
Otros hechos ocurridos en la Capital
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El calvario vivido ayer por Nicolás Carrasco no es una modalidad delictiva nueva. En mayo último, un estudiante de la carrera de Derecho de la Universidad Austral denunció que un hombre de 55 años, que viajaba con él en un interno de la línea 130, lo amenazó de muerte e intentó secuestrarlo, pero el estudiante escapó arrojándose del ómnibus.
El joven hizo la denuncia en la Policía Federal e hizo público el hecho por medio de una cadena de e-mails para alertar a otras posibles víctimas.
En menos de una semana recibió correos electrónicos de 16 chicos a los que les pasó algo similar. Dos de ellos no tuvieron la misma suerte: uno contó que lo secuestraron por unas horas y que exigieron rescate a sus padres y el otro relató que lo obligaron a ir a su casa y asaltaron a toda su familia.
En su momento, las empresas de colectivos y las autoridades reguladoras del transporte dijeron no tener noticias de esta nueva modalidad delictiva.
En la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) habían asegurado que no tenían denuncias. Tampoco tenían información en la línea 130.
Las víctimas de estos "aprietes" son generalmente jóvenes de hasta 30 años que circulan en las líneas de colectivo que unen el conurbano y la zona norte de la ciudad de Buenos Aires con las universidades privadas situadas en la zona del Bajo, en Puerto Madero y en San Telmo, entre ellas la Austral, la Universidad Católica Argentina, el CEMA y el Instituto Tecnológico de Buenos Aires, entre otras.
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