Guerra en Medio Oriente: el proceso de enriquecimiento que puede convertir al uranio en un arma de destrucción masiva
El tratamiento concentra el isótopo clave del metal, que se extrae de la roca, y permite que sea utilizado tanto para generar energía nuclear como para fines militares
5 minutos de lectura'


En el corazón de algunas montañas, como las del norte de Canadá, Australia, Kazajistán o el sur de África, se esconde uno de los elementos más controvertidos del mundo moderno. El uranio, un metal pesado que se extrae de la roca, tiene el potencial, según el proceso al que se lo someta, de abastecer la red eléctrica de un país o arrasar una ciudad si se lo utiliza con fines militares.
La clave del poder del uranio está en su composición isotópica. El uranio natural está formado por dos isótopos principales: U-238, que representa el 99,3%, y U-235, que constituye apenas el 0,7%. Mientras que el U-238 es estable y no puede iniciar una reacción nuclear en cadena, el U-235 sí puede fisionarse: al ser impactado por un neutrón, se divide en fragmentos más pequeños, liberando energía y nuevos neutrones que perpetúan la reacción.

Esa capacidad de generar una reacción en cadena es lo que hace al U-235 esencial tanto para la producción de energía nuclear como para el desarrollo de armas atómicas. Pero, al estar presente en una proporción tan baja en la naturaleza, es necesario separarlo del U-238 y concentrarlo artificialmente: ese es el objetivo del proceso de enriquecimiento de uranio.
“Enriquecer uranio significa aumentar la proporción del U-235, que es el material fisionable; el otro no sirve para ese propósito”, explica Julián Gadano, director del Programa de Energía Nuclear de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y exsubsecretario de Energía Nuclear de la Nación.
Este proceso, clave para que el uranio pueda ser usado como combustible en reactores o como explosivo en armas, es uno de los más complejos y vigilados de la ciencia moderna, y hoy vuelve a ocupar un lugar central en la agenda internacional.
El sábado pasado Estados Unidos bombardeó instalaciones vinculadas al programa nuclear iraní. La sospecha: que el régimen de los ayatholas avanza hacia el desarrollo de un arma nuclear. Irán, como otros países firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), tiene derecho al uso pacífico de la energía atómica, pero se compromete a no enriquecer uranio por encima del 20% y a someter sus instalaciones a inspecciones. El límite importa: enriquecer uranio a más del 90% es lo que permite fabricar una bomba.
“Las centrales nucleares, en su gran mayoría, funcionan con uranio enriquecido al 5%, más o menos. Las nuestras funcionan con uranio natural. Usos médicos pueden requerir entre el 5% y el 20%. Pero enriquecer al 90% solamente tiene sentido para uso militar”, advierte Gadano.
Paso a paso: cómo se transforma el uranio
El proceso comienza en una mina. “El uranio se extrae en forma de roca. Esa roca se tritura y se trata químicamente hasta obtener un polvo concentrado de dióxido de uranio. En la jerga se lo llama yellowcake, por su color amarillento. La fórmula es U₃O₈”, detalla Gadano.
Ese polvo es la materia prima. En la mayoría de los países del mundo, aunque no en la Argentina, se convierte en gas para poder separar los isótopos. “Se le agrega flúor y se transforma en hexafluoruro de uranio, o UF₆. Es un gas muy inestable, muy complejo de manipular, pero es la única forma de separar los isótopos por centrifugación”, explica el experto. En nuestro país, como no se enriquece uranio, se lo transforma en dióxido de uranio, un material sólido apto para reactores que no requieren enriquecimiento.
En los países que sí enriquecen uranio, el gas UF₆ se introduce en centrifugadoras que giran a altísima velocidad. “El U-238, más pesado, se va hacia afuera. El U-235, más liviano, queda más en el centro”, explica Gadano. El principio parece simple, pero el resultado de cada ciclo es mínimo: “Lo que se separa es muy poquito. Por eso se hace en cascada”.
Por centrifugación en cascada se refiere a una sucesión de máquinas conectadas entre sí. “Una centrífuga y separa un poquito más de U-235. Esa pequeña cantidad pasa a la siguiente máquina, donde se vuelve a separar otro poquito, y así sucesivamente. Es una serie larguísima, una tras otra, donde se va concentrando el isótopo útil”, describe Gadano.
Es decir, cada máquina purifica un poco más el material que le llegó de la anterior. De este modo, se logra aumentar gradualmente la proporción de U-235 en el gas a medida que avanza por la cascada.
Tiempo, infraestructura y escala
El proceso es muy complejo y requiere de mucho uranio en estado natural. Para obtener apenas un kilo de uranio altamente enriquecido se deben procesar entre 140 y 200 kilos de uranio natural, según informes técnicos del Organismo Internacional de Energía Atómica, el organismo internacional que supervisa la actividad nuclear.
Pero el mayor desafío no es el insumo: es la infraestructura. Se necesitan decenas de centrifugadoras funcionando de manera coordinada. Requiere estabilidad, precisión, monitoreo constante y una enorme inversión en ingeniería.
Para tener un arma nucelar, son necesarios entre 15 y 25 kilos de uranio enriquecido al 90%. Pero no es solo una cuestión de cantidad. También hacen falta conocimientos avanzados en física, diseño de explosivos, materiales de ignición y mecanismos de detonación. Por eso, la preocupación global no aparece solo cuando un país alcanza el 90% de U-235, sino cuando también desarrolla los conocimientos técnicos y la infraestructura para transformar ese material en un arma real.
“Es importante entender que enriquecer uranio al 90% no es solo una decisión política. Es una capacidad técnica que muy pocos países pueden lograr”, concluye Gadano.
Otras noticias de Ciencia
- 1
Video: un experto compartió consejos para evitar la Escherichia coli y dijo cuáles son los síntomas de alerta
- 2
Alerta por ciclogénesis: el fenómeno de temporales y lluvias fuertes llegará a Buenos Aires esta semana
- 3
El gobierno porteño desalojó la Casa Blaquier, que estaba ocupada ilegalmente desde hacía 40 años
- 4
No le devolverán los vehículos al dueño de la concesionaria que ocupaba un predio al costado de la Panamericana