Por qué los NFTs son los “caramelos” de internet
Tuvieron un auge repentino en el 2020, generaron mucho interés y expectativa. Poco tiempo después algunos sufrieron una gran decepción, en tanto que otros siguen creyendo que estos token tienen mucho futuro por delante. En entrevista con La Nación, Julieta Schulkin, periodista especializada en tecnología y autora del libro “Vuelta por el metaverso”, editado por Galerna, ahonda sobre este concepto y otros elementos que definen la web 3.
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Los NFTs, o tokens no fungibles, comenzaron a ganar popularidad en plena pandemia y no dejaron de ser tema de conversación hasta el día de hoy. Tuits, obras digitales y los famosos monos aburridos (los del Bored Ape Yacht Club) se comercializaron por montos millonarios. Todo parecía (o parece) pasible de ser creado o “minteado” en la blockchain y pasar a la inmortalidad. Hasta el código original de internet fue subastado, en 2021, por 5,4 millones de dólares.
Si bien parece haber bajado la euforia por estos tokens únicos e irrepetibles, los números indican que todavía siguen teniendo relevancia. Un informe de DappRadar develó que en 2022 se registraron 101 millones de ventas de NFTs, un 67.57% más que el año anterior.
Lo que parecía que era un nicho para pocos entendidos se popularizó y hasta las instituciones más convencionales comenzaron a probarlos. En el deporte se puede mencionar el caso de la NBA o la AFA, que lanzaron sus NFTs personalizados. Y los videojuegos Play-to-Earn (recompensan a los jugadores más activos) como Axie Infinity o Decentraland son apenas algunos ejemplos de las múltiples formas que pueden adoptar estos activos digitales.
Como toda etapa de cambios y redefiniciones, todavía queda mucho por saber sobre el futuro de estos tokens. ¿Seguirá creciendo? ¿Cuál será el principal uso que se le dará en el marco de la web3? Sobre este y otros temas de la nueva internet, habla Julieta Schulkin, autora de Vuelta por el metaverso, de editorial Galerna, en esta entrevista. Un adelanto de algunos ejes de la charla que dará en Virtuality Talks, un evento organizado por Virtuality Latam y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que se llevará a cabo el 17 de marzo de 17 a 22 horas en La Usina del Arte. El encuentro es gratuito, pero deben reservarse las entradas por Eventbrite.
-En tu libro mencionás que Los NFT son “los caramelos de internet”¿A qué te referís con eso?
-Porque en 2021 endulzaron la web. Fueron objeto de deseo, en un círculo cerrado, en una especie de vanguardia de internet. Vinieron a endulzar un momento particular dentro de la pandemia, en relación a la vida de millones de cibernautas del mundo que experimentaron una internet distinta a la que conocemos. No se entendía bien qué eran, pero aparecían en todos lados, redes sociales, noticias. Primero endulzaron, y luego generaron mucha amargura, confusión y hasta bronca. No se entendía si había que invertir en tokens no fungibles, o si había que tenerlos (holdearlos) o para qué servían.
-¿Se puede decir que los NFT fracasaron?
-No creo que hayan fracasado. Al contrario, el 2021 los dio a conocer y se dio el primer impulso. Es verdad que hubo mucho humo. Nadie entendía bien por qué se pagaban millones de dólares por lo que empezamos a conocer como “criptoarte”. El bear market cripto (la tendencia bajista de precios en ese mercado) no los ayudó, bajó su reputación. Y hasta hubo casos en donde nos enteramos que las mismas personas que los vendían eran las que los compraban.
-¿Cuáles son los beneficios que pueden aportar?
-Es una gran tecnología que puede tener varías funcionalidades. Al fin de cuentas son contratos inteligentes que certifican que un activo es de alguien. A su vez, también pueden usarse como tickets de shows o para incluir experiencias con la compra de una entrada (un meet and greet, por ejemplo). Desde 2021, cuando explotó la tendencia, me enganché con el tema porque conocí a muchísimos artistas multimediales o músicos que empezaron a tener curiosidad por el tema. Un NFT puede ser un prenda de vestir de un avatar en un videojuego o un metaverso como Decentraland, en donde usuarios de la plataforma diseñan una prensa que otro usuario puede comprar (con la criptomoneda llamada MANA) y usar. Sé que tal vez puede parecer alocado para quienes tuvimos infancias sin internet. Creo que hablar, de forma seria, de activos digitales en internet hoy es muy nuevo. De hecho, recién el año pasado organizaron la primera conferencia de Objetos Digitales (FDO2022 Conference) en donde estuvo uno de los padres de la World Wide Web, Tim Berners-Lee.
-¿Te creaste alguno? ¿Vendiste o compraste?
-Probé crear y subir a OpenSea. Y también, me desencanté de esa plataforma, que es un gran marketplace de estos activos, en donde cualquiera sube su NFT y lo vende. Hay tantos NFTs que muchos se pierden en la multitud. Es un gran repositorio desordenado. Nunca vendí un NFT, no me motivó eso. Me regalaron varios NFTs que tengo aún en mi billetera Metamask. Tengo POAPs de eventos cripto a los que fui, que son NFTs. Son una especie de “estampitas” de momentos importantes que elegí guardar.
-¿Hay alguno que tenga un valor especial para vos?
