Murió el niño que esperaba un corazón
Se trata de Felipe, de 11 años, que hace dos semanas lo habían conectado a un órgano artificial
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SANTIAGO, Chile.- Todo Chile lo llora. Exactamente 93 días, poco más de tres meses, duró el sueño de Felipe Cruzat, el niño chileno de 11 años, que esperaba un trasplante de corazón que le permitiera seguir viviendo ante la miocardiopatía dilataba que lo aquejaba.
El chico falleció ayer, alrededor de las 13.30 (hora local, las 14.30 en la Argentina), víctima de una falla multiorgánica con sangramiento en las vías respiratorias, en el hospital clínico de la Universidad Católica, en cuya unidad de cuidados intensivos (UCI) estaba internado.
El director del establecimiento, Carlos Pérez, explicó que el deceso del menor se debió a "un repentino sangrado en la vía respiratoria que comprometió grave e irreversiblemente su función pulmonar", según lo relató en una triste conferencia de prensa.
"En ningún momento experimentó sufrimiento o dolor, porque permanecía en un estado de sedación profunda", completó Pérez, sin aceptar preguntas de los medios de comunicación.
La esperanza de una recuperación había comenzado el viernes 20 de marzo, con el implante de un corazón artificial Excor (producido por la firma Berlin Heart) importado desde la Argentina. La cirugía fue practicada por un equipo binacional integrado por los médicos Horacio Vogelfang y Gerardo Naiman, del hospital Juan P. Garrahan, de Buenos Aires.
Pero la esperanza duró sólo dos semanas. La vida de Felipe terminó ayer, en otro viernes, a pocos días de la Semana Santa que sus padres tanto anhelaban compartir con él.
Larga agonía
Su caso conmovió a la opinión chilena durante los más de tres meses que duró la larga agonía e incentivó al gobierno de Michelle Bachelet a poner carácter de suma urgencia a la ley de donaciones, para así facilitar el trasplante de órganos.
Hace 20 días, el deceso de una mujer con muerte cerebral en el sur de Chile ilusionó a la familia de Felipe, pero los parientes directos de la fallecida se negaron a donar su corazón, argumentando motivos religiosos.
Con una entereza a toda prueba, que demostró en el tiempo en que su hijo fue el centro de la noticia, el padre de Felipe, Gonzalo Cruzat, dio a conocer ayer la tristeza que embarga a la familia, en las puertas del hospital de la Universidad Católica.
"El tenía una misión en este mundo, la cumplió y se fue en paz. Se hizo lo que Felipe siempre pidió, que se cumpliera la voluntad de Dios, no la nuestra. Estamos tranquilos porque sabemos que él está junto al Señor. Creemos que la voluntad de Dios se expresó y ése era el destino de Felipe", explicó Cruzat, quien dio otros detalles sobre la falla que acabó con la vida de su hijo.
"Tenía afectado el hígado, los riñones... Ayer lo habían sacado de la máquina de diálisis. Fue una situación rápida. En una hora se produjo el desenlace", dijo el padre.
Ayer, en tanto, todos los chilenos se acostaron con un nudo en la garganta, conmovidos por un caso en el que pudo hacerse mucho más de lo que finalmente se hizo.
Tristeza de la Iglesia
El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Alejandro Goic, expresó el sentir de la Iglesia en el duro momento que vive la familia Cruzat.
"En la comprensible tristeza por esta pérdida, les acompañamos con nuestra oración. Trabajemos para que la donación de órganos se instale en nuestra sociedad", explicó el prelado. Criticó así la falta de voluntad política que ha retrasado por años una ley de donantes universales.
Fuentes del hospital clínico de la Universidad Católica y del personal de enfermería que cuidó a Felipe confirmaron a LA NACION la crítica situación que atravesó el chico durante las últimas 48 horas y su congoja por el dramático desenlace.
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