
"La violencia no se resuelve con muros ni estigmatizando"
El secretario general de la YCMA apunta a la educación como factor de desarrollo social
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"Cuando gran parte de la sociedad es pobre, es difícil que haya paz, porque eso implica que no hay justicia. La violencia no se resuelve construyendo paredes y estigmatizando, sino atendiendo las necesidades básicas de los jóvenes, con educación, salud y trabajo."
Esa frase, inspirada en los hechos que marcan la agenda de nuestro país, la dijo a LA NACION Bartholomew Shaha, secretario general de la Alianza Mundial de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA), que, con sede en Ginebra, Suiza, está presente en 130 países, con más de 45 millones de miembros.
Lo dicho por este economista y músico, oriundo de Bangladesh, y que hace más de 30 años cumple diferentes funciones en la YMCA, puede parecer una verdad obvia. Incluso, un buen eslogan de tiempos electorales. Pero su riqueza reside en algo que le gusta destacar de su trabajo: "Nosotros no teorizamos acerca de lo que debería hacerse, lo hacemos. Construimos comunidad".
Así, la YMCA, bajo la consigna, "Justicia joven en acción", realiza trabajos comunitarios a través de diferentes programas de capacitación y educación formal e informal, en los diferentes países en donde tiene sus sedes. "Nuestro objetivo es cultivar el cuerpo, el alma y la mente", explicó Shaha, que destacó programas de prevención del VIH y de desestigmatización de quienes padecen esa enfermedad.
En su vista al país se reunió con el cardenal Jorge Bergoglio; con el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, y con Alfonso Prat-Gay, candidato a diputado nacional por la Coalición Cívica. Pese a que la YMCA es una organización cristiana, Shaha afirma que su objetivo no es el de evangelizar.
-La realidad de nuestro país está signada últimamente por grandes polémicas que nacen de la inseguridad. Un intendente quiso levantar un muro divisorio entre dos barrios lindantes; se está tratando la baja de la edad de imputabilidad; en algún momento se planteó implementar la pena de muerte. ¿Cómo es posible llegar a un entendimiento?
-Cuando gran parte de la sociedad es pobre, es difícil que haya paz, porque eso implica que no hay justicia. La violencia no se resuelve construyendo paredes y estigmatizando, sino atendiendo las necesidades básicas de los jóvenes, con educación, salud y trabajo. Los pobres no son pobres porque quieren y no son violentos por naturaleza. Según las estadísticas de las Naciones Unidas, en muchos países hay contradicciones puertas adentro, y están creciendo, no decreciendo.
-¿Cómo es posible eso en un país en donde los principales actores que deberían transmitir los valores, docentes y adultos mayores, no reciben una remuneración y una jubilación digna?
-Eso ocurre en muchos países. Esos actores son los formadores de las próximas generaciones de líderes y trabajadores, tienen una tarea importante y deberían ser reconocidos socialmente. Es un problema de recursos que los políticos y economistas deberían rever. No es algo fácil, pero es prioritario y así debería ser tomado en cuenta. En este viaje, me reuní con el secretario de Educación, Alberto Sileoni, para charlar sobre la apertura de una universidad de la YMCA en la Argentina, que se sumaría a los cinco establecimientos educativos que hay aquí [dos primarios, un secundario y dos centros de formación profesional de oficios] y sería parte de un programa de intercambio entre otras universidades del mundo. La educación es la clave para el progreso, y poder tener recursos para ella es algo que como economista investigo e implemento, porque es y debe ser posible.
-¿En tiempos de intolerancia e individualismo, en qué medida las religiones pueden ser útiles para unir y no dividir?
-Para nosotros, la letra ce, de cristiano, de nuestra sigla YMCA, es importante. Pero no reviste la misma importancia de otras épocas cuando significaba evangelizar. Hoy ser cristiano es vivir como Jesús nos enseñó, respetando al prójimo. Nuestro trabajo en el mundo se basa en abrirnos a otras religiones y trabajar conjuntamente.
-¿Algún ejemplo par instrumentar esos propósitos?
-Hace cuatro años, la YMCA está implementando un programa que consta de un curso de 14 semanas en el que los jóvenes musulmanes, cristianos, budistas, judíos y de cualquier otra religión conviven en una comunidad de Indonesia. Allí estudian la religión de los otros, hacen trabajos comunitarios y se enriquecen mutuamente. De esa forma, demostramos que es posible que las religiones se entiendan entre sí y que haya paz.
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