Dos estaciones de subte tienen ya acceso para discapacitados
Ubicación: las terminales de Olleros y de José Hernández cuentan con mecanismos para desplazar sillas de ruedas.
El día en que se inauguró la estación Olleros del subte, el presidente de Subterráneos de Buenos Aires, Alejandro Nazar Anchorena, llamó a su madre por teléfono para asegurarse de que estuviera en el acto. Pero del otro lado de la línea escuchó un lacónico "no, no puedo".
En ese instante, al funcionario se le hizo carne el problema del acceso al subterráneo de las personas con discapacidades físicas.
El derecho de todas las personas a desplazarse libremente por el territorio nacional está asegurado por la Constitución. Pero no por la práctica. Sin embargo, ayer, por primera vez, cuatro personas que se movilizan en silla de ruedas bajaron a la estación José Hernández, viajaron en subte hasta Olleros y regresaron.
No es un gran tramo, es cierto. Pero es algo.
De acuerdo con el cronograma de obras, el año próximo podrán acceder también a las estaciones Tribunales y Juramento. En Olleros y José Hernández, las dos estaciones nuevas de la línea D, se instalaron salvaescaleras, unas plataformas metálicas que, activadas por el usuario, se deslizan por el pasamanos de la escalera.
Estos dispositivos pueden ser usados por personas en sillas de ruedas o con muletas, mujeres embarazadas o que lleven carritos para niños. O por personas mayores.
Ayer, al inaugurar los salvaescaleras, se palpaba un clima de emoción. Algunas de las cuatro personas que probaron los nuevos equipos ya habían pasado por la experiencia de viajar en subte..., pero en el exterior.
Y dicen que en esta ciudad, a veces, sienten una suerte de apartheid social. "Tenemos muchas posibilidades de transporte para ir a trabajar: podemos ir en auto... o no ir", dicen, con tono irónico.
Aun así, Carlos Ferreres está esperanzado. Es secretario de la Central de Trabajadores Argentinos y se traslada en silla de ruedas. Su vida y su trabajo dependen de un auto. De otra manera sus días transcurrirían entre cuatro paredes.
Ferreres dice que el subte sería una gran posibilidad para que muchos discapacitados pudieran trabajar y desempeñarse en la ciudad.
Abraham Felperin, director de la Secretaría de Discapacidad de la AMIA, se emocionó cuando su silla llegó al andén de José Hernández: "Hace cinco años que no viajaba en subte, desde que me fracturé la cadera y no pude caminar más".
Gabriel Avruj, en cambio, subió a un subte hace dos años, pero en Estados Unidos. "Si todos fuéramos un poco más sensibles, podríamos vivir mejor. Pero mientras esto no ocurra, nos tendremos que conformar con que se cumpla la ley", dijo.
Para ir a trabajar
El año próximo, cuando se instale un ascensor en la estación Tribunales y otro en la futura Juramento, se habrá avanzado en la supresión de barreras arquitectónicas. Por ahora, las personas con discapacidades sólo podrán viajar en subte las diez cuadras que separan la estación José Hernández de la de Olleros.
También hubo comentarios críticos. "A veces siento que nos usan para justificar el pedido de aumento de cospel", dijo Eduardo Joly, de la Fundación Rumbos.
Su expresión aludía al hecho de que Metrovías argumentó que necesita 30 millones de dólares para adecuar sus 110 estaciones, a un costo de 250.000 pesos cada una. Anchorena, en cambio, afirmó que eso se podría hacer con 160.000 dólares.
lanacionar