
Lo confundieron con un ladrón y lo mataron
Hay dos detenidos, a los que les imputan haber golpeado con una madera a un menor de 17 años hasta dejarlo inconsciente El joven falleció luego en su casa El hecho ocurrió en Munro
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Martín Suárez, de 17 años, iba a visitar a su novia cuando fue interceptado en Munro por dos policía y dos civiles que lo confundieron con un ladrón que había robado un par de zapatillas, según denunciaron sus familiares. Al día siguiente, el menor murió a causa de los golpes que le habrían propinado los dos acusados.
Tanto el suboficial Roberto Sandroni como Fernando Grecco, el joven que fue robado, están presos acusados de homicidio y ayer fueron indagados por el fiscal de San Isidro Ricardo Costa.
Morocho, con el cabello casi rapado en la nuca, Martín Suárez caminaba el jueves por una calle que orilla la Villa Borges, cuando fue detenido por la policía. Al día siguiente murió en su casa de Carapachay.
Su padre, Oscar Suárez, denunció que su hijo, Martín, fue golpeado con una tabla de madera por dos policías y dos muchachos porque lo confundieron con un delincuente. La autopsia, realizada el sábado último, determinó que el adolescente murió por un traumatismo en la cabeza.
Los dos policías y los dos civiles que habían sido víctimas del robo cuando compraban un par de zapatillas en el centro comercial de Munro, detuvieron y golpearon con una tabla de madera a Martín en una de las calles de la villa Borges, en Blas Parera y Ramón Castro, porque lo creían uno de los ladrones.
Sin embargo, el comisario de la seccional 3a. de Vicente López, Rodolfo Campisi, negó la responsabilidad policial en la muerte del chico y acusó a Grecco, que, dijo, "sólo le pegó un puñetazo".
Según la versión del comisario, dos jóvenes pararon a un patrullero porque habían sido robados. Subieron y, a los 150 metros, encontraron a cuatro muchachos y los identificaron como sus asaltantes.
Todos a la comisaría
"Cuando los palpaban de armas, una de las víctimas del robo le pegó un puñetazo a Martín Suárez, por lo que el personal trasladó a todos a la comisaría", dijo el comisario.
No obstante, en la fiscalía y en el juzgado de Juan Makintach no creen a rajatabla en esta versión, por lo que ordenaron los arrestos.
Según relató ayer Oscar Suárez en su casa de Carlos Tejedor al 3500, los policías bonaerenses y los civiles golpearon a su hijo.
Según dijo, el chico, que trabajaba en la verdulería de su padre, situada en Castelli y Posadas, de Carapachay, había ido a la casa de su amiga, Silvina Ocampo, para invitarla a salir el viernes a la noche. Frente a la casa de la joven atacaron a Suárez. El padre de la chica, Marcelo Ocampo, evitó que lo siguieran lastimando en la calle.
"Estaban los dos policías arrestándolo y le sostenían las manos en el suelo, al lado de mi casa. Uno de los que estaba de civil, grandote y rubio, de unos 25 años, tenía un garrote en la mano y le pegaba. Después se lo llevaron en el patrullero", contó ayer a LA NACION Marcelo Ocampo, testigo de la golpiza que terminó con la vida de Diego.
El adolescente fue trasladado a la comisaría 3a. de Vicente López, situada en Armenia 4620, de Munro, donde lo fue a buscar su padre.
Según Oscar Suárez, el principal a cargo de la comisaría le dijo que siempre en un procedimiento los delincuentes "algún cachetazo se llevan". Campisi negó esos dichos.
"El chico no dijo que se sentía mal, ni estaba golpeado. Interrogado por el médico, le dijo que había estado bebiendo cerveza. Estaba muy mal y ya había vomitado dos veces en la seccional", explicó el comisario.
Sin embargo, para su padre, el adolescente no dijo nada porque estaba atemorizado.
"Lo vi pasar cuando lo llevaban de una oficina al baño, con el principal. Después, apareció con la cara mojada y me miró con terror. No hablaba... "sacame por favor de acá, me decía con la mirada", recordó Oscar Suárez.
Después de una revisión médica, el joven se retiró de la comisaría con su padre el jueves, a las 22.30.
"Sólo quería dormir... Lo desvestí para ver si tenía golpes, pero no vi marcas, así que lo dejé descansar. El viernes temprano me levanté, lo vi durmiendo y me fui a la verdulería. Al mediodía, lo volví a visitar para ver cómo estaba, pero ya había muerto", dijo el hombre.
Si bien en el momento de la golpiza a Suárez estaban presentes dos policías y dos civiles, el fiscal Ricardo Costa, de San Isidro, pidió arrestar a dos de ellos, el policía que supuestamente sujetó al chico y el civil que lo habría golpeado, un joven que estudia en Estados Unidos y que fue detenido en la casa de su padre, en Florida.
Aunque fuentes judiciales dijeron a LA NACION que no descartan ampliar las imputaciones si es que se establece que hay evidencias contra otros sospechosos por la muerte del muchacho.
"Hasta que no estén presos los asesinos de mi hijo no voy a descansar. Quiero que haya justicia y que sus asesinos estén presos como bestias, porque eso eran. No pueden salir con una patrulla a cazar ladrones", se quejó Oscar Suárez.
"Que no haya otro Jagüel"
Durante el sepelio del joven, el comisario se presentó a expresar sus condolencias a los familiares y a pedirles que tranquilizaran al barrio porque temía que los vecinos quisieran incendiar la comisaría. "Que no haya otro Jagüel. No quiero que quemen la seccional", les pidió, en alusión a la reacción popular que se desató en esa localidad de Ezeiza, el 12 de agosto último, a raíz del asesinato del joven Diego Peralta, muerto luego de ser secuestrado.
"Cuando arrestaron al chico, los vecinos de la villa quisieron linchar a los ocupantes del patrullero y a la tarde querían atacar la comisaría", dijo el jefe policial.
"Nosotros somos padres de familia. Cómo vamos a golpear a un menor para que corrija su actitud o no cometa delitos", se preguntó.
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