Coronavirus en la Argentina. Se ven cada vez más peatones y más comercios abiertos en la ciudad
"Estoy saliendo casi todos los días, siempre hay algo que me olvido y tengo que comprar. El virus no me da miedo, pero lo trato con respeto. Busco no hablar con nadie, ni estar muy cerca de los demás. No me toco, ni me saco el barbijo afuera de mi casa y cuando regreso, me lavo bien las manos y desinfecto todo con lavandina", explica Carla Vivela, de 25 años, mientras aguarda a que un auto la pase a buscar. Como ella, sin miedo pero con respeto hacia el coronavirus, son miles los porteños que caminan por las calles de la ciudad de Buenos Aires, cada vez con más frecuencia y asiduidad.
Desde que se decretó la cuarentena social y obligatoria a causa de la pandemia por el coronavirus el 20 de marzo, el tráfico vehicular, y sobretodo de personas, disminuyó notoriamente. Las imágenes de esos primeros días sorprendieron al verse las veredas de las avenidas despobladas. Pero semana tras semana, y a medida que la curva de contagios se mantuvo sostenida, los habitantes fueron tomando coraje y asomándose a las calles. También hubo más consciencia respecto de las medidas de prevención como el distanciamiento de un metro y medio, el uso de barbijo (que ya es obligatorio) y el uso del alcohol en gel.
"Hoy salí porque tengo que ir al banco: me toca. Trabajo en salud, así que salgo siempre, pero tomo todas las medidas necesarias. Al virus hay que respetarlo, y lo que noto es que muchas personas no saben cómo es el correcto uso del barbijo y están constantemente tocándose la cara, y eso es lo peor", sostiene Lorena Oviedo, de 37 años.
En una recorrida, LA NACION pudo evidenciar que aumentó el volumen de peatones sobre las principales avenidas de la ciudad. Sobre todo durante las horas del mediodía y a la tarde noche, dos horarios donde se ve mucho más movimiento que semanas atrás. Las filas se siguen evidenciando en las puertas de los supermercados, farmacias y bancos, a las que se suma el aglomeramiento en las entradas a las centrales de correo, los locales de pagos de servicios y almacenes.
Más autos
En el tráfico vehícular también se notó un incremento aunque éste viene creciendo de forma progresiva. Desde el Ministerio de Transporte de la Ciudad señalan que la movilidad, según datos de AUSA, en las autopistas 25 de Mayo, Perito Moreno, Dellepiane e Illlia el tránsito aumentó un 12% con respecto a la semana pasada, y un 48% por debajo del volumen que tenía un día común antes de la cuarentena.
"Por suerte tengo trabajo y todos los días tengo que salir. Este virus me genera incertidumbre por lo que vaya a pasar, pero hay que tratarlo con respeto. Siempre estoy con el alcohol en gel, sobretodo cuando me subo al colectivo, mantengo distancia y el barbijo", dice Carlos Altamirano, quien trabaja en una empresa de fumigación.
Esta semana sorprendió el movimiento. Ya no fue ese andar veloz, con la bolsa de compras bajo el brazo, en busca de los imprescindible para volver al hogar que se venía observando. Se vieron caminatas relajadas -siempre manteniendo distancia-, recorridos en parejas o padres con hijos y hasta con alguna licencia para observar alguna vidriera.
Va de la mano con que en estos días, por ejemplo en la avenida Cabildo, abrieron varios locales que permanecían cerrados por la cuarentena. Locales de ropa, lencerías, casas de electrónica, y de decoración para el hogar. Los clientes no podían entrar al lugar, pero fueron atendidos desde la puerta. Además, sorprendieron los carteles en todas las ventanas que anunciaban la venta online o por delivery.
Por su parte, el transporte público también va aumentando el número de pasajeros. Los colectivos, que concentran el 80% de los viajes que se hacen, está viajando un 78% menos que en un día típico normal. En tanto, el uso del subte incrementó en 11% la cantidad de viajes respecto a la semana pasada, y la utilización del tren aumentó un 9%.
"Estoy realizándole las compras a una señora mayor que me contactó por intermedio de la página del Gobierno de la Ciudad. Me inscribí al comienzo de la cuarentena y recién ayer me llamaron. Es la primera vez en diez días que salgo, y me sorprendió la cantidad de personas caminando. Preferí venir caminando, aunque tarde más, que tomarme el colectivo, para evitar estar encerrada. No sé si miedo es la palabra que describe esta situación, es más bien la incertidumbre sobre si explotarán o no los casos de contagio", añade Victoria Ferreiro, de 58 años, que vive por el barrio de Núñez.