En Río, los turistas argentinos mezclan poca playa con muchas compras
RIO DE JANEIRO.- Después de un 2017 flojo, con serios problemas financieros y de seguridad que alejaron a los visitantes, Río de Janeiro parece haber comenzando el 2018 con el pie derecho, con muchos más turistas que el año pasado. Entre los extranjeros, el mayor grupo es el de los argentinos, quienes no solo han invadido las playas cariocas sino también los centros comerciales de la “Cidade Maravilhosa” en busca de más variedad de productos y mejores precios que en la Argentina.
“En los shoppings de acá hay muchos más negocios que en los argentinos, y la ropa está bastante más barata. Ya compramos vestidos, bermudas, zapatillas, buzos…todo está entre 300 y 800 pesos menos que en la Argentina, salvo los juguetes que están más caros”, calculó ante LA NACION la ingeniera tucumana Claudia Floriani, 50, mientras paseaba con su familia por el BarraShopping, el mayor centro comercial de Río, en el barrio Barra de Tijuca.
Cada día nublado o de lluvia –y estas últimas semanas han presentado varios de esos-, los principales shoppings cariocas están repletos de turistas. Y escuchar a grupos de argentinos comparar precios se ha vuelto una escena muy común. Llegan atraídos por la fuerte presencia de marcas internacionales que no han desembarcado aún en la Argentina, como Gap, Forever 21, Apple o Sephora, pero al final se inclinan más por las tiendas brasileñas como Havaianas, Osklen, Hering, Taco, Renner, Natura, O Boticário, Salinas, Farm, Arezzo o Reserva.
“En Brasil hay muchas marcas internacionales, pero los precios no son baratos como en Chile. No vale la pena comprar electrónicos acá”, afirmó el jubilado cordobés Miguel Marino, 69, quien llegó para pasar Réveillon con tres amigos y aprovecharon también para hacer algunas compras en el Shopping Leblon.
Por lo general, los argentinos prefieren hacer compras en el enorme BarraShopping o el Rio Sul, en Botafogo, además de en las ferias hippies de Copacabana (todos los días, a la tarde-noche) e Ipanema (domingos durante el día). Menos se aventuran al elegante Shopping Leblon o al exclusivo Village Mall, de Barra, donde se encuentran tiendas de lujo como Cartier, Gucci, Burberry, Carolina Herrera, Prada, Valentino y Tiffany & Co.
“Los argentinos son de comprar mucho, pero buscan los precios más baratos”, opinó Theo Fish, vendedor del local de Havaianas en el Rio Sul.
Ahí nomás, las amigas porteñas Guadalupe Sáenz Buruaga, 39, y Dolores Piñero Pacheco, 42, acumulaban prendas de ropa en la tienda Renner para probarse. “La variedad acá es muy grande y hasta en la playa podés conseguir bikinis por R$ 50 reales. Pero hay que dedicarle tiempo a las compras para encontrar cosas de buena calidad y a buen precio”, explicó Sáenz Buruaga, martillera pública.
Según un informe de la Fundación Getulio Vargas, durante la última semana de diciembre llegaron a la ciudad 707.000 turistas, un 11,4% más que el año anterior. De esos visitantes, 93.000 eran extranjeros, entre los cuales los argentinos sumaban el 33,1%, o sea casi 31.000, seguidos por los europeos (21,4%) y los chilenos (10,7%). Se calcula que la renovada ola de turismo inyectó unos US$ 650 millones a la alicaída economía de la ciudad.
Entre los visitantes argentinos que ya habían estado en Río recientemente, todos coincidieron en que los precios en reales no aumentaron por la alta temporada y que la vida de playa sigue siendo más barata que en los balnearios argentinos. Alquilar una sombrilla cuesta alrededor de R$ 10, la silla, R$ 5; ya tomar una cerveza sale R$ 5; el agua de coco, R$ 4; un choclo, R$ 6; un sándwich, R$ 10; un helado, R$ 12.
“En la costa bonaerense se aprovechan con los precios en el verano”, comentó el abogado Fernando Levene, 47, de La Plata, luego de pasar el día con su familia y amigos en la playa de Ipanema.
Con él coincidieron Ramiro Ortega, 45, y su esposa, Antonieta Taglialegne, 43, de San Isidro, quienes hace cinco años que vienen a Río para el verano. “Los precios no han cambiado desde el año pasado, lo que sí, para nosotros con los últimos vaivenes en el tipo de cambio ahora puede ser que algunas cosas estén más caras; antes cambiábamos un real a cinco pesos, ahora es a casi seis”, señalaron.
Si bien la comida, ya sea de supermercado o en restaurantes, no les parece especialmente cara a los visitantes argentinos, muchos se quejaron de los precios de los paseos turísticos. Subir al Cristo Redentor, por ejemplo, cuesta R$ 75, mientras que para el bondinho del morro Pan de Azúcar hay que desembolsar R$ 80.
“Y los precios para comer algo allá arriba sí están muy caros. En el Cristo nos arruinaron”, comentaron los amigos Lucas Bitiol, 29, y Diego Velázquez, 30, de Villa Mercedes San Luis, quienes también objetaron el precio de los boliches para bailar en Barra aunque los de Lapa son más económicos.
Muchos turistas consultados apuntaron que en el alojamiento -sobre todo en los hoteles de Barra de Tijuca, donde se construyeron varios nuevos establecimientos para los Juegos Olímpicos de 2016-, hubo algunas reducciones de precio considerables.
“Los Juegos aumentaron mucho la oferta hotelera, ahora tenemos 54.000 cuartos, 12.500 en Barra, y eso ha llevado a que aquella zona tenga precios más competitivos. Los argentinos ya conocen bastante bien el área, pero este año han venido en mayor número, atraídos por los seis hoteles de lujo que hay en la zona, ahora conectada también por el metro con la Zona Sur”, indicó Alfredo Lopes, presidente de la Asociación Brasileña de la Industria de Hoteles del estado de Río de Janeiro, quien espera que la tasa de ocupación hotelera este verano para toda la ciudad se sitúe en torno al 70-75%, muy cerca del 75% tradicional en temporada alta.
“Ya para Réveillon, la tasa de ocupación hotelera en Copacabana fue del 98%. Estamos frente a una retomada fuerte del turismo”, celebró Lopes.