Un paramilitar que sembró el terror y el odio

Milan Lukic, el paramilitar serbio bosnio detenido ayer, apodado a sí mismo como "El Vengador", es uno de los hombres más buscados por el Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya, que lo acusó del asesinato de 134 civiles, entre ellos mujeres y niños.

Lukic nació en 1967 en el pequeño pueblo bosnio de Foca, a unos 15 kilómetros de Visegrad, donde perpetró la mayoría de sus crímenes.

A pesar de haber tenido una juventud sin sobresaltos ni confrontaciones con sus vecinos musulmanes, con el comienzo de la guerra en la ex Yugoslavia (1992-1995), el joven Lukic se transformó en el líder local del grupo paramilitar serbio Aguilas Blancas, que tomó el control de la ciudad de Visegrad y también tuvo entre sus manos el destino de todos los que no eran serbios y que él consideraba sus enemigos.

Lukic y sus hombres sembraron el terror en la región. Lo que empezó siendo asesinatos individuales se transformó en una morbosa campaña denominada "limpieza étnica".

En dos oportunidades, las Aguilas Blancas encerraron a más 60 personas en una casa que luego prendieron fuego. Sólo se registraron cuatro sobrevivientes.

Lukic organizó la masacre de Sjeverin, una de las más resonantes de la guerra. En octubre de 1992, su grupo paramilitar ofreció a los musulmanes de la región llevarlos a zonas "seguras". Los musulmanes, que según investigaciones internacionales serían más de 80, fueron fusilados en el viaje y sus cuerpos desaparecieron.

Según el TPI, que lo acusa de crímenes de lesa humanidad, las Aguilas Blancas "perpetraron, planearon, instigaron y ordenaron las ejecuciones" de musulmanes en el área de Visegrad bajo el mando de Lukic, entre mayo de 1992 y octubre de 1994.

En septiembre de 2004, Lukic fue sentenciado en ausencia por una Corte de Belgrado a 20 años de prisión por crímenes de guerra, secuestro, tortura y asesinato de 16 musulmanes ocurrida en octubre de 1992 en la ciudad serbia de Sjeverin.

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