Los bosques de Palermo se poblaron de travestis
Anteanoche, un desfile de más de 50 travestis a lo largo de las avenidas Kennedy, Iraola y Montt, sorprendió a los deportistas y las familias que paseaban por los bosques de Palermo. Una caravana constante de autos avanzó a su lado hasta pasada la medianoche. En su mayoría eran curiosos, y sólo unos pocos bajaron sus ventanillas para cruzar palabras con las "chicas".
"Acá hay más gente que en Godoy Cruz. Se quejaban porque allá nos veían los chicos, pero acá muchos vienen con sus hijos; yo no entiendo...", dijo, antes de ser "levantada" por un taxi, Alejandra, un travesti que ejerce la prostitución en el barrio desde hace 15 años. "Nos vamos a tener que adaptar a este nuevo lugar", suspiró.
Desde que entró en vigor el nuevo Código Contravencional, sólo los travestis de la llamada "zona roja" de Palermo se desplazaron a más de 200 metros de viviendas, templos y escuelas -como ordena una de las cláusulas transitorias-, y se instalaron junto al Rosedal. Aquellos que ejercen la prostitución en los barrios de Flores y Constitución decidieron no moverse de sus lugares, por lo que anteanoche hubo algunas detenciones.
"Más temprano, a las 21.30, estuve en Constitución y la policía agarró a varias «chicas». Yo me escapé y me volví para acá", contó Andy, de 21 años, que llegó de Tucumán en enero último.
La gente que había decidido salir a pasear, trotar o pedalear por los bosques quedaba boquiabierta frente al show de escotes, cueros e insinuaciones de las "chicas". "Me sorprendió totalmente. No sabía nada. Acabo de salir de trabajar, vine acá para relajarme un poco y veo esto", exclamó a LA NACION Gustavo, un empleado de 26 años.
Santi, de cinco años, no paraba de reírse y saltar de un lado al otro. "¡Miren esa chica!", le gritaba, exaltado, a su mamá, Gladys, que con sus amigos Julio y Marcela -todos vecinos de la "zona roja" de Godoy Cruz- se tomaron la situación con mucha gracia.
"Vinimos a pasear. No sabíamos que iban a estar, pero igual él ya está acostumbrado", dijo la mamá de Santi, entre risas. "Para nosotros es mejor que estén acá. Es muy feo verlos «trabajar» cerca de tu casa, atrás de un árbol", agregó su amiga Marcela. "Acá no molestan. Aunque, eso sí, antes veíamos más bicicletas. Pero bueno, ahora el que quiere, sabe adónde venir a buscarlas", dijo Julio.
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