
El segundo pueblo de Carlos Menem
Tras haber estado detenido en Las Lomitas, adonde llegó a atender un almacén, el Presidente adoptó el lugar como propio.
1 minuto de lectura'
LAS LOMITAS, Formosa.- El hombre llegó una tarde, hace más de 18 años. Se dirigió por la entonces polvorienta avenida San Martín y fue alojado en el Escuadrón 18 de Gendarmería, donde pasó la primera noche de los ocho meses que duró su morada aquí, casi en el medio de esta provincia muchas veces olvidada, o de la que al menos poco se hablaba.
A la mañana siguiente se le permitió ir a vivir a una casa de familia, caminar por las calles, trabajar, ir a misa, jugar al fútbol y relacionarse con todo el pueblo, que en aquella época contaba con 4000 habitantes.
El hombre, de pelo largo y patillas tupidas, cumplía sus últimos tiempos de reclusión impuesta por el gobierno militar. Era por entonces un preso político con detención pueblerina, más que domiciliaria.
Mientras los gendarmes lo vigilaban a la distancia, los lugareños lo cobijaron como si fuera un comprovinciano más. El hombre de La Rioja nunca olvidó a toda esa gente y Las Lomitas se adentró en su corazón.
Una mañana, de esas bien calurosas, típicas formoseñas, mientras conversaba a la sombra de un algarrobo con Modesto Meza -un ex caudillo de Perón-, le dijo: "Voy a ser presidente. Voy a volver a Las Lomitas como presidente".
Y así fue, Carlos Saúl Menem es presidente y regresó al poblado en varias oportunidades, siempre con algún regalo bajo el brazo. ¿Los obsequios? Aquella avenida San Martín pavimentada, la ruta 81 asfaltada, un aeropuerto alternativo del que posee la ciudad de Formosa, luces en las calles, subsidios para el transporte y mucho más.
La transformación
Con tantos cambios, Las Lomitas ya no es un pueblo, es una ciudad de 15.000 habitantes, 15 escuelas, cinco hoteles, doce bares y restaurantes, una posada con pileta de natación, 2500 empleados públicos, nacionales y provinciales.
Además, muestra un sector agropecuario con muy buenas perspectivas, teniendo en cuenta lo difícil que es producir en estos campos lejanos de la fértil llanura pampeana.
El intendente, Carlos Alberto Meza, es hijo de don Modesto y hermano de Marta, la ex diputada, quien dice que su hijo de 17 años lo es también del Presidente. Carlos Alberto Meza lleva tres períodos como titular de la Comuna y muestra con orgullo su prolija ciudad.
"Mucha gente vive del desmonte del algarrobo y del quebracho colorado, del algodón y de la producción de sandías que se envían a Buenos Aires. Las Lomitas es como cualquier pueblo de provincia con gente humilde y laboriosa, que tuvo su gran despegue con la pavimentación de la ruta 81 hasta la ciudad de Formosa", cuenta el intendente, que ya habla de turismo de aventura en el bañado La Estrella, un lugar lleno de pájaros exóticos, y de las 60 cuadras asfaltadas en el centro.
"Dentro de un mes, toda Las Lomitas estará pavimentada", asegura.
Los días de Menem
Aquella mañana, Menem dejó el escuadrón de Gendarmería, caminó 400 metros por la calle Güemes y llegó hasta la casa de Beatriz Nasif de Flores, donde se quedó a vivir.
Los Nasif de Flores tenían en la esquina de Güemes y Chile un almacén de ramos generales y el hoy presidente de los argentinos mataba el tiempo detrás del mostrador vendiendo desde un par de alpargatas hasta algún salame casero, una botella de caña o un paquete de tabaco.
Por las tardes jugaba al fútbol en el potrero que todavía está en los terrenos del Ferrocarril Belgrano y que pronto se convertirá en un polideportivo. Los domingos asistía a misa en la única iglesia de Las Lomitas, Nuestra Señora de la Merced, y dialogaba de política con Modesto Meza.
"Los fines de semana se encerraba a hablar con mi viejo. Siempre estaba vestido con remera y shorts y se movía en bicicleta. Todos lo saludaban y a veces lo visitaba su hermano Eduardo. Dicen que Zulema y los chicos también, pero yo no los vi nunca", recuerda hoy el intendente.
El almacén de ramos generales de Nasif de Flores ya no funciona, pero sus dueños lo mantienen impecable, como si fuera un monumento para Menem. El casero, Cosme Frías (de 42 años), un ex peón rural, lo recuerda y mucho: "Es que todos lo queríamos".
Volver al pago
Carlos Alberto Meza tiene en su despacho decenas de fotos con las visitas de Menem a Las Lomitas: "Vino como unas siete veces y siempre nos trajo algo. Se acuerda de toda la gente, los mira a la cara y los llama por sus apodos. Aquí, con él no existen los protocolos, es uno más de nosotros".
Meza recuerda que cuando el hombre de Anillaco estuvo confinado en Las Lomitas jamás mostró rencores:"Nunca habló con bronca. Decía que lo suyo no era otra cosa que el oficio de ser un político".
Hoy, por las calles, la gente sonríe si se le pregunta por Menem: "Aquí lo votamos todos, el turco es un fenómeno. Además, es amigo mío y él sabe que si quiere se puede quedar en mi casa", cuenta Coco González, un quintero de la zona.
En 1981, a Menem se le permitió regresar de Las Lomitas. El barro de la ruta casi se lo impidió. En cuanto pudo, la mandó a pavimentar.
Fue cuando todos comprendieron que no se había ido, que Las Lomitas ya era su segundo pueblo. Que Menem, como le dijo "El Gordo" Aníbal Troilo a su barrio, seguramente pensaría una y otra vez: "¡Si yo nunca me fui, si siempre estoy volviendo!"


