
En Pinamar, los chicos parecen nómadas en busca de diversión
Quieren pasarla bien en varios lugares Los que madrugan empiezan el recorrido a las 11; los dormilones, a las 15 Usan ropa liviana Si se cansan, hacen dedo y aprovechan para relacionarse con otros
1 minuto de lectura'

PINAMAR.- Ser nómada. Caminar, peregrinar. Trashumar. Esa es la regla de oro del verano en Pinamar. Nada de llegar a la playa a la mañana y retozar en un mismo metro cuadrado de arena hasta la puesta del sol. ¿Llegar a una disco y quedarse a esperar a que la fiesta llegue a la pista? Eso jamás. Ni ir todos los días a la misma playa ni quedarse en el mismo boliche toda la noche.
De día o de noche, la consigna pasa por salir a buscar el destino, en un incansable ir y venir por paradores y discos en pos de la diversión.
El ritual de playa, para los jóvenes que madrugan, arranca a eso de las once. Para los otros, después de las tres de la tarde. Hay dos grupos bien definidos: los trashumantes con movilidad propia y los que se mueven sobre sus dos pies.
Los segundos largan desde el balneario que queda más cerca de la casa. Los motorizados buscan estacionar sus 4x4 o sus cuatriciclos en una playa top, más cercana a la meta. Pero ojo, es sólo el punto de partida, que no abandonan hasta que caiga el sol.
Para engañar el estómago
La primera escala técnica llega a la hora del almuerzo. Las opciones light viven su mejor momento: licuados, ensaladas, choclos, brochotes (brochettes) de fruta, algo con qué engañar el estómago y aligerar la pesadez de la noche anterior.
"Llegamos a la playa por la bajada de Martín Pescador, porque nos queda cerca, pero después salimos a buscar por dónde pasa la movida de esta tarde. Hoy caminamos un montón y todavía tenemos cuerda para rato", cuenta Luciana Vinci, vestida con un bikini con animal print de vaca y pantalones chiripá.
La orilla del mar está cargada de gente que va y que viene. Y que incluso adaptó su indumentaria para facilitar el traslado. "La clave es salir ligero de equipaje: bolsos chiquitos, con el mate y con algún producto para el pelo después del mar, y nada más", dice Luciana. Para no andar con las ojotas en la mano y evitar chancletear por la arena mojada, muchos las usan como brazalete o tobillera, un look particular que prioriza la funcionalidad sobre la estética.
Isenbeck es uno de los paradores adonde se llega y desde donde se vuelve a peregrinar. "Fuimos a pie por la playa desde Bunge hasta La Frontera y al mediodía tomamos unos licuados en Sport Beach. Después empezamos a volver. Tomamos sol en Isenbeck y nos quedamos dormidos sobre los puffs hasta cerca de las tres y media", cuenta Romina González, que está de vacaciones con un grupo de amigos y que con sólo cinco días en Pinamar ostenta un bronceado envidiable.
Hacer dedo, como siempre
A metros del estacionamiento del parador, un grupo de chicos hace dedo a los autos que van hacia el Sur. "Vamos a UFO Point, ¿nos llevás?", pregunta uno. Dos chicas que hacían dedo en bikini unos metros más adelante tuvieron más suerte y consiguieron una 4x4.
La escena de gente haciendo dedo se repite a lo largo de la avenida del Mar. Es una opción de movilidad más que válida esta temporada. También para conocer chicos y chicas.
Porque cuando el sol ya no quema, todos confluyen en UFO Point. La presencia de modelos y dee-jays matiza la tarde. Hay que ir a decir presente, tomarse algo en la barra o sólo dejarse caer sobre la arena. Es inútil resistirse al contoneo al que somete la música electrónica. Es la última parada hasta la noche.
Por esas horas habrá otro peregrinaje: la rotonda de Bunge y Libertador como punto de encuentro. Tomar algo en alguno de los bares y luego un predancing donde haya chill out (música electrónica que no se baila) o juegos de mesa y tragos.
Entonces, sólo a las tres y media o cuatro, se empieza a encarar para los boliches: Ku - El Alma o Distrito Pinamar. Pero se va para ver qué onda... Si no da , a seguir trashumando de pista en pista. Igual, hay tiempo hasta que salga el sol.






