Avances en una importante batalla que parecía perdida
Se trabaja en uno de los más graves flagelos de la Argentina: las adicciones. Un problema que no discrimina, que traspasa fronteras, que afecta a personas de todas las edades y de todos los ámbitos. Un problema que quita libertad y limita la posibilidad de concretar proyectos. Un drama que hace estragos, que nos duele. Las drogas erosionan sueños y destruyen familias. El narcotráfico invade barrios, cambia sus dinámicas, todo lo tiñe. Pero a este drama se le está dando batalla.
Hoy es el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, y nos convoca a plantearnos de qué manera se seguirá avanzando en esta contienda fundamental. Reducir el consumo empieza por la prevención y sigue con el tratamiento. Además, exige trabajar tanto en el territorio como en la implementación de políticas públicas que mejoren la calidad de vida de los argentinos y los impulsen a salir adelante y a ser protagonistas. Y esa tarea se encara en equipo, con aliados de todos los ámbitos.
Uno de los ejes fundamentales del plan de gobierno fue recomponer el Observatorio Argentino de Drogas, con el objetivo de tener un diagnóstico claro del problema y de sus dimensiones en todo el país. Porque sobre este tema también faltaban cifras, datos concretos y confiables, y saber la verdad permitió confirmar que la Argentina no era "un país de tránsito", como nos habían querido hacer creer.
El siguiente paso fue implementar una herramienta que evaluara las acciones que llevamos adelante para analizar sus resultados. Para ello se desarrolló el Estudio Nacional de Consumo y un Censo Nacional de Centros de Tratamiento. Hoy, todas las provincias cuentan con observatorios y organismos provinciales a cargo de equipos formados y comprometidos a dar esta batalla.
También, y porque estamos convencidos de la necesidad de fortalecer a nuestras comunidades -que tienen la capacidad de funcionar como una red de contención fundamental ante casos de adicción-, se coordinaron distintas iniciativas con organizaciones sociales y religiosas, especialmente en los barrios populares donde durante años el Estado dejó de dar respuestas. Es un trabajo cuerpo a cuerpo, de cercanía, empatía y confianza.
Al mismo tiempo, se desarrollaron programas de prevención para la comunidad educativa -alcanzando a más del 75% de las escuelas de todo el país-, cárceles, sindicatos y clubes deportivos. Y desde el Ministerio de Seguridad se puso en marcha el programa Argentina sin Narcotráfico, con una serie de operativos que hicieron historia por la cantidad récord de toneladas de droga incautada, búnkeres derribados y narcotraficantes detenidos a lo largo y a lo ancho del país.
Desde el primer día se trabajó en prevención, en atención y en abordaje territorial, intentando, al mismo tiempo, entender por qué bajaba la edad de consumo. Para eso se fortaleció la articulación con las provincias, los municipios y las organizaciones de la sociedad civil.
Luchar contra el narcotráfico es uno de los principales compromisos que asumió este gobierno. Esto se ve reflejado en nuevos acuerdos, en la federalización de los centros de inteligencia criminal, en incorporar más y mejor tecnología. También se trazaron mapas del delito para atacar a bandas.
En la Argentina, en serio se empezó a combatir a las mafias.
Así, cada paso dado hacia adelante fue un paso atrás para las mafias. Cada gramo de droga decomisado e incinerado es un gramo de droga que no llega a las manos de nuestros chicos. Queda mucho por hacer, pero se empezó. Hace tres años y medio se está peleando juntos, como nunca antes, contra la adicción y el narcotráfico, y en ese camino no hay vuelta atrás.
Como gobierno nos comprometimos a conocer, a entender, a hacer. Con esa premisa se aumentaron los programas de prevención en materia de adicciones en un 400 por ciento y se logró el crecimiento del sistema de atención integral.
Esta lucha es parte del enorme cambio cultural con el que se está transformando el país a través del diálogo, del trabajo en equipo y especialmente de la verdad. Ese cambio que surgió del corazón de millones de argentinos y que está dando pasos contundentes, escribiendo una página de esperanza y futuro en la historia de nuestro país.
La autora es ministra de Salud y Desarrollo Social de la Nación
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