-Desde hace unos días, también tengo en mi wallet un NFT de un dibujo de Luis Alberto Spinetta. Con el aval de su familia, Enigma.art (con quien trabajé el año pasado en un podcast de música y NFTs) vende una serie de ilustraciones inéditas del Flaco. Tengo el archivo en alta, lo voy a enmarcar y hacer un cuadro para mi living. El NFT del dibujo del Flaco te da acceso a una comunidad de fans. Viene con un vinilo que se puede elegir. Me motivan este tipo de cosas. En estos dos años me enfoqué en hablar con artistas que incursionan en este mundo. Un NFT le puede brindar a un artista la verdadera soberanía de su obra. A través de un contrato inteligente, no hay manera de cambiar los porcentajes al repartir las ganancias.
-¿Hay alguna historia de artistas que recurren a estos activos que te gustaría compartir?
-Hace dos años conocí la historia de Lajos (@mrfarkasofficial en Instagram), un artista que comercializaba sus obras de arte digital como NFTs. Armó una campaña para vender sus obras y recaudar fondos para su tratamiento de leucemia. Me conmovió su historia, porque era un apasionado de la tecnología de los NFTs. Murió hace unos meses. Conocer su historia me hizo dar cuenta que, al menos para mí, un NFT tiene que tener un propósito detrás, que puede ser el coleccionismo, una campaña de crowdfunding, mostrar que tenés algo que nadie tiene, experimentar, o, lo que más me interesa, una nueva forma de monetizar el trabajo de muchos artistas. No todo lo que se sube es arte, no cualquier persona que sube un NFT es un artista.
-En estos días vi un video que hiciste en el cual planteás que quizás el furor por el metaverso se está desinflando. ¿Es así? ¿O habrá una posibilidad de reinventarse?
-El mundo cripto ayudó mucho al metaverso. Porque muchos desarrollos vienen de ahí, de lo que llaman “metaversos descentralizados”. Hay que esperar. Por otro lado, Facebook, cuando cambió su nombre a Meta, empezó a hablarnos sin parar del metaverso. Entonces, se generó mucha confusión. Empezamos a pensar que el metaverso es una experiencia en realidad virtual, pero va más allá de eso. Hoy los números de la unidad de Meta, Reality Labs, que desarrolla software y crea dispositivos VR, están en rojo. Esto se juntó al bear market cripto, la ola de despidos de las empresas tecnológicas y la crisis en Estados Unidos.
-Entonces, ¿cómo definirías al metaverso?
-El metaverso no es exclusivamente en realidad virtual y es la próxima etapa evolutiva de internet. Hoy está en pañales. Estamos en una etapa inicial, similar a cuando empezó la tecnología móvil. Creo que es una buena señal que no se hable tanto de metaverso. Meta fue demasiado ambicioso y nos empezó a hablar de algo muy a largo plazo. Se llame metaverso o de otra forma, estoy convencida que vivimos la transición hacia la próxima etapa evolutiva de internet, con una internet más inmersiva o “embodied internet”, como también la llaman. Hay una nueva forma de encarnar nuestras experiencias digitales, de compra, de ocio, de trabajo y de socialización. Las generaciones que juegan Roblox, Fortnite o Minecraft lo entienden muy bien. Entonces se va a reinventar muchas veces el metaverso. Mientras tanto, la creatividad de las máquinas (me refiero a la IA generativa), las nuevas formas de componer contenidos en internet, las formas inclusive de relacionarnos con chatbots que son formas de inteligencia artificial marcan el camino hacia una nueva virtualidad. Estamos en el principio de algo nuevo, con la ventaja de haber experimentado la web 2.0.
-¿Qué ingredientes tiene que tener una plataforma o solución digital para ser parte del metaverso? ¿Alcanza con que te ofrezca tener un avatar en un mundo virtual? Porque si la definición es tan amplia, entonces Minecraft es un metaverso o cualquier otro videojuego del estilo también
-Una vez, el periodista Juan Ruocco me dijo algo que me quedó en la cabeza: “el metaverso es el videojuego definitivo”. Pero no cualquier videojuego es un metaverso. El factor de interacción social es fundamental. Para muchos chicos y chicas, jugar es solo una excusa para interactuar con sus amigos. O sea, pueden estar en Fortnite, pero jugar pasa a un segundo plano, es una forma de entretenimiento. Como un nuevo club social en la virtualidad que ganó su lugar de forma definitiva para niños, niñas, adolescentes, en el 2020. Un avatar en un entorno virtual es un avatar y nada más. El tema también es que muchas empresas y emprendedores salieron a vender sus metaversos. Y no es fácil desarrollarlos. Estamos hablando de plataformas con mapas abiertos que te permiten tener muchas experiencias en la virtualidad. Decentraland es un caso lindo porque organizan eventos todo el tiempo. Me pasó de entrar a la plataforma, siempre con auriculares, navegar por el mapa, y de pronto, entrar a una fiesta con un DJ, que sonaba muy bien, y me quedé ahí. Tal vez luego me iba a otra pestaña de la compu, pero me quedaba escuchando la música que había en Decentraland. Las marcas de moda son las que más han explotado el metaverso, con desfiles, mostrando sus productos, o simplemente haciendo un trabajo de branding.