Coronavirus en la Argentina: del trabajo de oficina a la gestión de centros de aislamientos, la reconversión de los empleados del gobierno porteño
Con un bolso a cuestas, llega un nuevo paciente al Deco Recoleta Hotel. Le acaban de confirmar que contrajo el nuevo coronavirus, pero como su estado de salud es bueno quedará aislado para proteger a sus allegados. Y allí está Florencia Castellví que, a través de un plástico que cuelga en la recepción, le da la bienvenida y le entrega al nuevo huésped la tarjeta magnética para ingresar a la habitación. La mujer se mueve como si fuera la dueña del lugar, pero su estadía allí también es temporal. Es una de los tantos empleados públicos de la Ciudad cuya actividad dio un drástico y voluntario giro a fines de marzo cuando la gestión porteña se redireccionó casi completamente a atender la crisis del Covid-19.
Siete meses atrás, Castellví debutó como directora general de Obras Comunales y Mantenimiento Edilicio de la Ciudad. Sus conocimientos como arquitecta le dieron las herramientas para trabajar de manera mancomunada con los barrios porteños. Sus responsabilidades primarias serían, según consta en la página oficial, proyectar y ejecutar obras públicas de impacto comunal contratadas por la Subsecretaría de Gestión Comunal y promover la puesta en valor de ciertos inmuebles por ejemplo. Sin embargo, no se menciona allí, entre sus funciones, la administración de un hotel.
"Recién empezaba a desarrollarme en mi puesto cuando se desató la pandemia y todo cambió", dijo Castellví, en diálogo con LA NACIÓN. No solo dejó de asistir a la oficina y de recorrer obras, sino que, el 21 de marzo pasado se hizo cargo de gestionar el hotel en Recoleta, que al comienzo de la pandemia recibía a personas repatriadas que debían cumplir aislamiento obligatorio y que, luego, se transformó en una residencia para enfermos leves.
Las imágenes del primer día en esa inesperada función siguen presentes en la memoria de Florencia, de 34 años: "Llegué con la llave del hotel y lo primero que hice fue recorrer las instalaciones. No había nadie, era tan extraño". Cuando el contexto obligó a que la Ciudad dejara a un lado ciertas gestiones para centrarse en la pandemia que comenzaba a hacerse sentir en el distrito, Castellví no lo dudó y se presentó como voluntaria. "Tengo vocación de servicio y pensé que cuanta más gente pudiera colaborar sería mejor", aseveró, orgullosa.
Más de 6000 empleados de la Ciudad fueron reasignados y participaron en diferentes acciones para dar apoyo a las áreas más esenciales. Están los trabajadores que se ocupan de la concientización en la vía pública, aquellos que realizan soporte telefónico de casos estrechos (desde sus casas, o en el call center) y quienes participan en la gestión de centros de aislamiento. "Estamos destinando todos nuestros esfuerzos a acompañar a cada vecino que lo necesita para superar esta situación juntos. Me llena de orgullo contar con un equipo que saca fuerzas y sigue para adelante, adaptándose a las circunstancias para dar respuesta a las necesidades de la gente", resaltó el jefe de Gabinete de la Ciudad, Felipe Miguel.
Durante los dos primeros meses, aproximadamente, el Deco albergó a personas repatriadas; hoy, casi todas las 77 habitaciones, ocupadas por 127 hombres y mujeres, albergan a pacientes que dieron positivo al Covid-19. Son todos infectados leves y en buen estado de salud. "Cuando llegan, les explico que no pueden salir de sus dormitorios y que cualquier cosa que necesiten tienen que llamar a la recepción y listo", contó Castellví.
De un día para otro, aprendió cómo administrar los recursos de un lugar de alojamiento: junto a la decena de médicos y enfermeros que atienden en el hotel coordinó los turnos de trabajo y está al tanto de cada necesidad que surja. Su profesión como arquitecta juega a su favor: tiene más nociones sobre la estructura edilicia cuando ocurre algún inconveniente. "En general, la gente es muy agradecida con nosotros porque se siente cuidada, atendida", reflexionó.
