La angosta ruta 74 ya no puede con los camiones
CORDOBA.- Dos pesados camiones se enfrentan en un tramo de la ruta que conecta a esta ciudad con la vecina localidad de Colonia Tirolesa. Uno de los conductores no tiene más opción que ceder el paso al otro, "bajándose" a la banquina.
No se trata de una gentileza entre colegas: a esa maniobra obliga la estrecha cinta de asfalto que, si bien tiene dos manos de circulación, fue diseñada hace muchos años sin considerar que, tiempo después, podría ser empleada por estos verdaderos "monstruos" del transporte de cargas moderno.
Esa situación no ocurre de vez en cuando. Se repite en innumerables ocasiones todos los días, porque la ruta provincial A74 es utilizada como vía alternativa a la ruta nacional 9 Norte. Ese acceso a la capital provincial integra la llamada RAC (Red de Acceso a Córdoba), a la que se aplicó el pago de peaje hace un par de años.
Los camioneros eluden la estación de cobranza de la RAC al desviarse desde Jesús María, por Colonia Caroya, para empalmar con la 74 a Colonia Tirolesa y Córdoba capital. O haciendo el recorrido inverso.
El "ahorro" que así logran no es únicamente a costa de los concesionarios del peaje, sino, fundamentalmente, del estado de los caminos provinciales por los que transitan y del impacto ambiental en las localidades por las que atraviesan.
Falta de control
El sistema ofrece así una falla cuya consecuencia más onerosa recae sobre la provincia y los municipios de la zona. Sin embargo, las autoridades -principalmente las provinciales- no están exentas de culpa y cargo.
Ellas deberían ejercer un razonable control sobre los transportes de cargas que circulan por las rutas de jurisdicción local, velar por su seguridad, arbitrar medidas o políticas en defensa tanto de las poblaciones como de la infraestructura y de sus cuentas siempre escasas para la obra pública. Poco y nada de eso ocurre.
Colonia Caroya es un pueblo "gringo", al que se conoce por su salame típico o el vino local, cuya elaboración se perdió con sucesivas crisis.
También por su avenida principal, flanqueada por añosos plátanos cuyas copas se confunden a diez metros del suelo para formar una umbrosa galería de cinco kilómetros de largo. Es una postal de "la colonia" y un patrimonio histórico muy querido.
Esa avenida, la San Martín, es un tramo de la ruta A74, trajinada diariamente por 400 o 500 camiones. Hasta hace un par de años, según estadísticas del municipio, pasaba un número veinte veces menor.
Más inseguridad
La vida y la seguridad de la localidad se han resentido enormemente. A uno y otro lado de la A74 funcionan escuelas, dispensarios, templos, dependencias públicas y negocios, además de viviendas particulares.
La polución sonora y ambiental tconvive ahora con los pobladores.
"Gracias a Dios, no hemos tenido que lamentar accidentes graves", dijo a LA NACION el secretario de Gobierno de la municipalidad, Juvenal Antonutti.
A raíz del incesante desfile de vehículos, la comuna tuvo que cruzar lomadas e instalar semáforos en distintos puntos para poner un cierto freno al intenso tránsito.
Colonia Tirolesa, a mitad de camino entre Caroya y Córdoba, se enfrenta al mismo problema. Con el agravante de que la carpeta asfáltica de la ruta, cuando atraviesa el pueblo y hasta la capital, es menos resistente.
En ese tramo, la estructura del pavimento data de 1944 y dista de poder aguantar el paso intensivo de camiones. Es angosta, por eso un camionero debe "bajarse" a la banquina cuando ve a otro que avanza en sentido contrario. Y no está señalizada.
El trayecto entre Tirolesa y Caroya fue reconstruido y modernizado hace poco, pero no alcanza. Pronto, el pavimento comenzará a mostrar los efectos de un tráfico para el que no está preparado.