El plan del gobierno porteño para recuperar viviendas emblemáticas del barrio de La Boca
La administración de la ciudad busca rehabilitar conventillos y hogares de tránsito en la zona; también plantean que se finalicen las obras de viviendas
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Hacinamiento, incendios, riesgo de inundación, plagas y conexiones eléctricas obsoletas son algunos de los problemas edilicios detectados en los conventillos y hogares de tránsito del barrio porteño de La Boca. Por esta razón, el Gobierno de la Ciudad, a través del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, está trabajando en la “rehabilitación” de algunos de estos inmuebles.
No es una situación nueva. Ya en 2022, la gestión nacional anterior había identificado 389 Viviendas Colectivas Populares (VCP) —conventillos y pensiones en situación de precariedad—, según el informe de 2023 de la entonces Secretaría de Integración Socio Urbana. Dicho documento describía a los conventillos como “viviendas originalmente unifamiliares, reestructuradas/reconvertidas a partir de la llegada de las grandes olas migratorias de fines del siglo XIX y principios del XX, con el objetivo de albergar a varias familias inquilinas mediante subdivisiones en ambientes más pequeños, donde el baño y/o la cocina son usualmente compartidos”.
También dejaba en evidencia que hace años se necesita la implementación de políticas públicas para su reacondicionamiento.
Natalia Quinto es vecina y representante de la sociedad civil en el Consejo Consultivo Comunal de la Unidad Ejecutora para el programa de recuperación del barrio. En diálogo con LA NACION, especificó: “La Boca tiene todos los problemas habitacionales en un mismo barrio: hacinamiento, la situación de los conventillos, que por un lado son un valor agregado, pero por otro, hay que mejorarlos para que las familias vivan mejor. Incluso a las que son propietarias les es muy difícil llevar el mantenimiento, porque son familias de bajos recursos, y hay que tener créditos para que puedan hacer los arreglos”.
La idea que plantean las agrupaciones del barrio es que se pueda llevar a cabo una renovación urbana sin excluir a los vecinos. De hecho, esto lo sostienen desde que en 2006 la ley 2240 declaró la “emergencia urbanística y ambiental” en la zona y, por ello mismo, el programa de recuperación. Para que esto tuviera una aplicación efectiva, en 2019 presentaron un recurso de amparo, contó Quinto. “Es necesario incentivar políticas públicas que hagan que en los barrios queden familias viviendo, que no sean solo ‘barrios de RBNB’. Cuando uno habla de identidad, no es solo la carcasa vacía. Al barrio lo hacemos las personas”, sostuvo.
En este contexto, la cartera porteña avanza en la licitación para realizar obras de rehabilitación en 14 conventillos y hogares de tránsito que, según dijeron, beneficiarían a más de 150 familias. “Son inmuebles con una antigüedad considerable, y al tratarse de viviendas colectivas, en muchos casos las familias han ido adecuando los espacios a diversas necesidades. Para poder determinar el alcance de las obras de rehabilitación, se realizaron relevamientos técnicos en todos los conventillos. Se detectaron, de este modo, problemáticas que afectan la provisión de servicios, o que generan situaciones de hacinamiento y riesgo estructural, entre otras”, explicaron desde el ministerio.
Para eso relevaron los inmuebles y realizaron un censo de los grupos familiares. Así, proyectaron tareas considerando un orden de prioridad: primero van a enfocarse en la impermeabilización de cubiertas, intervenciones en tableros eléctricos y en bombas de agua. Después de esta etapa, van a empezar trabajos en tendidos y reposición de artefactos eléctricos, de puertas de ingreso, tabiques de durlock, elementos sanitarios y trabajos de albañilería. Son varios edificios, y el monto estimado es de $600.000.000.
Respecto de esto, Quinto dijo: “Siempre vamos a considerar positivo lo que tenga que ver con encontrar soluciones a estos problemas. Podemos tener matices, pero siempre creemos que es posible encontrar soluciones eficientes, en términos económicos y de impacto social, con los mismos recursos que, a veces, terminan trayendo problemas”.
Aunque también destacó que existe cierta desconfianza, en parte porque desde 2009 “fantasean con protocolos de asistencia a la emergencia” que no se aplican. Es un punto clave que se relaciona intrínsecamente con los problemas estructurales mencionados más arriba, principalmente, por la tendencia al incendio de este tipo de edificios y los procesos de desalojo para refacciones.
Hace más de 20 años, repasó Quinto, un programa obligaba a la Ciudad a relocalizar temporalmente a familias que vivían en conventillos, con el fin de restaurarlos y que después volvieran ahí, “a sus casas originales”. La situación, en principio transitoria, se transformó en algo crónico. “Niños que en ese entonces tenían entre 8 y 10 años hoy son hombres y mujeres que han armado sus propias familias, pero que no son los beneficiarios originales de ese programa. Entonces, a la hora de la relocalización, lo que hay que hacer es terminar los inmuebles para que las casas no representen un riesgo, y que las familias vuelvan a vivir ahí”, remarcó.
El programa al que se refirió es el Recup Boca, de 1985, destinado a promover el desarrollo urbano y social, solucionar los problemas edilicios y favorecer la permanencia de la gente en el barrio. Desde ese año ya se hablaba de rehabilitar el área y sus conventillos.
Gracias a ese programa, varios vecinos fueron relocalizados en hogares transitorios, inmuebles que pertenecen al Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), explicó Quinto. Ahora, la otra incógnita es si, en caso de que las familias vuelvan efectivamente a sus casas originales, esos edificios se van a destinar o no a revertir la emergencia habitacional y generar programas nuevos.
“Es importante que las familias reciban más soluciones, las que esperan hace añares. Lo lógico no es que alguien viva en una pieza de una vivienda transitoria de manera permanente. Lo correcto es que terminen las viviendas que se están construyendo”, sentenció.
La semana pasada, de hecho, también hubo un llamado a licitación por parte de la misma cartera porteña para demoler construcciones existentes, ejecutar nueve viviendas y obras exteriores, y terminar otras 18.
Además de esto, la vecina contó que este año se materializó el protocolo de acompañamiento en casos de incendios: los conventillos deben pasar por un proceso de renovación urgente porque, dada su antigüedad, no están preparados para conexiones eléctricas modernas, como heladeras, aires acondicionados, ventiladores, televisores, entre otros. El protocolo otorga créditos a los afectados para reparaciones, alimentos, mantas, agua en caso de tener que relocalizarse. Aunque también aclaró que “la batalla, ahora, es que todo esto tenga continuidad”.
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