
Eduardo Mac Entyre: un artista de la geometría que no dejó de vibrar como la Tierra
A los 85 años murió Eduardo Mac Entyre, un geométrico de pura cepa, sutil intérprete del lenguaje de la línea que marcó un punto de inflexión a mediados del siglo XX con sus filigranas luminosas. Argentino, hijo de un escocés y una belga, a los 13 años ingresó en Vialidad, mientras estudiaba dibujo industrial. Su primera muestra fue en la prestigiosa Galería Rubbers y con ella asumió el compromiso de la abstracción como una elección personal, tras haber pasado por la figuración sin detenerse. No fue casual que entonces formara, con Ary Brizzi, Miguel Ángel Vidal y Carlos Silva el movimiento de Arte Generativo. Su proclama era una sola: "vibrar, girar y vibrar como la Tierra".
Con esa manera tan personal, casi obsesiva, de crear ilusiones poéticas a través de la línea, parecía rasgar el espacio sin proponérselo en un ejercicio de calidad única. Sus trabajos marcaron una etapa clave del arte argentino, cuando la abstracción , tras la Revolución del Arte Concreto y Madí, cobró inusual protagonismo en museos, exposiciones de galerías y especialmente entre los mecenas más reconocidos. En el caso de Eduardo Mac Entyre, un hombre fino de hablar pausado, fumador empedernido, fueron Ignacio Pirovano y Rafael Squirru sus más apasionados promotores. El primero expuso su obra en 1954, en la casa Comte, que había fundado con su hermano Ricardo y donde trabajó el francés Jean Michel Frank, el de los muebles minimalistas y los trajes grises. Mientras tanto, Squirru, fundador y primer director del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, crítico del diario LA NACION, destacaba en sus textos la originalidad de la geometría óptica de Mac Entyre y esa frescura aérea, disciplinada.
En las fotos del archivo de LA NACION, Mac Entyre está siempre con el cigarrillo en la boca. Flaco y enjuto, bigote prolijo, cara de chico y una media sonrisa amable. Su obra lo llevó por el mundo como embajador de "la geometría espiritual", según palabras de Rafael Squirru.
Recibió el Premio Konex, además de múltiples reconocimientos y el halago de los coleccionistas. Sus trabajos integran las colecciones del Vaticano, MoMA y Museo Guggenheim de Nueva York, además de las pinacotecas locales públicas y privadas.





