una fuerza vital que estaba apagada sin que nos diéramos cuenta.
A lo largo de estas décadas, muchas personas quisieron profundizar más allá de la experiencia vivencial. Por eso desarrollé la Formación en Interacciones Primordiales y danza primal: un recorrido donde transmitimos los fundamentos teóricos, la comprensión del cuerpo y la energía, los métodos de trabajo y la forma de acompañar procesos humanos sin forzar, sin interpretar de más y sin caer en recetas fáciles. Los profesionales de la salud pueden formarse en esta disciplina como terapeutas. El resto de las personas pueden hacerlo como profesores, coaches o counselors, para trabajar con personas sanas que buscan una mayor liberación de sus potencialidades. Muchos de nuestros alumnos ya tienen formaciones previas en psicoterapia, coaching o counseling, y descubren en nuestra formación que pueden expandir sus conocimientos con herramientas que van más allá de lo conversacional.
Es una capacitación seria, accesible para personas de distintos ámbitos, y que busca algo simple: que cada quien pueda integrar en su vida cotidiana lo que siente en el cuerpo cuando se mueve de verdad. Esta formación se imparte desde hace décadas en numerosos países de Sur y Norteamérica y Europa. Y nuestros egresados la han llevado al resto del mundo, incluyendo lugares tan lejanos como la India, Singapur o Groenlandia. Y se imparte también aquí en Buenos Aires, a cargo de un equipo docente formado por profesionales universitarios, a través de Fundación Columbia.

Después de tantos años, todavía me sorprende la potencia de lo simple. Cuando el cuerpo empieza a moverse sin exigencias y sin juicios, muchas veces aparece exactamente lo que necesitábamos ver. No porque haya magia, sino porque dejamos de bloquear lo que estaba intentando llegar a la superficie.
La danza primal no pretende dar respuestas fáciles, ni transformar a nadie en alguien distinto. Propone algo más básico: recordar que, cuando la mente baja un poco la velocidad, el cuerpo sabe hablar. Y que en esa voz, muchas veces, encontramos un orden que hace mucho estábamos buscando.
*El autor es psicólogo clínico, magister en desarrollo personal e interpersonal, profesor universitario de grado y post grado, fundador de EPTI (Escuela de Psicología Transpersonal-Integral con sedes en numerosos países), autor de diversos libros y artículos científicos, creador del modelo “Interacciones Primordiales” y docente de Fundación Columbia. Entre sus obras se destacan “El Vínculo Primordial”; “Danza Primal” y “Meditación Primordial”, todos publicados por Editorial Continente.
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