Así es el tratamiento para el autismo que anunciará el gobierno de Donald Trump
Se trata del uso de leucovorina en chicos con el espectro; según las primeras investigaciones, mejoraría, en algunos de ellos, el lenguaje y la comunicación
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La investigación emergió de los laboratorios estadounidenses, donde se encontraba en una etapa inicial, y pasó directamente al escenario nacional. Este lunes, autoridades del gobierno de Donald Trump anunciarán que planean promocionar el potencial de un fármaco como posible tratamiento para el autismo.
“Creo que será un anuncio muy importante. Creo que será una de las cosas más importantes que haremos”, declaró Trump el sábado, en relación con el anuncio que se espera para esta tarde, que se dará en el marco de un evento sobre autismo.
Se trata de la leucovorina, una forma de folato de vitamina B que suele indicarse para contrarrestar los efectos secundarios de algunos medicamentos y para tratar la insuficiencia de ácido fólico (vitamina B9). También llamado ácido folínico, es conocido porque suele utilizarse en algunos tratamientos contra el cáncer para proteger al paciente de los efectos adversos de la quimioterapia y la toxicidad del metotrexato.
Desde que en el entorno de la Casa Blanca comenzó a hablarse de la promoción del medicamento, empezaron las controversias. Y es que, pese a que quienes impulsaron los estudios preliminares afirmaron que hubo casos de chicos con autismo que presentaron mejoras sustanciales en su capacidad para hablar y comprender a los demás, las investigaciones todavía se encuentran en proceso.
Los investigadores afirmaron que la esperanza es real, pero a la vez frágil. “Aún estamos en la línea de las 10 yardas”, dijo Richard Frye, neurólogo pediátrico que estudia la leucovorina, sugiriendo que la investigación aún está en sus inicios, al ser consultado por The Washington Post. “Creemos que podría ayudar a muchos niños”, adelantó.
A lo precipitado de los anuncios, se suma la desconfianza que generan en la comunidad científica los anuncios del secretario de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., quien, desde que asumió el cargo, promovió afirmaciones desacreditadas científicamente que vinculan las vacunas con el autismo.
Esta postura del funcionario, a su vez, reavivó el debate sobre las causas detrás del Trastorno de Espectro Autista, una condición que algunos expertos consideran predominantemente genética y, por lo tanto, mayormente intratable.
Resultados preliminares
Los primeros ensayos clínicos doble ciego controlados con placebo en los que se administró leucovorina a niños mostraron resultados que los mismos científicos involucrados tildaron de auspiciosos.
Uno de los casos que trascendió en los medios es el de Nathaniel Schumann, un niño que hace cuatro años ingresó por primera vez a un ensayo clínico de leucovorina para chicos con autismo. En ese entonces tenía 8 años y era considerado no verbal. Se comunicaba únicamente mediante gestos y sonidos.
Dos semanas después de recibir su primera dosis de esta droga, el niño comenzó a hablar. Incluso empezó a hilar frases completas. “Lo primero que notamos fue curioso: tenía una larga lista de cosas que le molestaban”, dijo su madre, Kathleen Schnier, en diálogo con The Washington Post.
El caso de Nathaniel se suma al de otros niños que respondieron de la misma manera ante el tratamiento con ácido folínico. La conclusión preliminar a la que llegaron los investigadores es que algunas personas con autismo tienen dificultades para transportar folato al cerebro, un nutriente esencial para el desarrollo neurológico, y que este medicamento podría ayudar a distribuirlo con mayor eficacia.
“La leucovorina no es una cura, pero sí una opción prometedora para ciertos pacientes con TEA, distinta al ácido fólico estándar, y cuyo uso debe ser individualizado”, dijo a LA NACION el neurólogo Alejandro Andersson, director médico del Instituto de Neurología de Buenos Aires.
Destaca que en los casos de chicos con TEA en los que se detecta una deficiencia cerebral de folato, la leucovorina puede mejorar el lenguaje y la comunicación social. “Ensayos clínicos han mostrado beneficios en subgrupos específicos, especialmente en aquellos con anticuerpos antifolato, aunque la respuesta no es universal”, sostiene Andersson, a la vez que suma posibles efectos adversos: “Suelen ser leves, como irritabilidad o hiperactividad”.
La psiquiatra infantojuvenil Alexia Rattazzi, autora de varios libros sobre autismo, destaca que el tratamiento con leucovorina todavía está siendo estudiado. Consultada sobre el uso de este fármaco como tratamiento en personas con TEA en la Argentina, respondió: “No puedo hablar por todos los profesionales, sí sé que hay personas que lo indican y lo usan clínicamente. Según mi punto de vista, es importante contar con información de calidad (evidencia científica) sobre los efectos de cualquier fármaco o suplemento”.
¿Cómo es el tratamiento?
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) está elaborando desde hace un tiempo las nuevas recomendaciones que podrían aplicarse a ese fármaco.
En Estados Unidos, el primer paso para obtener las pastillas suele requerir un análisis de sangre que detecta la presencia de los autoanticuerpos que bloquean un receptor esencial para el transporte de folato al cerebro. Los que dan positivo tienen una probabilidad significativamente mayor de responder al tratamiento, sostienen los especialistas, y quienes obtienen resultados positivos tienden a seguir patrones similares.
La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos (PubMed) publicó en los últimos cinco años dos estudios internacionales sobre el uso de ácido folínico en personas con TEA. Uno fue publicado en octubre de 2020 y fue realizado por especialistas de la Universidad de Ciencias Médicas de Teherán. Según sus impulsores, el estudio “proporcionó evidencia preliminar” que sugiere que el ácido folínico “podría recomendarse como un suplemento complementario beneficioso para aliviar los síntomas del habla y del comportamiento en niños con TEA”.
El segundo fue publicado en febrero de 2023 por investigadores de la Facultad de Medicina de la Ege Üniversitesi, de Turquía. Da cuenta del tratamiento de un paciente con TEA y con Síndrome de Deficiencia Cerebral de Folato quien, tras un tratamiento combinado oral e intravenoso con altas dosis de ácido folínico a los 6 años, mostró “una leve mejoría en las convulsiones epilépticas y la motricidad”.
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