En mayo de este año, Sofía López Mañán cumplió su sueño de acompañar y documentar con sus fotos el viaje de 5 días de la elefanta Mara desde el Ecoparque porteño hasta el Santuario de Elefantes de Brasil, en Chapada dos Guimarães, Mato Grosso, como parte de un proyecto de fotografía apoyado por la National Geographic Society's Emergency Fund for Journalists.
Sofía ama contar historias y eligió la fotografía como medio. Es licenciada en artes visuales, estudió dirección de arte publicitaria, fotografía documental y periodística y dirección de fotografía para cine. Hace unos años decidió documentar historias vinculadas a nuestra relación con el medio ambiente.
En el Día mundial del Elefante la fotógrafa conversó con LA NACION sobre su experiencia del viaje con Mara.
- ¿Cómo surgió ser la fotógrafa que iba a acompañar a Mara al Santuario?
Trabajé 4 años en el Ecoparque registrando de todo, desde el trabajo veterinario, las derivaciones de animales, el enriquecimiento, el entrenamiento... Después de tantos años ya conoces al grupo humano y aprendes cómo moverte mientras ellos trabajan sin entorpecer. Quería viajar y no reprimí ese deseo y por suerte estaban contentos como trabajaba, así que cerró por todos lados.
- ¿Cómo es Mara?
Es una elefante tierna y ese es mi recuerdo de sus épocas en el Ecoparque. Actualmente la sigo en las redes y parece otra elefante, ya verla en compañía cambia todo.
- ¿Tuvo cambios de humor en el trayecto hasta el santuario?
En el camino se portó super bien, aunque en los últimos días se la veía más ansiosa. Cada tanto, cuando había mucha gente alrededor, se ponía nerviosa y eso ocurrió varias veces con curiosos que se acercaban a fotografiar de manera invasiva o cuando había mucho movimiento de vehículos alrededor de ella.
- ¿Cómo fue tu experiencia fotografiando a Mara?
Fue un viaje especial, en principio porque como mucha gente, nunca acompañé un traslado de elefante y por otro lado estábamos en plena cuarentena absoluta. Tengo muchos años de fotografía pero me estresé un montón antes de salir. Mucha responsabilidad y mucha incertidumbre. No estás registrando un objeto inanimado, es un traslado de 5 días de un animal. Mi deseo era llegar, y eso siempre estaba por encima de todo.
- ¿Cómo fue la llegada al Santuario?
Llegamos pasado el mediodía al santuario. Estábamos cansados, entusiasmados y sensibilizados. Eramos 4 personas que hicimos todo el recorrido con ella, pero toda su familia humana del Ecoparque se mantuvo en vigilia todo esos días. Mara llegó a Brasil porque tuvo el sostén emocional, el cuidado y el amor incondicional de ellos. Fueron días de poco sueño, así que te podrás imaginar que la llegada fue un alivio y verla salir de su caja a su tiempo y bañarse de tierra roja fue el mayor logro.
- ¿Cuál es la situación de los elefantes en Argentina?
Sin duda que hay un cambio de paradigma y la idea de un zoológico victoriano donde se exhiben colecciones de animales exóticos ya quedó como viejo modelo.
El común de la gente piensa que el trasladar animales es tan solo una decisión, yo pensaba así al principio. "Bueno, cierran todo y se van todos los animales". Hay mucha burocracia, papeles, entrenamientos, cuestiones sanitarias. A veces faltan permisos y los trámites se extienden por años.
Hay dos elefantas en el Ecoparque que ya tienen el pase al santuario de Mato Grosso. Hay 4 elefantes en el ex zoo de Mendoza en condiciones delicadas por el que se está trabajando para trasladarlas, pero no es fácil, y hay una elefanta en el zoo de Luján…
- ¿Qué cambió en tu vida este viaje con Mara?
Qué linda es la sensación cuando un animal llega a destino, se da vuelta, te mira y sentís que te agradece. Bueno, esa no fue la historia. Mara llegó y no existió más que el pasado. Ya no es más sobre nosotros humanos, es dejar al animal que sea animal. Dejar que el elefante sea elefante. Que su historia sea el principio de otras. Ella ya está ¿ahora cómo seguimos?