Cumplió con la amenaza a su ex: ahorcó a la hija y se suicidó
El filicida tenía 21 años y la víctima, 2; la colgó de un árbol
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Fue una tragedia anunciada. Su autor había anticipado varias veces que lo haría, pero en Lules, ciudad situada al sur de San Miguel de Tucumán, nadie quería creer que Leonardo Almirón podía ser capaz de ejecutar aquello con lo que amenazaba. Hasta que el viernes lo cumplió.
"¡No la vas a volver a ver más: la voy a matar!", le gritó Almirón a Estefanía Arias, de 21 años, como él. Hablaba de Solange, la hija de ambos, de dos años. Fue después de una de tantas discusiones que mantuvo con ella desde que, cansada de los maltratos, la joven cortó la relación y resistió sistemáticamente los pedidos de él de retomarla. La pequeña se convirtió, en el contexto de esa obsesión, en una pieza de sus chantajes emocionales.
El viernes al mediodía, según precisaron fuentes de la investigación, Almirón fue a la casa de su expareja en Las Tipas, cerca de la ruta 341, 25 kilómetros al sur de la capital provincial. Al cabo de la discusión, entonces, el joven tomó en brazos a la niña y escapó, sin que la madre pudiera impedirlo.
La abuela de la menor, enterada de lo ocurrido, salió presurosa en busca de ayuda. Llegó hasta un retén policial montado para controlar el cumplimiento de la cuarentena por el coronavirus.
Desde la tarde se montaron rastrillajes en Lules, una zona de clubes deportivos y quintas de descanso rodeada de montes. La caída del sol puso freno a la búsqueda, que prosiguió anteayer, con drones y más personal de la comisaría de Lules, la Guardia de Infantería de la Unidad Regional Oeste, la Policía Municipal y el Cuerpo de Bomberos Voluntarios. Incluso baqueanos y lugareños se sumaron, montados a caballo, al rastrillaje.
A las 16.30, según se informó, una partida policial encontró a Solange y a su padre; pendían de un limonero, uno de los tantos en esa zona de plantaciones de citrus. Ambos estaban muertos.
Según los primeros informes periciales que recibió la fiscal tucumana Mariana Rivadeneira, Almirón habría colgado a su hija y, una vez consumado el crimen, hizo lo mismo y se suicidó.
"No puedo creer que ese infeliz haya cumplido con la amenaza. Siempre decía que le haría algo a la chiquita. Y encima se mató para no enfrentar las consecuencias", dijo Mario Bravo, uno de los tantos consternados vecinos de Las Tipas, según consignó el diario La Gaceta, de Tucumán.
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