Acompañar a los pacientes leves, aislados
En otro barrio, en Monserrat, Ezequiel Daglio está igual de satisfecho. Por el momento, el joven dejó de recorrer comisarías porteñas; tampoco participa de reuniones vecinales para escuchar las inquietudes sobre hechos delictivos (más allá de que quedaron momentáneamente suspendidas por el contexto). Aunque en los últimos días su gestión tradicional como jefe de Gabinete en la Subsecretaría de Vinculación Ciudadana de la cartera de Seguridad comenzó a funcionar muy de a poco, la mayor parte de su jornada laboral, y personal en su caso ya que "prácticamente vivo en el apart", está abocada a la administración del hotel de la Confederación Médica de la República Argentina (Comra).
Unas 150 personas están alojadas actualmente allí, la primera de ese tipo de instituciones que la Ciudad alquiló para alojar enfermos leves. "Somos un grupo de 15 personas, todas del Ministerio de Seguridad de la Ciudad, que nos postulamos como voluntarios y acá estamos, ayudando", contó Daglio a LA NACIÓN desde su nueva oficina improvisada en el hotel, un lugar en el que nunca imaginó que estaría.
Es prácticamente un residente más del establecimiento. Cada tanto vuelve a su hogar, donde vive solo, para descansar, pero le gusta más estar en el apart, atendiendo las necesidades de los pacientes, controlando que cada vianda alimentaria llegue en tiempo y forma y que se respeten los protocolos establecidos. Está tan comprometido con su labor que su cumpleaños número 32 lo pasó en el hotel.
Pero para Daglio la aventura no comenzó en el apart. A la 1 de la madrugada del viernes 20 de marzo, horas después que el presidente Alberto Fernández decretara que todo el país ingresaba en una primera etapa de aislamiento social preventivo y obligatorio, recibió un llamado de su jefe. Lo esperaba a las 7 en la calle Uspallata, sede del Gobierno porteño, para decirle su nuevo destino: durante las primeras semanas trabajaría junto a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
"Mi tarea inicial fue ordenar a los repatriados. Con la PSA armamos el circuito para que la gente saliera por un lugar determinado", recordó Daglio. Ida y vuelta a Ezeiza, así fue su primer mes de trabajo atípico durante la pandemia, una experiencia que nunca olvidará, agregó el joven.
La Ciudad reconvirtió 50 hoteles para pacientes con Covid-19
La primera tarea es la selección de los hoteles, realizada en conjunto por el Ente de Turismo y el Ministerio de Salud de la Ciudad. Se buscan inmuebles que permitan garantizar los valores necesarios de bioseguridad. Luego, se delimitan las zonas y se dispone el cerramiento del área de ingreso al establecimiento, de acuerdo con el protocolo, para asegurar que se cumpla el distanciamiento correspondiente entre el personal y los pacientes. Se establecen, por ejemplo, las zonas que van a usar los médicos para ponerse la ropa e implementos de seguridad (el barbijo, la cofia y el camisolín, entre otros) y donde deben desecharlos de manera segura luego; y las áreas destinadas para el personal de catering y limpieza.
"La situación de dar de alta un hotel es plenamente satisfactoria para todo el equipo porque nos permite ofrecer alojamiento a quienes más lo necesitan y a la vez cortar la cadena de contagios", afirmó Facundo Carrillo, secretario de Atención Ciudadana.
De las habitaciones se retira todo lo que no es necesario: cortinas, muebles, cuadros o adornos. Al mismo tiempo, se incorporan cestos especiales para los desechos patogénicos con bolsas de color rojo. Allí se eliminan de manera segura todos los implementos de seguridad y residuos que generan los pacientes. Uno de los elementos que se incorporó por protocolo a todos los hoteles es un banquito en la puerta de cada habitación. A través de este, se realiza cualquier intercambio material entre los huéspedes y los equipos que trabajan en el hotel. Por ejemplo, el equipo de catering deja la comida en su superficie y el de limpieza, el kit de higiene de la pieza.
- Total de pacientes ingresados: 27.798
- El 88% de ellos (24.539) ya recibió el alta, por lo que quedan alojadas 3259 personas