
Las telefónicas vieron sólo una broma en un mensaje de alerta
Corrió por Internet y advertía sobre maniobras para acceder al uso de una línea ajena
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Un inofensivo correo electrónico transmitido a través de Internet provocó, en los últimos días, un pequeño revuelo entre los usuarios de la red de redes y las empresas de telefonía.
El breve e-mail, que denunciaba un presunto fraude telefónico, se propagó con tanta velocidad que no dio tiempo a desmentidas. La carta relataba la historia de un abrumado cliente que supuestamente había recibido una llamada de una persona de la empresa AT&T.
Durante la conversación -y aduciendo razones técnicas-, el operario le habría solicitado que discara los números nueve (9) y cero (0), seguido del signo numeral (#) y que luego colgara. La presunta víctima sospechó de la intención de la llamada y decidió averiguar las posibles consecuencias de su acción.
Fue así como se enteró, a través de la compañía telefónica y otras autoridades, que había sido presa de una estafa. "Nos informaron que marcando 90# se da a quien lo solicite completo acceso a tus líneas telefónicas, lo cual le permite hacer llamadas de larga distancia con cargo a tu número telefónico", alertaba el autor del e-mail.
Mientras tanto, las empresas de telefonía consultadas por La Nación confirmaron que es "absolutamente imposible" que alguien pueda "introducirse" en la línea telefónica de otra persona. "El caso no tiene fundamento técnico", dijeron voceros de Telecom Argentina. "Desde el punto de vista de la seguridad de las centrales públicas, es imposible", aseguraron.
En Telefónica de Argentina coincidieron: "Hemos constatado el caso internamente y los técnicos aseguraron que es falso. Además, no existen casos concretos", afirmaron fuentes seguras de la compañía.
En ambas empresas se coincidió en presentar el caso como una broma.
La carta electrónica en la que se denunciaba el falso fraude despertó la sospecha entre miles de clientes. Su éxito fue rotundo. Pero era una broma.
Es que la cuidada redacción de la carta -un relato coloquial, además de un supuesto chequeo del caso con empresas y autoridades- daba la sensación de tratarse de un caso real.
Mala fe
En el mensaje, el autor se animó a incluir información y datos técnicos: "Fuimos informados de que este "scam" ha sido originado desde cárceles locales y prisiones", decía la nota. La historia tenía un aspecto verosímil.
Sorprendidos en su buena fe, muchos navegantes optaron por reenviar el e-mail a amigos, conocidos y parientes, impulsados tal vez por el deseo de realizar una buena acción.
Actuaron por contagio o, quizá, por obligación moral: "Favor de pasar esta información -solicitaba el mensaje-. Si tienes listas de correo y/o comunicación con otras organizaciones, te pido que pases esta información". Y terminaba: "Por favor, envialo a todo el mundo".
Para confirmar la veracidad o falsedad de la denuncia, La Nación llamó además a técnicos, al número 112 coordinado por las telefónicas -en el que informan acerca de todos los servicios posibles-, a compañías de telefonía celular y a las autoridades nacionales.
Un rastreo telefónico del origen del e-mail redundó en una lista interminable de direcciones y un mismo resultado: "No, a mí no me pasó. Este mensaje me lo mandó un amigo mío", repitieron una y otra vez los numerosos usuarios de correo electrónico consultados.
Pero la respuesta de los especialistas fue contundente: "No puede ser real". La Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC) concluyó: "No hemos recibido ninguna queja al respecto. Es algo insólito". Sin duda, lo era.
Chistes cibernéticos
No sólo las empresas telefónicas han sido víctimas de bromas a través de Internet. Otro e-mail que circula entre las computadoras conectadas a la gran red alertó sobre un "virus troyano" muy poderoso que afectaría a los sistemas y se transmitiría el próximo viernes.
El autor del correo electrónico bautizó al virus como "Hacky Birthday". En inglés, el término hace un juego de palabras con "hacker", como se llama a las personas que quiebran las barreras de seguridad de los sistemas informáticos.
El lunes último, La Nación explicó en el suplemento de informática que el supuesto firmante del e-mail no fue el autor. Además, las compañías de antivirus desestimaron la amenaza.






