Para la investigación policial, Perel se suicidó
DOLORES.- Por estas horas, una dura puja interna sacude la investigación que se realiza para esclarecer el crimen de Isidoro Mariano Losanovscky Perel y su esposa, Rosa, ocurrido en Cariló, el domingo último.
Mientras una porción de los detectives se afana por encontrar las causas que llevaron a ese desenlace, otra fracción presiona a la fiscal María Claudia Castro para que ordene ya una segunda autopsia de los restos del matrimonio, pues está convencida de que un nuevo estudio demostrará que en realidad el financista mató a su esposa y luego se quitó la vida.
Esta última hipótesis fue defendida por el ministro de Seguridad, Ramón Verón, durante la reunión del gabinete provincial que se hizo anteanoche, encabezada por el gobernador Carlos Ruckauf, en Miramar.
La diferencia de criterios fue revelada a La Nación por una calificada fuente judicial, que explicó que los demandantes sostienen que "si la señora (fiscal) accede a este pedido ahora, y la autopsia la realizan peritos con experiencia, este caso se da vuelta en horas".
La fiscal, que hasta el presente se aferra al doble homicidio como verdad revelada, medita sobre el tema y mandó a guardar silencio a los sabuesos que la acosan con esta propuesta.
"Todavía no ordené nada", fue la única respuesta que María Claudia Castro dio a La Nación ayer por la tarde. Allegados al proceso no descartan, sin embargo, que finalmente la funcionaria judicial ordene el nuevo estudio a la brevedad. "Acá no hubo mala fe, pero los forenses que hicieron la autopsia aquel domingo por la noche se apuraron al descartar en esa etapa que Perel se hubiera suicidado", aclaró la fuente consultada.
"Ellos concluyeron que como no había cuero cabelludo quemado -añadió-, el disparo que cada una de las víctimas recibió en la nuca fue hecho a más de 5 centímetros y a menos de 40.
"Pero -subrayó- se debió estudiar el hueso también, porque allí pudo quedar pólvora, lo que si finalmente se comprueba nos daría que el cañón de la pistola fue apoyado en la cabeza al disparar. Si se fijan en los libros, esta señal sugiere suicidio", aseguró la fuente.
La referencia viene a cuento, pues en los tratados de ciencia forense se identifica ese rastro de pólvora como "signo de Benassi", al que se define como el anillo de ahumamiento producido sobre la superficie ósea por el disparo de un arma apoyada. Tal signo diagnostica también el orificio de entrada del proyectil.
Efectivamente, sugiere agresión por mano propia.
"Además, y casi basándose únicamente en aquella conclusión primaria, se instaló enseguida el doble homicidio y la presencia de un asesino superprofesional que cumplió su encargo y desapareció sin dejar ningún rastro", apuntó.
"Los que piden la reautopsia están convencidos de que ese killer es tan perfecto que no existe", remató.
Esta hipótesis, homicidio seguido de suicidio, es la que enarbolaron, a poco de conocido el hecho, algunos popes de la administración del gobernador Carlos Ruckauf, con el ministro de Seguridad Ramón Orestes Verón como abanderado.
Y fue reflotada anteayer en la reunión de gabinete que Ruckauf encabezó en Miramar por Verón, aunque el mandatario le recomendó que no hablara públicamente de esa postura.
En esta postura se coincide, por otra parte, en que Perel, "un hombre tan talentoso como perverso", según lo definen los detectives que insisten con la reautopsia, fraguó el doble homicidio para que sus deudos cobraran los seguros de vida que el financista y su esposa contrataron en el exterior, pólizas que sumadas rozan los tres millones de dólares.
Aunque la posición en que fueron hallados los cadáveres de la pareja también permite dudar de la existencia de un asesino impecable, la realización de una nueva autopsia "tampoco alcanzaría para develar definitivamente este misterio", como explicó un especialista en medicina forense.
El experto coincidió con los pesquisas disconformes en que fue prematuro descartar el suicidio de Perel de entrada.
Puntualizó que "si se detecta el signo de Benassi sólo se habrá demostrado que el cañón del arma se apoyó en el cráneo, pero no se sabrá si la mano que lo empuñaba era la del financista o la de un agresor".
Que venga el FBI
"La manera de la muerte no surge sólo de una autopsia bien hecha y exhaustiva. También se debe considerar el escenario del hecho, las evidencias recogidas y, esencialmente, hay que confeccionar un perfil psicológico del presunto victimario", añadió.
"Descartaría el dermotest, para verificar si hay rastros de pólvora en la mano de Perel, porque esa prueba no tiene ya valor científico", explicó.
"Ese examen debería hacerse en Estados Unidos mediante un procedimiento denominado de activación neutrónica, que permite determinar si quedaron trazos de antimonio o bario en la piel, metales que integran la fómula de las pólvoras modernas", explicó el especialista consultado.
"Pero lo mejor sería pedirle al FBI que envíe a un grupo de miembros de la Unidad de Ciencias de la Conducta, que funciona en Quantico, Virginia, para que confeccionen ese perfil al que hice referencia."
"Estos expertos lograrían desentrañar con certeza si la escena montada en esa cabaña de Cariló corresponde a un doble crimen o a un homicidio seguido de suicidio", concluyó el experto.
Grupo Bapro
El Grupo Bapro SA informó que hace aproximadamente tres meses la empresa Antfactory realizó una presentación de su propuesta de negocios, ante funcionarios del grupo.
"Dado que el grupo es el holding que nuclea a un conjunto de empresas de servicios, la recepción de este tipo de presentaciones forma parte de su dinámica habitual de trabajo", se explicó en una carta.
En representación de Antfactory, fueron a la reunión Luis Amaral, Julio Hardy, Saúl Attie y Mariano Perel. "En el transcurso de la misma expusieron las características de un fondo de inversión para negocios de Internet de 500 millones de dólares que, según explicaron a los funcionarios presentes, estaba integrado por el Citygroup (Londres), Telecom Italia y ex miembros de la consultora McKynsey", dice el texto de la misiva enviada a La Nacion.
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