
Libonati se aferra en San Martín a su sillón comunal
Jaqueado por los ediles duhaldistas, que lo destituyeron, quiere encontrar aliados.
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El partido de San Martín no tiene intendente desde el viernes, cuando el Concejo Deliberante local decidió suspenderlo. Dicen que el gobernador Eduardo Duhalde conocía con anticipación el paso que darían los representantes justicialistas y que el mandatario provincial optó por dejarlo librado al trámite deliberativo.
El mandatario cuestionado por el déficit en las cuentas comunales no acata la sanción ni parece darse por enterado.
Antonio Libonati no dejó ayer su despacho ni para almorzar. El intendente de San Martín se encerró en su oficina, rodeado por amigos y acosado por periodistas, sin obedecer la suspensión por 90 días que decidió el Concejo Deliberante.
Desde el viernes último, San Martín no sabe quién es su legítimo intendente; sin embargo, el pueblo parece mirar para otro lado.
Aires de confusión
Ayer a la tarde, en medio de un clima de confusión, el intendente tomaba aire en el balcón de su despacho y miraba la plaza de la ciudad, que estaba desierta.
Consultado acerca de su permanencia en el palacio comunal, Libonati dijo a La Nación que su resistencia es legal y aseguró que se mantendrá en su puesto hasta que la Justicia se pronuncie: "Por ahora no hay ningún motivo legal valedero para que me vaya", dijo.
El intendente apeló la sanción del Concejo Deliberante en la Corte provincial.
"Este Concejo demostró que prejuzga y eso no me da ninguna garantía sobre su independencia para proceder. Acá hay un acuerdo superior", acusó Libonati.
-¿Con el gobierno de la provincia?
-Los concejales hablan de órdenes superiores. Yo quiero ver el resultado de todo esto y saber si no fue una aventura personal.
-¿De quién?
-Del presidente del Concejo, quien permanentemente me disputó el ejercicio del poder.
Sin respuesta de Duhalde
Pablo Landolfi no sólo es sobrino del intendente Libonati. Además, es el presidente del Concejo Deliberante, responde al gobernador Eduardo Duhalde y ocuparía su puesto si se cumple la suspensión.
-¿Habló con Duhalde sobre esta difícil situación que vive?
-Lo llamé dos veces, ayer y hoy, pero no me respondió.
-¿Se siente traicionado por los concejales de su partido?
-Sí (dice frotándose los ojos durante un rato).
El pedido de suspensión fue aprobado el viernes último por 23 de los 24 concejales del distrito. El voto que defendió al intendente fue de la concejala Graciela Gómez, hija de un ex senador menemista.
Motivos de la sanción
Los motivos que llevaron a la sanción del intendente cambian según el cristal con que los mire.
Que se gasta más de lo que se recauda es uno de los argumentos. Los concejales del Frepaso hablan de un déficit de entre 11 y 16 millones de pesos en las cuentas del año último. También sospechan de desvíos de dinero desde el área de Salud.
Los concejales de la oposición ya habían intentado desplazar al intendente en 1996, acusándolo de pagar comidas para la policía con fondos de la comuna durante una campaña partidaria.
Pero en aquel momento la oposición no contó con el apoyo de los 13 concejales justicialistas.
En los pasillos de la municipalidad, el conflicto y el cambio de actitud de los concejales tienen una explicación corta: en los últimos tiempos, Libonati apoyó públicamente al presidente Menem, incluso dijo que pelearía la gobernación de la provincia apoyando una nueva reelección. "Al primero que quiera sacar los pies del plato, Duhalde le corta las alas", comentan en la municipalidad.
En La Plata repiten que el gobernador conocía con anticipación el paso que los representantes justicialistas darían en el Concejo Deliberante para suspender al intendente.
Sentado en un sillón, con Gardel, Duhalde, Menem, Perón y Evita de fondo, Libonati dice que confía en encontrar una salida razonable.
-¿Cree que empezó la guerra entre el duhaldismo crítico y el puro?
-Y, sí.
El personaje en la noticia: un hombre sin apoyo político
Antonio Libonati llegó a la intendencia de la localidad bonaerense de San Martín en 1991 y fue reelegido en 1995, cuando le ganó a su competidora Graciela Camaño, la esposa del gastronómico Luis Barrionuevo.
Su antecesor fue Carlos Brown, actual ministro de la Producción y titular del justicialismo en el partido de San Martín, quien decidió no tomar partido y mantenerse en una posición legalista.
En sus círculos íntimos, sin embargo, el ex secretario de Seguridad ya venía observando con preocupación la situación existente en la intendencia.
Brown, por la segunda vez
Quizás ello tenga que ver con que, en 1999, Brown intentará, según lo reclaman los justicialistas desencantados de la zona, un nuevo período al frente de esa comuna.
En el ámbito gubernamental se tiene conceptuada como deficiente la gestión municipal y se sabe que el suspendido jefe comunal enfrenta cuestionamientos de diversos sectores, lo que ha llevado su imagen a una mínima expresión de adhesión.
Libonati siempre tuvo cerca a su hermano y a su sobrino. Carlos María Libonati y Pablo Landolfi lo acompañan desde el Concejo Deliberante, uno es concejal y el otro presidente del cuerpo. Pero ambos le retiraron el apoyo político cuando tuvieron que decidir sobre su suspensión.
El hijo del intendente, Sebastián, también trajina los pasillos de la municipalidad con el cargo de secretario privado. Hace poco más de un año apareció en los diarios cuando su ex novia lo acusó de malos tratos. En aquel momento, el traspié sentimental fue interpretado por la familia del intendente como una maniobra política para desprestigiarlo.
Escribano de Gobierno
Libonati también fue diputado nacional y escribano del gobierno de la provincia.
En un principio estuvo en las filas del cafierismo, más tarde se vinculó con la Liga Federal y en los últimos tiempos derivó en el llamado "duhaldismo crítico", que lo acercó a los brazos del menemismo.
Lo cierto es que Libonati parece haber quedado huérfano del apoyo que en otras épocas le dispensaron sus aliados en el partido.
Quizá su errante trayectoria en el justicialismo, veleidad pasada por alto en mejores tiempos de su carrera política, hoy sea uno de los elementos que juega en su contra para asegurar su permanencia.





