Las puertas que se abrían solas
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Las puertas de los cuartos se abrían y se cerraban solas. Haydée Garro no entendía por qué y, para mantenerlas abiertas, las trabó con papel. Eran las 18 del viernes. Mientras caminaba por el 7° B del edificio de Bartolomé Mitre 1232, notó también como si el piso estuviera declinado hacia un lado.
Le dio miedo. Más temprano, a las 15.50, cuando llegó al departamento que junto con su marido usan como oficina y a veces para quedarse a dormir, no había podido abrir la puerta. La ayudó el encargado con un líquido para ablandar cerraduras. La puerta se había torcido, según el portero, que además le contó otra curiosidad: en el edificio habían advertido una pequeña rajadura.
Haydée habló con Angel, su marido, que le pidió que se fuera de ahí. A las 18.30, antes de que los evacuaran, ella decidió irse.
El derrumbe lo vieron por televisión. "De repente te das cuenta de que perdiste todo y no sabés si lo vas a recuperar", dice a La Nacion. Su marido cuenta que se van acordando de las cosas que quedaron dentro a medida que van pensando. La plata, la araña de los bisabuelos, las dos computadoras que usaban para las diligencias judiciales que realizan, fotos familiares, la carpeta de la sucesión del padre de ella.
Recuerdan que compraron el departamento hace 25 años porque su hijo, que ahora tiene 31, festejó su sexto cumpleaños ahí, cuando recién habían adquirido el inmueble. Pero la bronca más grande es porque a principios de junio habían hecho la denuncia de que el edificio se movía para todos lados por la obra que había comenzado al lado. Y nadie hizo nada.
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