
Se incendió el Luna Park y mil personas escaparon ilesas
1 minuto de lectura'
Anoche, el Luna Park debía ser escenario de una fiesta: una presentación del bailarín Julio Bocca especial para socios de la tarjeta Visa.
Pero no: a las 20.15, cuarenta y cinco minutos antes del comienzo del espectáculo, un incendio que los propios bomberos calificaron de "espectacular, aunque no pavoroso ni peligroso", causó corridas, baños de agua y escenas de pánico en pleno Corrientes y Bouchard.
El propietario del clásico palacio de los deportes, Juan Carlos Lectoure, explicó anoche que el fuego fue producto de un recalentamiento en la sala de máquinas que devino en un foco ígneo que se esparció por los ductos del aire acondicionado y alcanzó un cortinado y las placas de telgopor que sirven para crear la acústica en el estadio. Más tranquilo al conocer los detalles, Tito aclaró: "Gracias a Dios no hubo heridos... ni siquiera un resbalón".
Lo cierto es que, aunque el fuego fue controlado en sólo media hora por las 10 dotaciones de bomberos que llegaron casi de inmediato, las más de 1000 personas que aguardaban el comienzo del espectáculo cuando empezaron a percibir un humo que, en cuestión de segundos, se transformó en chispas y llamas vivieron escenas de dramatismo y, con su vida a salvo, dejaron lugar a las quejas.
"Nadie nos dio consejos cuando comenzó el fuego, que todos veíamos. No nos dijeron por dónde salir, la gente gritaba y todos estábamos cada vez más asustados. Para colmo, había que salir en fila y de a uno por vez por unos molinetes que no hicieron más que demorarnos y asustarnos aún más", dijo Cristina Dominé de Fernández, que había ido con su hija a ver a Bocca bailar.
A algunos de los espectadores les costó, en un principio, comprender qué sucedía. "Vi chispas de fuego y humo que salía por unos tubos de luz, y pensé: "¡Qué buenos efectos especiales!" Hasta que la gente empezó a salir corriendo y me di cuenta de que estábamos en aprietos", recordó Julieta Zalakain, que, aunque a salvo, quedó empapada.
Paso de comedia
Sucede que las penurias de los asistentes no acabaron con la salida del estadio: lograron escapar del fuego, pero no del agua.
El hidroelevador de los bomberos de la Policía Federal había tomado posición a la altura del 11 de Corrientes, donde está la sala de máquinas, para atacar el fuego. El brazo de la autobomba, de 62 metros de alcance útil, se elevó para hacer su tarea, pero en sentido contrario al de las llamas.
Fue entonces cuando el agua, en lugar de atacar el fuego, comenzó a caer sobre los atónitos espectadores:un centenar y medio de personas, entre asistentes al espectáculo, periodistas y curiosos.
Al cierre de esta edición, nadie era capaz de cuantificar los daños que dejó en el Luna el primer incendio en sus 68 años de historia.
El comisario general Agustín Di Venosa, superintendente de bomberos, sostuvo que no se podía precisar el alcance de los destrozos hasta tanto se pudiera restablecer la iluminación dentro del estadio.
Una hora después, el olor a quemado había dejado de ser penetrante. Pero entre las penumbras se percibían los vestigios del fuego:una fila de butacas rebatidas y restos carbonizados del papel de aluminio que recubre los paneles acústicos.
En el aire, las luces de emergencia se recortaban entre un humo no muy denso y las alfombras apenas retenían el agua salvadora. Poco para impedir que el Luna continúe escribiendo su propia leyenda.





