Chacabuco: en canoa o Unimog, ir por el campo es una carrera de obstáculos

O'Higgins, Chacabuco.- Leandro Daffunchio bajó la canoa que estaba colgada en el galpón por segunda vez en 35 años. En 1980, en medio de una inundación, su padre, Néstor, la compró para moverse entre caminos y campos repletos de agua. Hace diez días, 60 de las 70 hectáreas que maneja aquí se inundaron y no le quedó otra alternativa que la canoa. A remo, hace 1500 metros para entrar al campo todos los días.

De lejos, por la vía del tren General San Martín que va a Junín aparece Walter Garbarini. Viene en moto. Apenas se mueve mientras corcovea. Bloqueado por el agua el camino que utilizaba, recorre 40 kilómetros por la vía para poder aproximarse a su establecimiento.

Sergio Giannone tiene un Ford Unimog de la década del 40, el vehículo que se usó en la Segunda Guerra Mundial. Parece que va la guerra, pero no: así intenta llegar hasta el campo con partes con más de un metro de agua. Le puso gomas de tractor para que pase mejor.

Daffunchio, Garbarini y Giannone hacen malabares para ir al campo. En el partido de Chacabuco, a 215 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, hay partes donde cayeron hasta 400 milímetros en los últimos diez días, como en sectores de O'Higgins. Se destruyeron caminos y la falta de obras, en la parte media del río Salado que recorre la región, hizo que miles de hectáreas quedaran bajo agua. Chacabuco tiene poco más de 228.000 y estiman que en más del 70 a 80% hay un mar.

"Si el agua no baja no se va a poder sembrar nada en la próxima campaña", se lamenta Daffunchio. "Y aun si baja no se podrá sembrar todo." A su lado, Osvaldo Tamburelli, su primo segundo, recuerda la inundación de 1980 y compara: "Con la otra inundación podíamos pasar al menos con botas, pero esta es tremenda".

"Nosotros perdimos 150 hectáreas de trigo", dijo Giannone, el dueño del guerrero Unimog, cuando describe otro de los dramas expuestos con los campos bajo agua.

También contabiliza las pérdidas José Luis Visiconti. "Se me murieron ocho terneros", indica. Son animales que se enfermaron en medio de la inundación. En un corral donde hay más animales, otro ternero apenas se mueve, cansino y doliente. "Mirá, tiene síntomas muy feos. Sabés que se va a morir, pero no tenés soluciones", describe, angustiado. Llegar al campo de Visiconti es una odisea, una carrera de obstáculos con agua. Su campo pertenece, por pocos metros, al partido de Junín. "Si quisiera vender algo no puedo por el estado del camino; hace cuatro años y medio no pasa nada", se refiere a la falta de mantenimiento vial.

Por más que la naturaleza descargó una cantidad inusual de milímetros, aquí los productores tienen la certeza de que la falta de mantenimiento de caminos y obras agravó la situación.

El plan maestro del río Salado se hizo una parte aguas abajo, entre la bahía de Samborombón y General Belgrano, y otro tramo aguas arriba, desde Junín hacia el río Quinto. Pero en el medio, de Junín a General Belgrano, pasando por Chacabuco, quedaron millones de hectáreas sin obra. Sobre esta planicie hoy se produce un embudo y el agua desborda. Además de completa, toda la obra debería haberse encarado desde aguas abajo a arriba.

"Hace años avisamos que podía suceder", dice Guillermo Voisin, otro productor de la zona. Y Daffunchio enciende otra alarma. Sostiene que con los pronósticos de El Niño aún más activo en primavera se puede complicar más. "Con el Salado es como si hubieran dejado una autopista sin conectar", grafica.

En paz con la siembra directa

"Soy un defensor acérrimo del sistema de siembra directa", les aclaró ayer el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández a los directivos de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, con quienes se reunió en la Casa Rosada. Explicó que fue "un error de interpretación" lo que había dicho anteayer respecto de que la siembra directa causaba las inundaciones. Además, la presidenta Cristina Fernández analizó con funcionarios medidas de ayuda a los afectados.

Por Fernando Bertello

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