A semanas de la primavera, una intensa nevada sorprendió a los habitantes del pueblo jujeño de Caspalá, distinguido como uno de los 10 mejores del mundo
El fenómeno meteorológico también afectó, aunque en menor medida, a otras localidades de la quebraba de la Quebrada de Humahuaca
Los habitantes del pueblo jujeño de Caspalá -distinguido como uno de los 10 mejores del mundo-, ubicado en el departamento de Valle Grande entre ríos y montañas, vivieron ayer por la tarde una jornada de domingo especial: las calles, canchas, las copas de los árboles y los techos de las casas se vistieron de blanco. La intensa nevada causó sorpresa entre los vecinos, que no esperaban tal evento.
La nieve en Caspalá, localidad ubicada a 3100 metros sobre el nivel de mar y a 120 kilómetros de Humahuaca, cayó por momentos de forma intensa, algo que hacía tiempo no ocurría de tal manera y que tampoco había sido anticipado por el servicio meteorológico. Hay quienes atribuyen este fenómeno a la “Tormenta de Santa Rosa”.
Algunos videos grabados por los vecinos y que se difundieron por las redes sociales dejaron observar el fenómeno meteorológico en algunos sitios históricos, como su capilla, construida en la década de 1840.
Una nevada un poco más tenue también cayó en algunas localidades cercana a la Quebrada de Humahuaca, lo que fue bien recibido por los productores y agricultores que atraviesan una temporada de sequía.
Caspalá, un distinguido pueblo
El pueblo de Caspalá, ubicado en un pequeño valle rodeado por cerros verdes, fue elegido en 2021 en el cuarto lugar del ranking que hace la Organización Mundial de Turismo sobre las “Mejores Villas Turísticas del Mundo”. Viven allí 350 mujeres, hombres y niños.
El viaje hacia este pueblo, que hoy ocupa el cuarto lugar en la nómina de las mejores villas del mundo según la Organización Mundial del Turismo, es largo y sinuoso, pero vale el esfuerzo. Para seleccionarlo tuvieron en cuenta su compromiso con la promoción y la conservación de su patrimonio cultural y con el desarrollo sostenible a través del turismo.
Caspalá tiene calles empedradas y predominan las casas de adobe con techos de barro y paja en monocromo tostado claro: una postal propia de las tierras altas de siglos pasados interrumpida por el color celeste pálido de la iglesia que se funde con el cielo. Es un pueblo bucólico donde las mujeres van vestidas con rebozos bordados con flores en azules, verdes, fucsias, o colorados, con polleras a tono, y de hombres que visten poncho de lana de oveja en su devenir diario.
Todo el pueblo trabaja en comunidad. Las artesanas tienen sus cooperativas: luego de tejer y bordar cada mañana salen juntas a trabajar la tierra para sembrar papas o maíz. Los hombres fabrican las telas que bordarán las mujeres en los telares y se ocupan de criar ganado en los parajes cercanos.
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