
Cambiaron el gimnasio y el personal trainer por los lagos de Palermo
Aire puro, espacios enormes y costo cero
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Facundo Trevi corre con ímpetu por el borde del lago de Palermo. Transpira y está agitado, pero sigue, rápido. "Hace mucho que no corría al aire libre; la verdad es que me resulta raro", dice.
Facundo hace ejercicio hace muchos años. Hasta hace unos meses, iba a un gimnasio que quedaba cerca de su casa, en Núñez. Pero perdió su trabajo y tuvo que resignar gastos. "El gimnasio fue una de las primeras cosas que corté. Pensé que no me iba a acostumbrar, pero la verdad es que ahora estoy contento de ejercitar al aire libre", se justifica.
Solange Grunewald tiene 28 años y es encargada del gimnasio La Imprenta, del barrio de Belgrano. "Se nota una merma en la cantidad de gente: respecto de hace un año, los clientes son casi un 40 por ciento menos", dice, preocupada, a LA NACION.
Según ella, que trabaja hace más de diez años en ese rubro, "las personas que no pueden pagar la cuota del gimnasio se van a correr por Palermo". El gimnasio donde trabaja queda a tres cuadras de los lagos y, según Grunewald, "la afluencia de gente a las calles es cada vez mayor".
Esta profesora de educación física asegura que, a pesar de que no hay una asociación que agrupe los gimnasios, "en reuniones con gente del ambiente está muy claro, y siempre sale a la luz, que la situación del sector es muy grave", cuenta.
Susana Gladys Peraso tiene 70 años y hace 50 que trabaja en un puesto de venta de bebidas frente al Rosedal, en Palermo. "Es impresionante la cantidad de gente que sale a correr. Son cada vez más", dice, impresionada.
Julieta y Vilma Serú asienten, mientras piden un agua sin gas. "Antes éramos socias de un club que tenía gimnasio; ahora venimos a trotar por acá, que es gratis", cuentan divertidas.
Agustín Cañete es el encargado de la sucursal de Megatlón en el microcentro, en Reconquista, entre Corrientes y Sarmiento.
"Nosotros estamos en plena zona bancaria y financiera, y casi todos nuestros clientes son hombres de entre 25 y 35 años que trabajan por acá."
Aclara, como si hiciera falta, que desde diciembre la tensión que se vive en la zona es notable: "Nuestros clientes comenzaron a quedarse hasta tarde en la oficina, y los que venían al mediodía ya ni salen a almorzar".
Además, asegura Cañete, "muchos perdieron su trabajo o vieron su sueldo disminuido, lo que los llevó a recortar la cuota del gimnasio".
En la opinión de este profesional del deporte, "la gente que no puede pagar más la cuota del gimnasio busca alternativas: está acostumbrada a hacer deportes y ahora busca espacios al aire libre, que son gratuitos".
No tan personal
Silvina García es vicepresidenta de la Asociación Argentina de Entrenadores Personales (AAEP). Asegura que muchos de sus clientes se quedaron sin trabajo y que lo primero que tuvieron que recortar fue el entrenador personal, un lujo para muchos por esta época.
"La hora de entrenamiento personal cuesta entre 20 y 40 pesos y ése es un monto demasiado cuantioso para gente que vio su sueldo reducido o directamente dejó de percibirlo." Comenta que es normal ver entrenadores que agrupan a tres o cuatro personas para bajar los costos.
Carlos Lozano, que solía entrenarse tres veces por semana con un profesor particular, contó que hace unos meses acopló a dos amigos a su rutina. "Se me hacía muy caro; de esta manera, puedo seguir entrenándome. El trato no es tan personalizado, pero es mi forma de adaptarme a la crisis y no dejar de lado el ejercicio físico", asegura.
Marcelo Valentino es preparador físico desde hace varios años. Dice a LA NACION que hay una tendencia que viene dándose desde hace un tiempo: "La gente que solía trabajar sola con un entrenador personal ha comenzado a traer amigos y conocidos para abaratar el costo de cada clase".
Valentino informa también que quienes ven sus posibilidades económicas limitadas por efecto de la recesión y del corralito financiero buscan alternativas para suplantar la rutina tradicional del gimnasio: corren o andan en bicicleta en espacios públicos. "La gente ve en la gimnasia una descarga de tensiones; por eso, antes de abandonarla, se adapta como puede."
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