Procesaron a 54 guardias por balear, golpear y gasear a presos del penal de Ezeiza, y encerrarlos durante días sin comida ni baño
Ocurrió tras una revuelta de los reclusos, motivada en reclamos por las condiciones de detención; la represión comenzó el 9 de junio de 2019 en el pabellón B del Complejo Federal I y se extendió hasta el 13
LA NACION
La desactivación de una revuelta carcelaria anclada en el reclamo de los presos por las condiciones de detención se convirtió en una suerte de cacería humana: hubo disparos con postas de goma a quemarropa, golpes a hombres que ya estaban reducidos en el piso y agresiones con gas pimienta en la cara; luego, cuatro días de castigo continuo: en celdas sin luz, sin comida, sin posibilidad de usar el baño ni recibir asistencia médica. Todo eso, cubierto por informes con datos falsos. Por esa intervención desproporcionada, y casi cuatro años después de los acontecimientos, 54 efectivos del Servicio Penitenciario Federal (SPF) fueron procesados, como acusados de torturar a internos del penal de Ezeiza.
Así lo dispuso el juez federal subrogante de Lomas de Zamora, Luis Armella, quien hizo lugar al requerimiento de la fiscal federal N°2 de ese fuero, Cecilia Incardona, según informó el Ministerio Público Fiscal (MPF) de la Nación informó a través de su página institucional, Fiscales.gob.ar. Armella también les trabó a los imputados embargos sobre sus bienes por sumas de entre 10 y 15 millones de pesos.
En la investigación colaboraron la Procuraduría de Investigaciones Administrativas (PIA), la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) y la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (Datip).
Para los acusadores, las torturas se produjeron en forma continua entre el 9 y el 13 de junio de 2019, en el Complejo Federal I de Ezeiza. Entre los penitenciarios involucrados hubo personal del cuerpo de requisa, médicos de guardia, bomberos del Grupo de Operaciones Anti Siniestros (GOAS), integrantes del Grupo de Resolución de Incidentes (GERI); celadores del pabellón B; y la totalidad del personal de la jefatura de turno de la Unidad Residencial III.
Según el MPF, todo comenzó cuando los penitenciarios ingresaron al pabellón B con el fin de disipar un reclamo de los reclusos allí alojados y en esas circunstancias “se produjo un uso desproporcionado e ilegítimo de la fuerza”.
De acuerdo a la imputación, los agentes “dispararon en numerosas oportunidades, con postas de goma, en forma directa al cuerpo de las personas privadas de la libertad, a quienes también rociaron con gas pimienta en sus rostros y sometieron a golpes cuando ya habían sido reducidos y no oponían resistencia”.
”Durante la secuencia, los médicos omitieron asistir a los lesionados, a quienes, además, expusieron sin causa justificada a los efectos del humo y el gas lacrimógeno dispensado por los agentes penitenciarios”, indicó el MPF.
Y agregó que luego las víctimas “fueron encerradas en sus celdas hasta el 13 de junio, periodo durante el cual no se les brindó comida, ni se los dejó utilizar las baños, duchas y luz artificial”, al tiempo que “tampoco se les brindó la debida atención médica”.
Tras ser alertado de lo ocurrido, una comitiva del Sistema de Coordinación y Seguimiento de Control Judicial de Unidades Carcelarias, a cargo del juez de la Cámara Federal de Casación Gustavo Hornos, concurrió al lugar y advirtió el estado en el que estaban los detenidos y posteriormente “se verificó que las autoridades penitenciarias falsearon las actuaciones administrativas y el sumario de prevención, a fin de ocultar su ilícito accionar”.
Por su parte, la fiscal Incardona, junto al auxiliar fiscal Claudio Pandolfi y personal de la Gendarmería Nacional, concurrió al complejo penitenciario para levantar rastros, recibir la declaración de las víctimas y documentar sus lesiones.
También constataron el estado de las instalaciones carcelarias y secuestraron las filmaciones de las cámaras de seguridad y documentación de interés para la investigación.
En paralelo, se interpuso una acción de habeas corpus, ante lo cual, la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata consideró que los hechos constituían un agravamiento ilegítimo de las condiciones de detención.
Sobre la base de todos los elementos reunidos en el expediente, 54 efectivos fueron procesados por el delito de torturas, y al jefe de día del establecimiento por la omisión de impedirlas.
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