Se entregó el acusado del crimen en el peaje

Después de permanecer prófugo durante casi tres días, Edgardo Petrocchi se entregó ayer, a las 14.30, en los tribunales de San Martín ante la fiscal Vilma Buglioni y quedó detenido por el crimen de Pablo Piccioli en un peaje de la ruta Panamericana, cerca de Pilar, a raíz de un incidente de tránsito.

Tres horas más tarde, según fuentes judiciales y policiales, en una rueda de reconocimiento nueve de los diez testigos convocados por la fiscal señalaron a Petrocchi –se desempeña en una agencia de seguridad y habría trabajado durante 20 años en la SIDE– como el autor del disparo que el lunes mató al joven, de 18 años.

“Lo identifiqué inmediatamente. Tenía el número 2 en la rueda de reconocimiento”, expresó José Luis, uno de los testigos que vieron cuando el acusado le disparaba a quemarropa a Pablo.

Petrocchi se negó a declarar y quedó al borde del procesamiento como presunto responsable del asesinato ocurrido el domingo último cerca de Pilar. Luego del reconocimiento, pidió que lo alojaran en la comisaría 7a., de Tres de Febrero, situada en El Palomar. Dicha dependencia está reservada para la detención de personal de fuerzas de seguridad con procesos judiciales. Sin embargo, todavía la policía no pudo encontrar el arma calibre 380 utilizada en el homicidio.

"Yo, hoy no lo puedo perdonar. Espero que tenga la condena correspondiente y que sea por mucho tiempo, para que pueda pensar por qué perdió la cabeza por nimiedad así", expresó Sergio Piccioli, uno de los hermanos mayores de Pablo, antes que Petrocchi se entregara.

José Luis fue uno de los diez testigos convocados por el fiscal para realizar una rueda de reconocimiento fotográfico; pero dicha diligencia se suspendió cuando, a las 13.30, el abogado Mariano Chiaradía llamó por teléfono a la fiscalía para avisar que su defendido pretendía entregarse.

"Había mucho tráfico. Yo estaba parado con mi auto en la misma fila y, a unos metros, vi una discusión. Pensé que se trataba de una pelea callejera. El hombre que estaba en el Daihatsu Charade vestía bermudas y una camisa azul. Tenía buena presencia. En un momento volvió al auto, regresó con un arma donde estaba Pablo, lo abrazó y, sin mediar palabra, le disparó", expresó el testigo.

Petrocchi llegó a los tribunales acompañado por su abogado, en el Renault Clio de su letrado, y en medio de un importante operativo montado por personal de la Guardia de Infantería de la policía bonaerense, ingresó por la playa de estacionamiento y fue llevado al subsuelo del edificio.

Allí, en la antesala de la cámara Gesell, se sentó y dirigió la mirada hacia la punta de sus zapatos. Mientras los funcionarios judiciales y policiales convocaban a por lo menos tres hombres de fisonomía similar a la del acusado para participar en la rueda de reconocimiento.

Merced a los vidrios espejados, Petrocchi, vestido con jeans y un buzo del tipo polar azul y remera negra, no podía ver a cada uno de los testigos que lo identificaba como el conductor del Daihatsu Charade rojo, patente ATN 122, utilizado por el autor del homicidio de Pablo. Entre los que observaban al imputado estaban Andrés y Sergio Piccioli, hermanos de la víctima y testigos del hecho. Pablo murió desangrado en los brazos de Andrés.

Durante la rueda de reconocimiento, la fiscal ordenó a Petrocchi que se colocara de frente y de perfil. Además de los testigos y de la fiscal, del otro lado del vidrio estaba su abogado defensor.

"La intención fue no perder de vista al agresor. Luego de pasar el peaje, intenté que se detuviera. Pero en ese momento, bajó en la ruta 197. Lo miré desde arriba del terraplén. El también me miró y antes de que se escapara le hice señas, como para que viera que ya estaba condenado por lo que hizo", expresó José Luis, mientras recordaba que había perseguido a Petrocchi.

Luego, según relataron sus hijos, Petrocchi, que se desempeña como uno de los representantes comerciales de la empresa de seguridad Watchman SRL, se presentó en su casa de Lomas de Zamora, armó un bolso con ropa, se marchó y dejó su automóvil en la casa. Al día siguiente, la policía allanó la vivienda y encontró proyectiles del mismo calibre del que mató a Pablo.

Según fuentes de la investigación, se sospechaba que Petrocchi no se refugió en un lugar fijo, sino que se movió por distintos domicilios del conurbano y la Capital. Tal presunción surge del análisis de las llamadas telefónicas de su celular y de la ubicación de las antenas que se activaban cada vez que utilizó el teléfono.

Otra de las pistas que seguía la policía indicaba que Petrocchi habría contado con la ayuda de un hermano para ocultarse. Dicho familiar habría sido el encargado de acordar la presentación del acusado en los tribunales.

Para el abogado José Scelzi, que representa a la familia del joven estudiante, "está totalmente esclarecido, ya que las pruebas recogidas por la fiscalía son contundentes". El letrado agradeció en nombre de los familiares a "todos los testigos y a los medios de comunicación por la colaboración.

Ante la posibilidad de que la defensa de Petrocchi intente demostrar que el acusado es inimputable debido a que actuó en un estado de emoción violenta, Scelzi sostuvo que "no tiene asidero en las características del hecho que el agresor haya actuado bajo esa forma, ya que no fue acorralado por los chicos, ni pudo haber sentido que su vida corría peligro".

"Que la Justicia no sea blanda"

• Sergio Piccioli, uno de los hermanos de la víctima, expresó su satisfacción por la detención del acusado, aunque señaló que "el alivio de verdad no va a venir nunca. La Justicia tiene que aplicar condenas reales que respondan a la magnitud de las cosas que pasan. Todos tenemos problemas, pero las emociones violentas hay que manejarlas, no hay que arreglarlas con un arma", dijo el hermano de Pablo Piccioli. "Hay que esperar que la Justicia actúe con todo el rigor y que nos dé un ejemplo. Esperamos que actúe con rapidez y que no sea flexible ni blanda", enfatizó el joven.

Por Gustavo Carabajal

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